El imperio de los sentidos (Parte II)
A estas alturas puedes saber, si quieres, que lo que te sucede es percibido por ti a través de un complejo de alertas orgánicas. Se activan los sistemas neurológicos cerebrales (reticular, límbico, atencional, somático, motor), que conectan inmediatamente con otros glandulares, como el endocrino (hipotálamo, tiroides, suprarrenal, etc.) y el exocrino (lagrimales, salivales, sudoríferas, etc.) y funcionales vinculados (respiratorio, cardiovascular, muscular, etc.).. La reacción en cadena es perfectamente inconsciente hasta que deja de serlo. Cuándo?. Cuando tu biología permite paso a tu creencia. Cuando decides qué hacer con lo que te está sucediendo. Allí la respuesta se hace acción consciente. Algo o nada. Aunque no hacer nada sólo parece eso. Porque has decidido, precisamente, hacer nada con el estímulo recibido.
Cierto es que cuando hay alguna merma en la disposición plena de uno de los sentidos, los otros se agudizan en su desarrollo relativo para compensar la pérdida y mantener activo el sistema receptor de información exterior. Es un ajuste natural del organismo. Se adapta a la nueva circunstancia para no bajar su rendimiento globlal. En tal caso, si alguna vez te ocurre algo así, serás un beneficiario de este procedimiento, ya que se pondrá en marcha sin pedirte opinión. Podrás afinarlo con tu práctica, claro, pero una buena parte del éxito te lo asegura Madre Natura.
El imperio de los sentidos es el título de una sensual película franco-japonesa de los 70´s. Y también es el título de tu vida. Todo lo que haces responde al imperio de tus sentidos, que abren camino a tus emociones y, entonces, actúas. Algo así como un mandato natural.
Puedes aplicar, ya voluntariamente, el mismo mecanismo para compensar (en ti o en otro) alguna pérdida transitoria. Por ejemplo, cuando se nubla tu mirada y no ves objetivos claros, no encuentras caminos y no confías, toma la posta tu olfato intuitivo y convoca a la humildad, que trae dosis extras de tus capacidades de pedir ayuda y escuchar a quienes quieren orientarte. Si eso mismo ocurre cuando escalas en la jerarquía social (o en tu función laboral), y pierdes algo de vista panorámica, te marean ciertos aromas dulzones y hasta se reduce tu tacto, será bueno que eches mano a tu sentido de responsabilidad, porque está más disponible en esos casos (puede venir acompañado de un pack de escucha generosa a clientes y equipo colaborador y otro de sentido de mejora en la calidad del trato). Si, en cambio, falla el sensor de ruidos parecidos a palabras, tu oído, el que compensa es el sentido del servicio práctico y no de boca, que se pone a las órdenes para reparar tu trastorno (logra grandes resultados trabajando en silencio, pero con firmeza y perseverancia). Cuando el gusto se reduce, se hace rutinario y no experimenta el disfrute o el rechazo en la sensación, es recomendable que apeles al sentido de explorar posibilidades nuevas.
Si hay una crisis general en tus sentidos, ves todo mal, no escuchas a nadie, te asquean los olores sociales, nada te sabe bien y tienes alergias al contacto, quiero agradecerte sinceramente que hayas llegado hasta este renglón y decirte que has comenzado tu tratamiento de recuperación.
Mientras trabajaba en terminar de ajustar este artículo, me enteré de la muerte de una persona conocida en un incidente vial. Un tiempo atrás había vivido algo parecido, pero, entonces, logró sobrevivir. Esta vez, no. En ambos casos, probablemente, no fue asunto del destino.
En el imperio de los sentidos, gobiernan tus emociones y las asesoran tus creencias. Por ellas, haces o dejas de hacer. El destino, por llamarlo de alguna manera a eso que parece inexplicable, está atento a tus decisiones. No dejes de hacerte cargo de tus actos en su nombre. Puede ser riesgoso. Puede ser aburrido, insano y hasta ingrato con tus mayores.
Observa todo lo que alcances; puedes ayudarte escuchando para ver más. Husmea detalles, saborea hasta el fin, toca sin complejos. Eres el rey en el imperio de tus sentidos.