El imperio de los sentidos (Parte I)
Gracias a tus cinco sentidos orgánicos puedes relacionarte con el Universo. Desde tus primeros berrinches recibes naturalmente información de contexto y vas aprendiendo a ubicarte en él, desarrollando tu orientación espacial y reconociendo placeres y riesgos asociados. En el proceso de tu vida puedes encontrarte con mermas y limitaciones físicas de aquellos sentidos, por muy distintos motivos, que buscas (y logras) superar con variados artificios. En cualquier caso, allí valoras la importancia de contar con todos tus sentidos a pleno para que nada condicione tus posibilidades.
En el reino animal, genéricamente, los sentidos guían a la supervivencia. Cuanto más y mejor vea, oiga, huela, palpe y guste, un bicho que camina se mantiene más lejos del asador y más cerca de su alimento. Para tí, supremo entre los animales, es igual. Pero, por algo eres supremo. Eres consciente de tu creación personal. Entiendes, gracias a una inteligencia superior al resto animal, que la continua sucesión de experiencias sensoriales que transitas pueden ser elaboradas en un particular menú para evolucionar tus capacidades naturales. Puedes explicar que estás aprendiendo por tus sentidos.
Todo aprendizaje aumenta tu campo de acción y tu efectividad. No aprendes hasta que no haces. A los otros animales les pasa lo mismo. Los registros de tus experiencias sensoriales constituyen tu memoria emotiva. Si te has quemado con leche, además de emocionarte hasta el llanto cuando veas a una vaca, desarrollarás alguna prudencia nueva en el manipuleo del cacharro en la que la calientas, si ?. Si una grúa te ha llevado el auto estacionado donde no se debía, la próxima vez lo recordarás tanto como ahora lo haces con la madre del policía de tránsito que te ha sancionado.
Tus emociones están presentes en el desarrollo de tu inteligencia. Lo que eliges a cada momento no es un producto intelectual puro o innato. Eres una amalgama de biología y creencias. Por tus sentidos ingresan datos que son interpretados reflexivamente. Tus sensaciones facilitan el camino hacia nuevas competencias, que te van completando progresivamente para relacionarte mejor con el mundo (con tu mundo).
Así, primero ves y, luego, miras. Analizas y decides qué hacer con lo que estás mirando, además de viendo. En la misma lógica, oyes para escuchar (o no), después. Gustas y, un día, comprendes sabores. Sólo hueles hasta que distingues fragancias o hedores. Rozas y tanteas o rozas y acaricias.
Tus emociones son motivadoras. Las mías, también. Pero creo interesante que recuerdes que tu condición de animal con nivel superior en la escala de desarrollo te permite diseñar cuanto quieras la consecuencia de ese impulso sensorial. Cambiar la re-acción por la acción. Pararte en tus propios pies, los que sostienen todo lo que has aprendido. Mostrar que eres dueño de tus actos, elector pleno de donde pones esos pies. Libre para dar los pasos que quieras. Para eso te han traído a este espacio de los tiempos.