Cómo incumplir expectativas sin dañar tu credibilidad
Generamos expectativas constantemente, muchas veces sin ser siquiera conscientes de ello.
Cada vez que respondemos afirmativamente a una petición, por ejemplo, estamos adquiriendo un compromiso con la otra persona, a la vez que generando una expectativa en ella: que cumpliremos nuestro compromiso.
Por qué incumples expectativas
El problema es que la forma en la que nos comprometemos, y por tanto la forma en la que generamos expectativas, deja por lo general bastante que desear y genera consecuencias indeseables.
Si nos paramos un momento a pensar cuál sería la forma inteligente de comprometerse, y/o de generar expectativas, probablemente llegaríamos a la conclusión de que habría que intentar evitar al máximo vincular el cumplimiento del compromiso a cualquier plazo temporal concreto.
¿Por qué? Muy sencillo. Porque nuestra capacidad de influencia sobre el cumplimiento del compromiso es bastante alta, pero nuestra capacidad de influencia sobre su cumplimiento en, o antes, de una fecha o momento concretos es bastante baja, ya que está fuertemente limitada por variables externas que quedan completamente fuera de nuestro alcance.
Teniendo claro que esto es así, ¿a qué se debe entonces que nos sigamos comprometiendo a cumplir compromisos vinculados a fechas?
Las causas son variadas y todas tienen que ver con la forma peculiar de funcionamiento de nuestra mente y, en particular, de nuestro Sistema 1.
Por una parte, pecamos de un exceso de optimismo a la hora de estimar tanto la complejidad real como el tiempo necesario para llevar a cabo una tarea. Este sesgo se conoce como falacia de la planificación.
Por otra parte, pecamos también de un exceso de confianza en nuestro propio desempeño o, dicho de otra forma, nos creemos mejores de lo que realmente somos. Este sesgo se conoce como efecto superconfianza.
A lo anterior hay normalmente que sumar la voluntad de agradar o satisfacer la necesidad de la otra persona, lo que con frecuencia nos lleva a la situación bastante paradójica de «quedar mal por querer quedar bien».
A donde nos lleva todo esto en conjunto es al hecho de que incumplimos compromisos y defraudamos expectativas no por maldad, sino por ingenuidad.
Qué puedes hacer para evitarlo
Cuando nos comprometemos a cumplir un compromiso en, o antes de, una fecha concreta, lo hacemos por lo habitual desde el convencimiento genuino de que vamos a ser capaces de cumplirlo.
El problema de incumplir compromisos y defraudar expectativas es que daña seriamente a nuestra credibilidad. El motivo es que la credibilidad se construye a base de compromisos cumplidos.
La metodología de efectividad personal GTD® ofrece una serie de buenas prácticas para cumplir sistemáticamente tus compromisos, ya que, en gran parte, cumplir tus compromisos es cuestión de perspectiva.
Mi intención es este artículo es ir un paso más allá y ofrecerte buenas prácticas complementarias, especialmente pensadas para salvaguardar tu credibilidad.
Cómo proteger tu credibilidad
La primera de estas buenas prácticas es evitar todo lo posible compromisos vinculados a fechas o momentos concretos, dejándolos abiertos o sustituyéndolos por estimaciones de tiempo cuando sea inevitable…