El prejuicio en las evaluaciones de desempeño
En el terreno de los análisis de desempeño en el trabajo, suelen ser los hombres los que obtienen las calificaciones máximas mientras mujeres que trabajan junto a ellos, con los mismos roles, no otbienen las mismas calificaciones aunque se desempeñen tan bien como sus colegas.
Así se refleja en una investigación publicada recientemente en lae American Sociological Review. Pero un detalle de esa investigación llama la atención: cuando las evaluaciones no se hacían de 1 a 10 sino de 1 a 6, la brecha de género prácticamente desaparecía.
Ese resultado sugiere que un pequeño cambio en la forma de diseñar los sistemas de calificación, incluso uno aparentemente insignificante como el número de posibles calificaciones en una escala, podía modificar el sesgo de género.
Los autores del estudio miraron primero ls evaluaciones de enseñanza en una universidad anónima de Estados Unidos, que hizo la transición de la escala de diez a la escala de seis. Antes del cambio, los profesores varones en áreas dominadas por hombres obtuvieron un 10, o la calificación máxima en 31,4% de los casos, comparado con solo 19,5% de los casos para las profesoras mujeres. Después del cambio, hombres y mujeres obtuvieron la calificación máxima, o sea «6», 41,2% y 42,7% de las veces, respectivamente. O sea que la nueva escala significaba que las mujeres – en muchos casos las mismas profesoras enseñando exactamente las mismas clases que habían enseñado antes – de repente obtuvieron las mejores calificaciones casi con la misma frecuencia que sus colegas varones.
Los autores estaban perfectamente conscientes de que algunos críticos (y muchos machistas) argumentarían que casi siempre los profesores varones eran superiores y lo único que había la nueva escala condensada era embarrar la cancha para que fuera más difícil distinguir los muy buenos de los verdaderamente brillantes.
Entonces su segundo estudio controló cualquier posible diferencia en la calidad de la enseñanza. Mostoraron a los participantes online la transcipción de una conferencia supuestamente dada por un profesor pero a algunos les dijeron que quien hablaba era John Anderson y a otros que era Julia Anderson.
Cuando los participantes usaron la escala de 10 puntos, «Juan» obtuvo la calificación máxima 22% de las veces comparado con 13% para «Julia». Pero cuando otros participantes usaronn una escala de 6 puntos pusieron a «Juan» y a «Julia» las mejores calificaciones 25% y 24% de las veces, respectivamente.
Los autores del estudio — Lauren A. Rivera de la Universidad de Northwestern y András Tilcsik de la Universidad de Toronto creen que con el sistema de 6 puntos los evaluadores reconocen más variedad de desempeños que ameritan las mejores calificaciones.
Aunque esos estudios se concentraron en la actuación académica, los resultados deberían dar que pensar a todos sobre cuán justas son las herramientas supuestamente objetivas que se están usando para medir los desempeños. Los autores señalan que el número 10 tiene un significado cultural único y tal vez por eso una e scala de 1 a 10 es ideal para reflejar prejuicios.
La conclusión es que hay que evaluar las evaluaciones. Si parece haber una diferencia de desempeño entre los grupos, habrá que preguntar e investigar si el problema está en el desempeño mismo o en la forma de medirlo.
«Podría parecer que estas son diferencias pequeñas e insignificantes en el gran plan de las cosas, pero las evaluaciones afectan todo lo demás. Afectan salarios, bonos, promociones y todo eso puede impactar muy directamente en la trayectoria de la carrera», dicen los autores. El prejuicio va creciendo. Si las mujeres salen un poco más abajo en las evaluaciones de desempeño, tendrán menos posibilidades de obtener aumentos y promociones que sus colegas varones y el ciclo se repite con cada vez menos mujeres en los niveles superiores, especialmente en los sectores donde dominan los hombres. Eso refuerza la idea de que los hombres suelen ser más brillantes y merecedores de esas posiciones de poder, lo cual va a alimentando los estereotipos originales. Y así sigue la vuelta.
Los investigadores advierten que mientras la escala de 1 a 6 eliminó la brecha de género en las evaluaciones, no erradicó mágicamente el prejuicio. La única diferencia es que la nueva escala mostró mucho más los prejuicios existentes. Los participantes en el segundo estudio igualmente se mostraron mucho más proclives a usar superlativos para describir a «Juan» que a «Julia» cuando pusieron «las palabras que primero les venían a la mente al pensar en el desempeño docente del instructor».
Entonces, si bien el cambio de escala podría ayudar superficialmente, todavía queda mucho trabajo por hacer para liberar al mundo de l prejuicio subyacente.