Antídotos Universales
El primer modo de evitar las consecuencias negativas de las emociones destructivas que aportan infelicidad tanto en los demás como en nosotros mismos es la utilización de antídotos basados en adecuadas competencias emocionales. Cada emoción sea positiva o negativa posee su propio antídoto, este hecho ya es una ley dentro de la psicología conductual, establecido por Wolpe (1977), denominado principio de inhibición Reciproca. No podemos experimentar al mismo tiempo amor y odio hacia el mismo objeto. Por ello se dice que el amor es el antídoto del odio. Asimismo, uno puede contemplar los aspectos desagradables de un objeto de deseo compulsivo y tratar de hacer una valoración objetiva del mismo. En lo que respecta a la ignorancia o falta de discernimiento, se debe tratar de perfeccionar la comprensión hacia lo que hay que conseguir o evitar. En el caso de la envidia, debemos tratar de alegrarnos de los logros de los demás y tratar de imitar esas conductas. En el orgullo, como emoción destructiva que envenena el alma, se debe abrir los ojos hacia la conciencia plena de nuestro Yo para poder reconocer nuestros errores y fortalezas y cultivar la humildad, no entendida como humillación, sino más bien como fortaleza de carácter que permite la convivencia con los demás. Este proceso nos indica la existencia de tantos antídotos como emociones negativas hay. Lo dicho, es lo que muchos autores, entre ellos Goleman (2003) conjuntamente con el Dalai Lama han denominado regulación o control de las emociones. Desde el punto de vista espiritual hay un antídoto común a todas ellas, el cual solo puede encontrarse en la practica profunda de la meditación, que permite la investigación de la naturaleza ultima de la emoción más profunda escondida en el interior de La conciencia, descubriéndose a través de esta técnica que las emociones carecen de solidez intrínseca. Es lo que el budismo denominas vacuidad. No es que súbitamente se van ha desvanecer en la nada, sino que solo se revelan más insubstanciales de lo que ha simple vista parecían.
El sabio que está por completo en paz y libre de las emociones destructivas tiene una gran sensibilidad y preocupación por la felicidad y sufrimiento de los demás, teniendo clara conciencia de la gran ley de causa y efecto.
Con la misma vara que midas serás medido – Jesús de Nazareth
El hombre es un ser de contrastes, puede ser tan duro como el cristal y tan suave como el terciopelo, si cada quien alinea, y equilibra sus emociones bajo los conceptos planteados por el artículo, el día a día sería más llevadero, y el mundo tendría menos cosas de que preocuparse y muchos elementos para alegrarse