No hay nuevo modelo productivo, pero hay sectores que tratan de reinventarse: plantas automovilísticas a la carta
En estos convulsos tiempos de pandemia, lo cierto es que (casi) todos los agentes socioeconómicos se han volcado en tratar de simplemente sobrevivir día tras día (¡En lo que nos hemos quedado!), porque el futuro les infunde tanto pavor que no se atreven ni a levantar la vista y mirarlo de frente a los ojos.
Pero sin restar ni un ápice de dramatismo a la terrible situación económico-empresarial de España S.A. que ya analizáramos hace unas semanas, lo cierto es que, aunque no se puede quitar un ojo de ese día a día en el que irremediablemente nos vemos forzados a tener que sobrevivir, no es menos cierto que el otro ojo hay que mantenerlo puesto en el horizonte, por muy amenazador que sea: anticiparnos siempre va a ayudarnos a encajar un golpe aunque sea duro y duela igual.
Y es hacia ese horizonte hacia el que hay que mirar si toca tener que reinventarse, y entrar por la puerta grande en ese proceso de regenerador que tan buenos réditos puede llegar a dar en los plazos más largos. Pero no todo es comprensible derrotismo en el panorama empresarial español, porque hay sectores como el automovilístico que se han lanzado con valentía a apostar por nuevas fórmulas que son profundamente disruptivas (incluso a nivel global).
Siendo el turismo el campeón nacional, la industria de la automoción es otro sector productivo clave en España
Lo cierto es que en este medio llevamos años divulgando sobre cómo se podría abordar un cambio de modelo productivo que pensamos que tanta falta le hace a España S.A., y que era una ausencia especialmente dramática tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. En los siniestros años posteriores, dedicamos a este tema de futuro una serie de interesantes análisis monográficos sobre cómo otros países habían abordado este cambio de modelo productivo con éxito, y entre los cuales se cuentan Corea del Sur, Taiwan, o California. Igualmente, les hemos analizado más recientemente los disruptivos cambios de modelo socioeconómico que ciudades como Ámsterdam han emprendido a nivel local. Y también les trajimos un análisis final con las conclusiones más relevantes que se podían sacar de forma transversal a los casos de los países analizados, y que pensamos que aportaban mucho valor a un país como España que lleva décadas en la imperiosa necesidad de cambiar su modelo productivo, puesto que con la integración de los países del Este y con la globalización ya poco (o nada) de valor aporta el ser la mano de obra barata de Europa (y realmente ya no somos ni eso). Pero, ¡Cómo no!, al igual que otras “patatas calientes” a largo plazo, como por ejemplo es el ineludible tema de la futura insostenibilidad de las pensiones, en el caso del cambio de modelo productivo nuestros políticos han vuelto a hacer honor a su censurable naturaleza de poca visión de futuro y prácticamente ningún interés por el bien común. Así, legislatura tras legislatura, todos nuestros dirigentes acaban dejándose llevar por la inercia de décadas atrás, y no se lanzan con valentía a crear un modelo productivo de futuro para esa España S. A. que necesita de toda una transformación. Ojalá llegue finalmente algún día y que, ya puestos y para más futuro, a poder ser que sea una transformación digital.
Y eso por no hablar de la gran dependencia de nuestro país respecto a un sector como el turismo, un extremo que nos ha hecho dramáticamente vulnerables ante la crisis traída por la pandemia de Coronavirus. Es algo que ha acabado haciendo que las amenazas latentes se hayan transformado en dolorosas heridas de muerte, que han acabado por asestar un inasumible “Touché” a la socioeconomía nacional. Ahora es cuando algunos políticos se rasgarán oportunistamente las vestiduras porque ¡Cómo ese cambio de modelo productivo no se ha hecho antes! Lo cierto es que casi siempre lo hacen como un mero recurso dialéctico por el que poder cargar con las culpas a otro que ya no está, pero sus estratagemas quedan en evidencia cuando otros temas cruciales e inaplazables como el que citábamos de las pensiones están en su mano y tampoco hacen nada de motu proprio por tratar de solucionarlos. Y todo sea dicho de paso, tal vez sea Europa la que vaya a obligarnos a abordar ese tema de las pensiones, que es por antonomasia el otro gran clásico de la “patada hacia adelante” tan políticamente española, junto con ese cambio de modelo productivo del que mucho hablan pero que nunca llega.
Pero ya no es que se eche escandalosamente en falta en nuestros políticos el abordar este ineludible tema, al final eso puede parecer incluso en un tema menor (que no lo es). Porque lejos siquiera de intentar hacer esa transformación socioeconómica nacional de manera sostenible, hemos asistido estupefactos a cómo, sin ni siquiera haber diseñado ni puesto en marcha un nuevo modelo alternativo, se han hecho declaraciones en este país atentando gravemente contra la reputación de un sector-enseña nacional como el turístico, que al fin y al cabo es la primerísima industria nacional mientras no nos transformemos y diversifiquemos. Y por cierto, que además hay que romper una lanza por el buen hacer de esta industria turística española, puesto que no sólo somos uno de los grandes líderes mundiales por volumen de visitantes, sino que nuestra industria turística se sitúa como líder mundial absoluto desde hace varios años en importantes parámetros del sector como es la competitividad.
Y realmente ahora ya es tarde, pero la dependencia de España del turismo era notoria y evidente, y más que satanizarlo o menospreciarlo, lo propio habría sido empezar por transformar al propio sector fomentando y promoviendo que se dirija hacia segmentos de mercado con menos presión de la competencia de bajo coste, y con mayor futuro. Se trataría por ejemplo de enfocarse hacia un turismo de calidad con parte de turismo interior, en el cual a nivel mundial todavía hay muchos millones de viajeros que no eligen España como destino recurrente que les apasione repetir. Además, este sector turístico también habría que haberlo hecho sostenible, apostando más decididamente por esas ciudades inteligentes de las cuales hace tan sólo unos años éramos el líder mundial, y que hoy han caído lamentablemente en el silencio administrativo más sepulcral y de menos de progreso. Y claro, ahora la escandalosa falta de transformación y de renovación de nuestro modelo productivo nos está pasando factura, poniendo una vez más de relieve esa falta de visión a largo plazo de nuestros políticos que ya les decía antes.
Los últimos tiempos ya no han sido fáciles para las plantas automovilísticas, así que han sido las que mejor han sabido ver ahora la necesidad de reinventarse…