Las actitudes más valoradas en una entrevista de trabajo
La competencia a la hora de encontrar un trabajo es cada vez mayor. Cualquiera juega con la baza de tener una carrera universitaria o un máster, y no te hablo ya de saber inglés porque todo el mundo tiene, como poco, un B2. Esa época en la que la persona que había estudiado es la que tenía trabajo asegurado, ya se quedó muy atrás. Hoy en día, las empresas tienen en cuenta otros aspectos a la hora de contratar a alguien.
La actitud y los valores de cada uno son una buena carta de presentación. Si estos encajan con la filosofía de la empresa, el candidato ya tiene unos cuantos pasos dados pues las personas con un currículo apropiado para el puesto pueden ser mucho menos productivas de lo esperado si su carácter y su estilo de trabajo no se adaptan al funcionamiento de la empresa. Cada puesto de trabajo requiere de unas determinadas actitudes; sin embargo, hay algunas que son comunes a todos los casos.
La primera es la motivación, pues es esencial que el candidato al puesto se muestre ilusionado y con ganas de dar lo mejor de sí, un aspecto que a la empresa le gustará pues es beneficioso contar con un trabajador que tenga actitud positiva y ganas de trabajar. En relación a ésta, surge otra actitud: la iniciativa. Aquel candidato que tiene capacidad para proponer mejoras o idear nuevos proyectos es más valorado que otro con una actitud pasiva y que se limitará a cumplir su horario laboral y fin.
En una entrevista también es positivo mostrar predisposición a realizar funciones diferentes dentro de la empresa en caso de que fuera necesario. Esto no implica saber específicamente de muchas áreas, sino que lo importante es mostrar capacidad de aprender y tener capacidad de superación.
Mostrar una cara amable durante la entrevista también es importante para que el postulante deje clara su intención de lograr un clima de trabajo adecuado y la forma en la que se desenvolverá con el resto del equipo. Para ello, la actitud debe ser siempre educada y reflejar confianza en uno mismo y en el puesto. Por último, es recomendable adoptar una actitud proactiva, es decir, entender la entrevista como una conversación. La clave está en encontrar la forma de convertir el habitual ritmo de pregunta-respuesta en un diálogo que permita mostrar la facilidad del candidato para proponer soluciones y aportar al ritmo de la empresa.