El teletrabajo en pandemia, la primera piedra de una revolución
Si existe un hecho positivo en toda esta pandemia en relación al mercado laboral, es que nos ha permitido descubrir los beneficios existentes de optar por fórmulas de trabajo a distancia, el teletrabajo. Este desafortunado contexto, nos ha ayudado a valorar verdaderamente que en nuestros puestos laborales podíamos incurrir en tiempo ocioso y no productivo sometido al presencialismo.
Hemos puesto la primera piedra en una revolución del teletrabajo. Esta fórmula laboral nos permite obtener un elevado grado de flexibilidad y ser más productivos el nuestro tiempo de dedicación gracias a fórmulas de comunicación ampliamente extendidas.
Se ha tratado se sustituir la oficina, un lugar que trata de fomentar la colaboración, la innovación, la tutoría y la creación de equipos, cosas que la tecnología lucha por reproducir. Un dato muy revelador es que los usuarios diarios de Zoom (una herramienta informática para realizar videollamadas y reuniones virtuales) han pasado de 10 a 300 millones en tan solo cinco meses. Debido a este crecimiento, nos podemos encontrar que la capitalización de Zoom se ha incrementado a niveles superiores a las siete mayores aerolíneas del mundo.
La economía española tiene altas posibilidades incrementar el peso en el teletrabajo, específicamente en los sectores de servicios de alto valor añadido como pueden ser información y comunicaciones o servicios financieros. Obviamente, en otros sectores como es el caso de la construcción, el turismo o el comercio minorista que tienen un peso importante en la economía española no tienen posibilidad alguna de implicarse en la fórmula del teletrabajo.
Según un estudio de Caixabank, el 32,6% de todos los empleados en España podrían realizar su trabajo de forma remota. Si se inventamos por grupos, el potencial para trabajar desde casa tiende a ser mayor en el caso de las mujeres y se incrementa con la edad y el nivel educativo.
Este dato quedaría ligeramente por debajo de la UE-28 (37%) debido a que existen países avanzados en la potencial fórmula del teletrabajo como es el caso de Luxemburgo (53,4%), Suecia (44,2%) y el Reino Unido (43,5%). Estas diferencias están vinculadas como hemos comentado anteriormente a la composición sectorial de la economía.
El confinamiento nos ha permitido alcanzar ese potencial. Según una encuesta realizada por la Generalitat Valenciana y un estudio de Eurofound, con las medidas de fiebre el porcentaje de empleados que trabajaron a distancia se sitúa alrededor del 30%, una cifra muy cercana al potencial estimado de teletrabajo para España. Con el cese de la actividad económica como las empresas y sectores se han visto obligados a descubrir las ventajas para el trabajo a distancia que no se vislumbraban meses atrás.
En 2019, el 5,4% de los empleados en la Unión Europea que se encontraban entre los 15 y los 64 años, optaron por el teletrabajo. Es una participación que durante la última década se ha mantenido constante alrededor del 5%. Si miramos la proporción de quienes a veces trabajaban desde casa ha aumentado: del 6% en 2009 al 9% en 2019. En el caso de España, se encuentra por debajo de la media Europea, en el 4,3%, por detrás de Alemania (5%).
Los países que lideran dentro de la Unión Europea el teletrabajo son Finlandia y Holanda con el 14,1% de las personas empleadas mediante el teletrabajo. Seguidamente tenemos Luxemburgo y Austria, donde el 11,6% y el 9,9%, respectivamente, trabajaban desde su domicilio.
Por el contrario, las tasas más bajas de trabajadores a domicilio se registraron en Bulgaria (0,5%), Rumania (0,8%), Hungría (1,2%), Chipre (1,3%), Croacia y Grecia (ambos 1,9%).
Los costes del teletrabajo
Que los empleados estén trabajando fuera de la oficina, nos lleva a que la empresa deje de imputarse ciertos costes estructurales como alquileres, suministros y demás y que estos costes queden repercutidos al trabajador en forma de unas necesidades de equipo o un incremento de los gastos de luz.
Derivado de lo anterior, aparece otro tema a tener en cuenta: el riesgo. Por ahora, la cobertura del seguro de hogar no se ha visto afectada, pero el teletrabajo podría aumentar el riesgo en una propiedad debido al coste del equipo que se almacena en ella, así como los visitantes habituales de la propiedad debido al aumento del riesgo de robo o de responsabilidad civil.
Como contrapunto, las empresas no necesitarán tanto espacio de oficina y tendrán menos contenido en sus locales, lo que reducirá las primas de las pólizas de propiedad comercial. Esto desplaza el riesgo del local comercial hacia el seguro del hogar, y las primas generadas en las dos líneas de negocio deberán ajustarse en consecuencia.
Y aquí nace el debate ¿qué hacemos con estos costes? Desde el punto de vista del Gobierno español, se pretende establecer un marco regulatorio para que queden perfectamente identificados estos costes y quién debe afrontarlos. No obstante, fruto de la diferenciación de los sectores de servicios un marco regulatorio intensivo daría lugar una serie de costes regulatorios que podrían desalentar la idea del teletrabajo.
Para tratarte alinear incentivos entre las partes, este marco debería nacer desde acuerdos sectoriales o acuerdos empresa-trabajador para tratar las vicisitudes específicas de cada actividad laboral y las necesidades de equipo con sus costes específicos.