El equilibrio imposible del petróleo
¿Está empezando a perder fuerza el viento de cola del petróleo? El crudo barato ha sido un bálsamo para una economía instalada en la atonía en muchos países deasrrollados. En España, ha supuesto un alivio para el déficit comercial y la siempre elevada factura energética del sector industrial, especialmente para las pymes. Y la renta extra que los ciudadanos se han encontrado en el bolsillo ha servido para dar un impulso al consumo. La lógica empuja a creer que los Estados productores deberían articular estrategias conjuntas para estabilizar y aumentar los precios, pero la experiencia dicta que la unidad de acción no es un atributo que defina a estos países. Ni el correlato entre la palabra dada y la acción desplegada…
A finales del pasado mes, una reunión de la Organización de Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) en Argelia se cerraba con un principio de acuerdo para rebajar su producción a entre 32,5 y 33 millones de barriles diarios, justo unos días antes de que se conociera que la oferta se había disparado hasta los 33,4 millones en septiembre. De confirmarse, sería el primer recorte en ocho años. Pero como suele suceder en estos casos, los detalles, en los que siempre suele estar agazapado el demonio, quedaban pendientes para una nueva reunión en noviembre en Viena. Los analistas de Barclays ya advertían nada más anunciarse el «pacto sobre el papel» que «aún hay tensiones para saber quien y cuánto cortará su producción».
Solo promesas
«Lo hemos ya visto muchas veces antes. Estos acuerdos siempre son mucho de hablar y prometer, pero luego nunca se cumplen. ¿Y por qué? En primer lugar, porque no hay cuotas individuales. Se espera que siempre sea el de al lado el que reduzca la producción. Y segundo, porque hay países, como Irán, que consideran que tienen que llegar primero a la cuota de mercado que poseían antes de las sanciones o a su posición anterior, y obviamente, esto no ocurre», asegura Daniel Lacalle, director de inversiones de Tressis Gestión.
En un entorno de 50-60 dólares por barril, el negocio del fracking vuelve a ser rentable
Pero la falta de concreción y la poca predisposición de algunos países no son el único problema. El peso de los Estados de la OPEP en la producción global ha ido disminuyendo con los años y sus eventuales acuerdos ya no tienen un impacto definitivo en el ajuste de la oferta. La importancia que han ido adquiriendo los productores estadounidenses, con las empresas de extracción de gas esquisto como nuevo actor protagonista, ha variado el equilibrio estratégico del sector. Los países que no forman parte de la OPEP suponen ya el 58% de la producción total, según los datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Así, un repunte pronunciado de precios puede acabar teniendo un indeseado efecto secundario pra los países de la OPEP: el resurgir de estas industrias de fracking, que vuelven a ser rentables a partir de los 50-60 dólares por barril.
«La OPEP no controla la producción marginal y, por ende, no tiene un control duradero sobre los precios», concluían recientamente los analistas del Commerzbank. «Si suben mucho los precios, lo que los productores de la OPEP conseguirán es reducir aún más su poder. A los únicos que beneficia un acuerdo así es a EE.UU. y a los producdores no convencionales, cuya producción sube con rapidez en cuanto repuntan los precios», coincide Lacalle.
La declaración de intenciones de la cumbre de Argelia, sin embargo, encontró esta semana el inesperado respaldo del presidente ruso. Hasta ahora, Rusia, el mayor productor mundial (Arabia Saudí y EE.UU. completan el podio), se había mostrado contraria a recortar la oferta de crudo, pero en su intervención en el Congreso Mundial de Energía en Estambul, Putin aseguró que su país «está listo para unirse a las medidas conjuntas». Al calor de esas declaraciones, el barril de petróleo Brent tocaba su nivel más alto del año, por encima de los 53 dólares. Ycerraba la semana por encima de ese barrera psicológica de los 50 dólares (51,98). El crudo ya duplica su precio respecto a los mímimos tocados en enero, 27,88 dólares. Sin embargo, basta una cifra para explicar la magnitud del desplome sufrido en los dos últimos años: los 115 dólares a los que el Brent llegó a cotizar en el verano de 2014.
Futuro incierto
Los expertos creen que los recientes movimientos ayudarán a estabilizar los precios en torno a los 50 dólares, pero lo que pueda suceder a largo plazo es una gran incógnita. «Los bajos precios del petróleo han generado una desinversión en el sector global de energía, que se convertirá en un déficit en algún momento y disparará nuevos saltos impredecibles en los precios. Por eso, en la situación actual, un congelamiento de la producción es la única decisión correcta para mantener la estabilidad del sector energético. En este sentido sería lógico pensar que veremos cuotas de producción en el corto plazo. El suministro mundial de crudo podría caer en línea con la demanda más aceleradamente si la OPEP y Rusia acuerdan un recorte al bombeo lo suficientemente radical, pero no está claro cuán rápido podría ocurrir esto», explica Aurelio García del Barrio, director global MBA del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).
El sector sufre un problema evidente de sobreproducción, auqnue el último informe del AIE refleja que la brecha entre oferta y demanda empieza a estrecharse
«No creo que el acuerdo de Argelia vaya a suponer un movimiento más allá de lo que hemos visto hasta ahora. El petróleo ya ha tenido un rebote mucho mayor de lo esperado, pero yo me mantendría cauto sobre la posibilidad de mayores subidas, porque hasta ahora lo único que hemos tenido es el anuncio de una reducción, pero aún no se ha iniciado», explica Joaquín Robles, analista de XTB. Incluso si el acuerdo fructifica «los dos tercios de la producción que no controla la OPEP podrían aprovechar para aumentar su producción. Muchos empezarían a dar salidas a las reservas, que hay un montón, y a explotar yacimientos que hasta ahora no resultaban rentables», recuerda Robles.
Y el sector ya sufre un evidente problema de sobreproducción, aunque el último informe de la AIE, con datos del segundo trimestre del año, refleja que la brecha entre oferta y demanda empieza a estrecharse (95,93 millones de barriles diarios frente a 95,62).
En contra de un hipotético rally alcista juega también el hecho de que el mensaje de Putin no parece calar entre la grandes petroleras rusas. «Es una decisión que no depende de él, aunque se venda así. En Rusia hay productores estatales, pero los hay completamente privados. Y nadie le va a decir a Lukoil, por ejemplo, lo que tiene que reducir. Hará lo que deba en base a su rentabilidad, estrategia y beneficios», asegura Lacalle. Pero es que incluso Igor Sechin, presidente de la estatal Rosnet, que representa el 40% del total de la producción rusa, ya ha asegurado que no está por la labor. En todo caso, García del Barrio cree que «si países como Irán, Arabia Saudí y Venezuela recortan su producción, Rusia también lo hará». Las fichas de la industria del crudo parecen comenzar a moverse en el mapa geoestratégico mundial. Un puzle complejo en el que España se juega mucho.
«Cada rebaja del 10% en el precio del petróleo puede beneficiar en 0,2 puntos al PIB español», recuerda García del Barrio.
Los combustibles, cerca de los máximos anuales
Al rebufo de los movimentos de la OPEP, los combustibles han comenzado también un rally alcista. El precio medio del litro de gasóleo se ha incrementado un 2% en la última semana, para situarse en 1,053 euros, su registro más alto desde junio (1,056 euros). En el caso de la gasolina, el precio del litro ha repuntado un 1,63%, hasta los 1,178 euros, su valor más alto desde julio (1,192 euros). En lo que va de octubre, el precio del litro de gasolina ha registrado un incremento del 1,9%, mientras que en el caso del gasóleo ha subido un 2,4%. Frente al arranque del año, el litro de gasolina está un 3,24 % más caro y el del gasóleo, un 4,67 %…