Efectividad: Aprender a pensar para no pensar
Si lees este blog habitualmente, es muy probable que, a estas alturas, sepas de sobra por qué tienes que aprender a pensar.
Ese Sistema 1 tan útil para muchas cosas, sobre todo para sobrevivir, es francamente malo para algunas otras, como por ejemplo el «trabajo del conocimiento».
Por «culpa» del Sistema 1 pensamos poco, pero, sobre todo, pensamos mal.
A medio y largo plazo, esta mala costumbre da lugar a que, al final, tengamos que pensar más de lo necesario para subsanar los errores derivados de no pensar bien y a tiempo. Esto, evidentemente, es muy poco eficiente.
La clave es aprender a pensar. Pensar normalmente poco, lo imprescindible, pero eso sí, pensar a tiempo y pensar bien.
El hecho de pensar conlleva un esfuerzo y un consumo de energía importantes. Además, pensar de manera habitual y sostenida es algo para lo que estamos mal preparados desde el punto de vista evolutivo.
La evolución nos ha preparado muy bien para sentir y hacer, porque era lo que nos hacía falta. Pensar era secundario para sobrevivir.
Por eso es fácil observar como, en los comportamientos humanos en general, hay un exceso de emoción y/o de acción, a la vez que defecto de reflexión.
Un comportamiento puede ser reflexivo o impulsivo. Es reflexivo, cuando antes de hacer, se piensa y es impulsivo cuando antes de pensar, se hace.
Un comportamiento impulsivo es el resultado de una reacción. Un comportamiento reflexivo es el resultado de una reflexión.
Cuando no se reflexiona, solo se puede reaccionar. Esto es así porque, si se omite el paso necesario para un comportamiento reflexivo solo queda espacio para un comportamiento reactivo…