6 años después de reformarse, Pemex y CFE son más estatales que nunca
Tras la aprobación de la reforma energética en octubre de 2013, en octubre de 2014 iniciaron los ajustes para que la operación de las dos grandes compañías estratégicas para el país, Pemex y CFE, se administraran bajo los nuevos criterios marcados por la reforma constitucional. Básicamente consistía en dejar el pasado enterrado y llevar a estas compañías a los estándares internacionales tanto del sector en el que se desarrollan como en el mundo corporativo en general, el gran fin era volverlas empresas productivas, Empresas Productivas del Estado (EPE).
Quizás en algún momento de la presente administración se revertirá con una contrarreforma a la Reforma Energética realizada en el sexenio pasado de Enrique Peña Nieto.
Pero, para efectos prácticos, Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad no son más las Empresas Productivas del Estado, si es que en algún momento lo fueron, porque lo cierto es que nunca dejaron de moverse bajo su antigua figura de empresa paraestatal. No obstante, hoy Pemex y CFE son más estatales que nunca.
Los beneficios o perjuicios de dicha decisión los conoceremos en el futuro, ambas empresas son estratégicas para el país, imposible dejarlas quebrar, pero todo apunta a que su modernización, al menos en la forma en la que se pretendía realizar con la que a estas alturas ya es también es una “malograda” reforma energética, quedó enterrada.
Seis eran los principios rectores de las leyes secundarias de la Reforma Energética para las EPE, hoy casi todos han sido eliminados o no se cumplen como debe ser, a seis años de que están en práctica dentro de las propias empresas, son los siguientes:
1) Régimen especial: Tanto Pemex como CFE se rigen a partir de octubre de 2014 por su propia ley. Antes de este cambio, debían apegarse a la Ley de Adquisiciones o la Ley de obras del sector público. Pero el estado ha tomado nuevamente el control absoluto de las compañías, centralizando las decisiones trascendentales como el ejercicio presupuestal, adquisiciones, etc. La ley específica para cada una de las EPEs ha quedado relegada a segundo término, cuando se le considera.
2) Estado Propietario: El estado es todo; es el país, sus ciudadanos y sus instituciones. El estado pasó a ser el propietario de las EPEs con la reforma energética de 2014, ¿antes no lo era?, no precisamente, antes era más que un propietario, un administrador, sin criterios de rentabilidad y eficiencia. Hacer al estado propietario era un cambio muy profundo, ya que siempre el dueño del negocio buscará lo mejor para él mismo, un administrador no necesariamente. Bajo dicha premisa, los inversionistas somos los mexicanos. Pero, en la práctica, el estado regresó a ser el administrador del negocio, dejando de lado la esencia de un estado propietario que, como señalamos, pide y busca eficiencia y rentabilidad.
3) Gobierno corporativo: Para generar valor conforme a las mejores prácticas internacionales, otro cambio relevante fue la creación de un gobierno corporativo para las EPE, que rindiera cuentas, que entregara rentabilidad, resultados. Esto ha quedado enterrado al menos por un buen tiempo, la administración de las EPE está lejos de tal objetivo.
4) Flexibilidad: Se refería a un marco jurídico flexible con el derecho civil y mercantil como prioridades, más que el derecho administrativo. Tampoco se pudo, hoy el derecho administrativo que es el que le confiere poder a un estado también administrador.
5) Vigilancia y auditoría: En los meses recientes hubo cierta polémica por cifras poco claras tanto en Pemex como en la CFE. Las labores de vigilancia se volvieron laxas en detrimento de la calidad y credibilidad de las cifras de la compañía. Estas mismas cifras fueron cuestionadas a nivel internacional, lo que es grave.
6) Transparencia: Con estándares de información: Se refiere a la información financiera que deben presentar las EPE al público en general, como si fueran emisoras en el mercado de valores. Es producto de lo que no se hace en los puntos anteriores. Si bien las empresas cumplen con proporcionar información, empieza a modificarse y se ha perdido calidad.
El propio gobierno ha señalado que, de no haber mejores resultados, presentará en la segunda mitad de la administración, que iniciará en el año 2022, una contrarreforma a la reforma energética aprobada en 2013 y a sus leyes secundarias un año después. Pero en la práctica, ya empezó dicha contrarreforma. con las EPE que no alcanzaron a ser productivas el sexenio pasado y que no lo son en los primeros dos años del presente. Mucho se habló de que los frutos de la reforma de 2014 serían de largo plazo, pero dicho plazo es altamente probable que no se cumpla. Pemex y CFE son un fiel reflejo de lo que sucede con la economía mexicana: se pretenden reinventar cada determinado tiempo, no cierran ciclos, no cumplen metas y no son rentables para el país en su conjunto.