Reflexiones de un gerente
La vida, en este Universo que te he tocado integrar, está basada en el átomo y no en la inconmensurable magnificencia de la Vía Láctea que te contiene. Todo lo que pasa con la vida sigue ese patrón relacional: se origina en el elemento básico del conjunto que se trate. Los resultados visibles, posteriores, son agregados de lo que ha sucedido en ese núcleo inicial. Los consumidores cambian decisiones empresarias cuando muchos de ellos, uno a uno, deciden lo mismo. El muro de Berlín no se cayó por viejo. Una hormiga no voltea una pared. Una gota de agua no puede nada contra una roca. Tú no puedes contra el mundo. Tal vez, puedas algo si empiezas a intentarlo en el mundo. En el tuyo.
¿Cuántas veces te han convocado a participar de capacitaciones en tu lugar de trabajo?. ¿Cuántas veces has optado por hacerlo de manera personal, eligiendo dónde buscar nuevas herramientas para tus actos cotidianos?. ¿Cuántas técnicas has aprendido en tu vida?. ¿Las aplicas, las tienes incorporadas?. Si estás en algún cargo jerárquico, ¿cuánto ocupas de tu tiempo diario por mejorar la efectividad de tu gente?. ¿Cómo mides los resultados?. Preguntas, en suma, que buscan significar para qué desarrollas tu perfil y tus relaciones laborales.
Comparto con Rafael Echeverría que las empresas son redes dinámicas de conversaciones. Lo que se haga para mejorar la eficiencia y elevar la productividad de una organización (cualquiera sea) necesita revisar cómo están las relaciones internas. Cómo están y cómo se quiere que estén. Por ese camino se descubre cómo están las conversaciones íntimas, las que cada uno tiene consigo mismo. Ese es el átomo de la organización. Allí están el origen del movimiento y las causas de los resultados.
Los resultados esperados no están fuera del alcance de las conversaciones íntimas. Son su consecuencia. En la empresa y en tu casa. ¿Qué sucede en tu casa, en tu hogar?. ¿Qué resultados quieres tener?. ¿Qué quieres vivir con tu pareja, con tus hijos, con tu familia?. ¿Cómo los ves y cómo los quieres ver?. ¿Qué hablas contigo respecto de ellos?. ¿Cómo hablas con ellos?. ¿Qué sientes?. ¿Lo hablas?.
Es cierto que en tu trabajo pasas horas y horas, dedicas energías y sentimientos, generas compromisos, te enfocas, tomas decisiones, haces elecciones. Eso es bueno. También lo es que busques mejorar tus formas para aportar más y mejor a ese lugar. Y a tu carrera. Que te superes y empoderes. Que te esfuerces e inviertas. Así haces más grande a tu organización. Tu hogar está antes y después de ella. Ya estaba antes y estará después de ella. Tu vida te necesita a ti en ambos lugares, siempre atento y presente. Sintiendo y conversando en tu mejor forma, que es la que te lleva a tus mejores resultados. Aquellos resultados que esperas.
¿Aplicas trabajo en equipo en tu hogar?. ¿Manejas y resuelves conflictos caseros con técnicas de negociación?. ¿Te enorgullece el sentido de pertenencia a tu propia organización, la que has creado y diriges?. ¿Cuál es tu estilo gerencial los fines de semana?. ¿Qué indicadores financieros verificas en la cocina de tu empresa familiar?. ¿Qué hay de la TIR y el VAN de tus inversiones afectivas?. ¿Cómo va el benchmarking?. ¿Y tus sistemas de calidad?. ¿Cómo evalúas la política de recursos humanos que has definido?. ¿Qué tan eficiente es el manejo de tus tiempos?. ¿Qué dicen las encuestas internas de clima?. ¿Cómo están las relaciones con tus proveedores?. ¿Qué niveles de motivación y estrés registra tu gente?. ¿Qué recursos dispones para ellos?. ¿Qué tan socialmente responsable es tu gestión?.
El átomo es la base del mundo. Tú eres la base de tu mundo.
¿Cómo imaginas a tu propia organización?. Será lo que pienses y sientas. Es eso. ¿Necesitas aprender algo más para mejorarla?. ¿Estás aplicando todo lo que ya sabes?. ¿Qué falta?.