El riesgo regulatorio y el proceso de cambio
Toda empresa en Venezuela, hoy, está enfrentando procesos de cambio; ya sea que lo reconozca o que no, pero están ocurriendo. Y el hecho de ignorarlos, no sólo no los desaparece, sino que los hace más peligrosos; pues quita la posibilidad de gerenciarlos, de anticiparlos, y de lograr todo el beneficio que se deriva de estas situaciones. Ignorarlos puede, además provocar que nos lleven por delante, y acaben con nosotros.
En el caso de Venezuela, el cambio es producido por presiones internas en el ámbito político e ideológico, que se reflejan en mayor participación del Estado en la economía con gran énfasis en lo regulatorio, lo procedimental y en la lectura e interpretación de un marco jurídico en transición permanente en los últimos años.
Si bien son internas al país, son externas a la empresa, son parte de su entorno.
Hay que revisar su impacto sobre la estrategia y el modelo de negocios; los cambios que ha habido, los que están ocurriendo y aquellos que prevemos que vendrán. Debemos recordar que en general, esos cambios deberán reflejarse en la manera que se organizan los recursos internos, humanos, tecnológicos y financieros; y como resultante operacional, sobre los procesos.
Se llama riesgo regulatorio y es aquel que se produce cuando en un ambiente de alta regulación, la empresa no tiene orientado su modelo a estar a tono con los requerimientos. De no hacerlo, se vuelve muy vulnerable con alto riesgo de no sobrevivir.
Es bueno resaltar que hay una jerarquía bien clara, en la cual el modelo de negocios está en un nivel superior al que contiene a los procesos y a la tecnología de información. Y dentro de este último nivel, la tecnología de información tiene más permanencia y relevancia que los procesos; estos deben ser muy flexibles como para adecuarse a modificaciones y cambios rápidos, mientras que la tecnología de información actúa como una red permanente que se adhiere al modelo de negocios, dándole información con la frecuencia, volumen y precisión que se requiera para tomar decisiones.
La asimilación del cambio debe provenir entonces del modelo de negocios, y aun antes, debe provenir de la capacidad del empresario para leer el cambio. Si la lectura se produce en la forma tradicional, seguramente se conseguirá como resultado más de lo mismo, lo cual significa que tendrá corto alcance y que al poco tiempo volverá a estar fuera de rango.
El secreto está en mantenerse flotando como un corcho en un ambiente que cambia con gran frecuencia y con gran velocidad. Para eso propongo rebalancear las fuerzas internas de la empresa y separarlas en tres grandes bloques:
- negocio tradicional,
- temas regulatorios y
- nuevos negocios
Cuanto más rígidas sean las estructuras actuales, tanto más difícil resultará la adaptación. Y la rigidez más riesgosa no es la de las plantas físicas, pues siempre hay una opción; la más riesgosa es la rigidez mental, la que tiene demasiado estructurada la capacidad de innovar y de producir ideas novedosas.