E.I. = Empleados invisibles
La diversidad de exposiciones relacionadas con el futuro laboral y las nuevas relaciones que surgirán entre las empresas y la gente pueden compararse sin dificultad alguna con la visión que se poseía de las computadoras unas cuantas décadas en el pasado.
Imaginar un futuro dominado por las computadoras ha rondado la imaginación tanto de sabios como de aficionados durante mucho tiempo, de ello han surgido novelas, obras teatrales y películas que recrean un mundo de caos y desesperación donde la raza humana se ve seriamente amenazada por la presencia de sus metálicos y electrónicos enemigos.
En la década de los sesenta, en el siglo XX, se hicieron varias convenciones donde se mostraba cómo sería el mundo en el año 2000, expectativas que poco a poco se fueron quedando en la fantasía de un pensamiento futurista cuya totalidad aun no ha llegado y que ha sido extrapolado en el tiempo a fin de mantenerlo vivo.
Con el nacimiento de la Internet comercial y los avances que se han logrado en las telecomunicaciones se comenzó a especular acerca del futuro de la relación laboral, haciendo alarde del nacimiento del teletrabajo como la consecuencia natural de tales avances y, a la vez, como el futuro ineludible de las relaciones entre las empresas y las personas.
Si bien es cierto que el teletrabajo es un hecho y que existen personas que realizan la mayor parte de su labor a través del uso de la tecnología, no es menos cierto que tal relación debe ser maneja sobre la base de la autogestión y el constante reforzamiento de la identificación del individuo con los valores éticos y morales de la empresa, pues de lo contrario estaría en riesgo la confidencialidad de la información y la anarquía reinaría sin tropiezos.
Un ejemplo de lo antes dicho se encuentra en la existencia de los hackers, individuos cuya facilidad para descifrar códigos y violentar la seguridad constantemente está a prueba con un importante número de éxitos, pero su trabajo no siempre tiene dueño y el fruto de su actividad puede ser la respuesta a una apuesta o la oportunidad de obtener ganancias vendiendo su hazaña al mejor postor o a varios de ellos.
Tal vez, en un futuro cercano, lo que entendamos como E.I., o empleados invisibles, será aquella relación laboral que permitirá la ausencia física de los trabajadores de lo que hoy conocemos como oficinas, haciendo a un lado las limitaciones que por años se les ha impuesto a la gente y permitiéndolas realizar sus labores libremente haciendo uso de la tecnología y de sus competencias sin que exista para ello la presión del tiempo.
No obstante, la existencia de los E.I., desde el punto de vista tecnológico ya es una realidad, pero a medias, pues aún cuando su labor no requiere de la presencia constante de su persona en las instalaciones de una empresa, ésta debe sostener una relación estrecha y beneficiosa para mantener motivado a ese tipo de empleado, de lo contrario la ausencia de estimulo aceleraría la desmotivación y con ello la desvinculación con los elementos propios de la firma contratante.
Así como la tecnología se ha inclinado a acercar al hombre en vez de separarlo de la sociedad, como se creía en el pasado, suponiendo que la vida se haría solitaria y monótona; la tendencia empresarial se está orientando a convertir a las empresas en centros de desarrollo social y personal, garantizando con ello el equilibrio profesional del empleado productivo, quien al satisfacer parte de sus necesidades se convierte en una fuente inagotable de creatividad y buen trabajo.
En tal sentido los E.I., se consolidarán como ese grupo de empleados cuyos horarios han sido ajustados a sus ritmos de vida, donde son más productivos para la empresa, claro, haciendo a un lado aquellas actividades cuya labor es imposible realizar por ahora a distancia; pero difícilmente se convertirán en seres misteriosos y distantes que serán fieles a la empresa sin que estas conozcan sus rostros o verdaderas identidades, ya que de ser así se estaría negando todo el avance que en materia de recursos humanos se ha alcanzado en los últimos años.
Basado en lo anterior, puede decirse que los empleados no habrán de continuar con el antiquísimo paradigma del cumplimiento del horario para ser considerados valiosos y responsables con la empresa, se sabrá que trabajan en ella y que poseen un alto nivel de identificación porque las asignaciones, requerimientos y servicios contarán con un alto estándar de calidad, simplemente no se les verá sentados en sus puestos como requisito inextinguible de parecer que trabajan y se esfuerzan por alcanzar las metas impuestas.
Los E.I., deberán poseer un perfil superior a los que están acostumbrados los trabajadores tradicionales, pues su motivación al logro, capacidad de autogestión e intradisciplina, así como el uso inteligente de la abstracción y visión holística serán competencias básicas de su desempeño, aunado a la capacidad de interrelación, ya que deberán mantener ese equilibrio y esa consciencia social indispensable para el empleado del siglo XXI, así como la facilidad para la formación de equipos de alto desempeño en instancias físicas o virtuales.
Con el desarrollo sostenido de los E.I., simplemente se le estará imprimiendo mayor libertad de acción a los empleados, confiando en sus habilidades y fortalezas, vinculadas con el desarrollo de sus competencias y las expectativas que la empresa posea de un trabajo en particular, pero no se le estará dando la espalda a la gente, por el contrario, se les está abriendo la puerta a un futuro donde para ser productivo y agregar valor no será necesario cumplir con jornadas de ocho o más horas de trabajo a lo largo de la semana. El éxito estará dado por el resultado obtenido, no por la permanencia en la oficina.
El futuro que nos espera ha de ser más humano, capaz de desarrollar el potencial creativo del hombre y ponerlo a disposición de todos, resulta difícil imaginar empresas donde la necesidad de filiación no exista y las personas trabajen completamente aisladas de la organización, pues de ser así esta no existiría.
Lo anterior no pretende suponer que no pueda existir una contratación sin que exista vinculación alguna con la empresa, es factible que suceda o esté sucediendo en términos relativos, pero sí propone reflexionar sobre ello y visualizar el futuro con mayor optimismo, los E.I., no representarán la extinción de las relaciones humanas en las empresas, sino la ampliación del desarrollo e higiene social en las organizaciones, a través de la eliminación de patrones que han significado barreras para el mejoramiento del desempeño de empleado; paradigmas que si bien funcionaron en el pasado, por los escenarios existentes en esa época, hoy en día carecen de sentido y aplicación.