El lado oscuro del retiro
Raúl G.C. Director General de una empresa de Monterrey, México, hoy retirado, de más de 65 años de edad, reflejaba de manera constante tristeza y soledad en su rostro. Por lo que platica de su trabajo, uno se da cuenta que solo vivió para trabajar, sin ningún otro interés fuera del mundo laboral. Hoy que tiene tiempo se sobra estando en su casa, convive con su pareja que, con el retiro, se había convertido para él en una extraña y ello lo hacía permanecer en un estado depresivo.
Para personas como Raúl, el reconocimiento público y social que va aparejado con el desempeño de un puesto en la alta jerarquía organizacional, se convierte en la dimensión más significativa de su vida. Las bases de su vida giran en torno a una institución de gran poder, alta influencia sobre muchas personas, sobre políticas de empresa, sobre las finanzas y sobre la comunidad y todo ello reafirma constantemente su confianza como individuo y como líder. Para no perder este poder, una gran parte de los altos ejecutivos retrasan su retiro y se aferran al poder tanto como les es posible.
Con el retiro, todo este reconocimiento desaparece de un día para otro. El efecto desestabilizador del retiro va aparejado con el hecho de percatarse, tarde, todo lo que se perdió y se sacrificó todos los años anteriores en el camino hacia la cima del poder empresarial: la realización personal en otros aspectos de la vida, además del trabajo, una buena relación con la esposa, hijos y amigos y el tiempo no invertido en desarrollar contactos e intereses diferentes a los del trabajo.
Hay otros potentes factores psicológicos y emocionales que hacen difícil la asimilación del retiro. Uno de ellos es que muchas veces las personas que buscan altos puestos ejecutivos, los alcanzan precisamente cuando los efectos de la edad son más notorios. Cuando ellos se ven al espejo, además del ceño fruncido, su imagen en el espejo también refleja los efectos devastadores del paso del tiempo lo cual desata emociones negativas: miedo, ansiedad, depresión, aflicción y coraje.
La auto conciencia acerca del deterioro del cuerpo provoca un sentimiento de desventaja que motiva en las personas la búsqueda de sustitutos para la atractividad y la virilidad. Para muchos ejecutivos, ejercer el poder cada vez que pueden, es un excelente sustituto que les hace sentir que reemplaza la perdida de buena apariencia física. Si sienten que con la edad se acerca la hora de perder el poder, lo usaran tanto como puedan, mientras puedan.
Otro factor complicado que afecta a aquellas personas que sienten que la hora de dejar el poder se acerca, es el llamado principio del talón. Este principio viene de las leyes de Babilonia y establecía que los criminales deben recibir como pena de sus faltas, lo mismo que ellos aplicaron a sus víctimas. En este sentido, quienes sienten que pronto perderán su poder, temen pagar con lo mismo, los efectos negativos que su ejercicio del poder provocó en quienes eran sus subordinados. El liderazgo implica la toma de decisiones difíciles que afectan la vida y la felicidad de otros, en algunos casos de manera positiva, pero en otros casos, de manera negativa. Debido a la creencia inconsciente del principio del talón por parte de los líderes empresariales y a que ellos han almacenado en el disco duro de su memoria todas sus decisiones y el número de personas afectadas de manera negativa por las mismas, temen los efectos del principio del talón. Este temor los vuelve extremadamente defensivos y es un aliciente adicional para no querer retirarse.
Es inevitable que los altos ejecutivos que han colocado su trabajo como el centro principal y único de su vida adulta se sientan devastados cuando ven que la dinámica del poder muestra a un probable sucesor que vendrá a ocupar el lugar de quien está a punto de ser retirado del trabajo. Como un viejo león que siente el peligro, se aferraran a su autoridad y poder para poner en su lugar a los que quieren acceder a su puesto. La preocupación del alto ejecutivo ante la proximidad de su retiro se ve acentuada por la necesidad que todos tenemos de trascender y dejar un legado, ante el riesgo de que una persona nueva tumbe el monumento que ellos crearon con sus acciones y decisiones durante tanto tiempo que estuvieron en el puesto.
Desgraciadamente muchas empresas se muestran negligentes respecto a la dinámica psicológica de los efectos del retiro en las personas. La postura clásica de la empresa es abandonar a la persona en el borde del retiro proporcionando muy poca o nada de ayuda en la preparación para tal evento que cambiará drásticamente su vida. Aquí es donde surge el área de oportunidad. Nadie puede evitar que los ejecutivos se vuelvan personas mayores, pero las empresas les pueden ofrecer transiciones para ayudarlos en el proceso del retiro.
El caso de Raúl G.C. ilustra lo que las empresas pueden hacer por sus ejecutivos que están a las puertas del retiro. En la empresa, el Director de Administración de Talento, ha sido muy persistente en ofrecer arreglos especiales de trabajo para aquellas personas que desempeñan puestos que por su importancia son difíciles de reemplazar. Este director estableció una política de retiro flexible y por etapas que permite a los ejecutivos adaptarse paulatinamente al retiro reduciendo las horas de trabajo o trabajando para la empresa en puestos alternos con más tiempo libre dando con ello a las personas que se retiran, la oportunidad de una transición gradual en lugar de un retiro abrupto como en la mayoría de las empresas.
Raul se convirtió en un consultor especial para desarrollar mercados alternos en la empresa. El arreglo significó para la empresa el desarrollo por parte de Raul, de una estrategia de organización de una región del mercado en franco crecimiento. Por su parte, Raúl tuvo el tiempo suficiente para convivir con su esposa en otras actividades fuera del trabajo sin descuidar el mismo, ahuyentando con ello el lado oscuro del retiro.