Management público en Medellín, un modelo para observar
Dos veces fueron instalados en la plaza de San Antonio, en el centro de Medellín, los pájaros del artista colombiano Fernando Botero, uno en 1995 y el otro en 2005. Mientras el primero sirvió como alojamiento de una bomba, la cual explotó matando a 23 personas, el segundo fue donado por el artista y se colocó a pocos pasos de la escultura destruida, como señal de paz. La escena parece ser un reflejo de lo que algunos explican como el renacer de una ciudad marcada por lan violencia, el narcotráfico y la corrupción.
El origen de Medellín es similar al de otras urbes que latinoamericanas. Con un crecimiento explosivo (en 1951 contaba con 360 mil habitantes y con 1,5 millones en 1985), y un esquivo desarrollo, la ciudad abrigó cientos de problemas sociales. Esto, sumado a la carencia de políticas urbanas de planificación y una historia reciente colombiana trágica y violenta, derivó en una situación un poco más especial en el concierto latinoamericano, siendo insostenible en los 90′, cuando la ciudad se convirtió en el escenario principal de los conflictos armados y el narcotráfico de Colombia.
Por eso, el desafío de Medellín a partir de 2000, cuando comenzó a pacificarse Colombia, consistió en encontrar una estrategia que hiciera viable la ciudad. Una estrategia, además, que abordara soluciones a partir de nuevas formas de gestión, antes desconocidas o ahogadas en la atmósfera de violencia y corrupción.
A cargo de ese cambio estuvo primero Sergio Fajardo, alcalde de Medellín entre 2004 y 2007 y candidato a vicepresidente en la fórmula de Antanas Mockus, y su sucesor Alonso Salazar, actual edil de la ciudad.
El propósito: retomar la historia de prosperidad que fue característica de Medellín, la ciudad más rica de Colombia, y utilizar sus recursos para recuperar la convivencia, mejorando la situación social de sus habitantes, y evitando que la pobreza fuera un nuevo caldo de cultivo para más violencia.
El modelo se dividió en dos partes. En un primer momento, bajo el liderazgo de Fajardo, se trató del âPlan de Desarrollo Participativo 2004-2007â, y luego con Salazar tomó el nombre de âPlan de Desarrollo 2008-2011, Medellín es Solidaria y Competitivaâ. Ambos conforman un modelo continuo de gestión que vale la pena conocer.
âEl modelo se pudo llevar a cabo por medio de las fortalezas y desventajas de la ciudad: una cantidad importante de recursos financieros propios y locales, empresas de servicios grandes y exitosas que además de suministrar servicios públicos ayudan a apalancar en temas financieros. Además, la administración de Fajardo se encargó del proyecto cuando el plan comenzaba y hubo una coordinación muy importante de recursos y de instituciones locales, en que se escogieron los temas prioritariosâ, explica Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades, Universidad Eafit.
Fábula de dos alcaldes
âHay diferencias en estilos y también en el énfasis con que cada alcalde, durante su administración, desarrolló cada proyecto. Para la primera administración fue importante la educación y su infraestructura, por medio de la cobertura en niveles de educación básica y secundaria, unido a temas de cibercultura, desarrollo y difusión de tecnologías. En la segunda, se puso énfasis en las propuestas como el de vivienda social, trabajando en su prolongación, y se apalanca de los aprendizajes de la administración anteriorâ, explica Giraldo.
Fajardo partió desarrollando el plan de desarrollo que contenía varios programas, entre estos el de âPaz y Reconciliación: regreso a la legalidadâ, que se creó para atender a afectados por la violencia y desmovilizados, buscando instaurar el respeto entre todas las personas; y de âEscuelas y Colegios de Calidadâ, donde se pensó romper con el ciclo de desigualdad y exclusión mediante intervenciones integrales para el desarrollo humano, destinándose 40% del total del presupuesto anual a la educación.
Salazar, en tanto, se encargó de prolongar estos proyectos. Así que mientras en la iniciativa de Paz y Reconciliación, la atención de víctimas se convirtió en un programa independiente desde 2008, en el de Educación se continuó con el mismo enfoque, integrando 60 Escuelas de Calidad adicionales.
âEn mi administración, dimos continuidad a los programas exitosos, basados siempre en el principio de manejo respetuoso, transparente y responsable de los recursos públicos, y le imprimimos nuestro sello personal a otras iniciativas, como la lucha contra la pobreza y la equidad social, que le dieron un carácter diferenciador y únicoâ, Salazar.
La puerta que dejó la muerte de Pablo Escobar
Era sabido en Colombia y especialmente por las calles de Medellín, que el narcotraficante Pablo Escobar tenía tanta o más injerencia en las comunidades de Medellín que la misma alcaldía e incluso el Estado. Un estatus que se ganó a través de la entrega de dineros a los habitantes, una especie de alianza que tan pronto al capo colombiano lo asesinaron, se quebró y abrió una oportunidad.
Así, esa fue la instancia ideal para retomar los lazos con las comunidades y ganar la confianza casi inexistente hacia una administración pública, que pecó muchas veces de corrupta.
Para David Bojanini, presidente de Grupo de Inversiones Suramericana, âeste escenario fue crucial y contribuyó a establecer alianzas público-privadas que han dado frutos importantesâ.
Así que una vez que se acoplaron ambos sectores, se trabajó por transparentar lo mejor posible las acciones relacionadas con el desempeño de la Alcaldía, en especial en el ámbito del presupuesto. En el caso del plan llevado a cabo por Salazar, se definieron proyectos sociales y de infraestructura, sumado a nuevas iniciativas de desarrollo que implicaron la búsqueda de nuevos recursos…