¿Y si se le pusiera un tope a los sueldos de los CEO?
En el sistema capitalista, se dice que cada uno vela por sí mismo. A fuerza de perseguir el propio interés, todos se benefician como si hubiera una mano invisible que guiara a cada uno hacia el bien común. De modo que todos deberían intentar obtener lo más que puedan, no solamente por sus productos sino también por su trabajo. Cualquiera sea el precios del mercado, el comprador lo deberá pagar. Así como existe la idea de que debería haber un sueldo mínimo, proponer la idea de que debería haber también un sueldo máximo parece debilitar la libertad misma que se supone debe garantizar el libre mercado. El planteo lo explicita Mark R. Reiff en Quartz.
Pero esa visión ha conducido a la explosión de la inequidad económica que han experimentado casi todas las democracias capitalistas en los últimoss 30 a 40 años. La diferencia entre la cima y la base de la distribución del ingreso se encuentra ahora en el mismo nivel que en los años 20. Pero a diferencia de aquellos años locos, este aumento en la desigualdad económica no es producto de retornos sobre activos de capital. Esta vez, uno de los factores que más contribuyeron al aumento ha sido el pago de remuneraciones extraordinariamente altas a los ejecutivos de empresas.
Más preocupante todavía, mientras la remuneración a ejecutivos prácticamente creció continuamente durante ese período los salarios reales han permanecido estancados.
Aunque mucha gente considera esto una injusticia, igualmente lo tratan como algo que hay que tolerar en un capitalismo. Otros piensan que el capitalismo exige que lo celebremos. Pero nada en el capitalismo – dice Reiff — dice que sean admisibles semejantes disparates en remuneración. Lo que el capitalismo dice es que la gente necesita estímulios para ser productiva al máximo. Aquí, la pregunta que se hace Reiff es si alguien que gana US$ 100 millones al año va a trabajar más duro que alguien que gane US$ 10 millones. La remuneración, como todo, tiene «utilidad marginal decreciente». A medida que aumenta tiene cada vez menos efecto incentivante hasta que llega a un punto en que no genera ningún incentivo porque la gente ya está trabajando al máximo de sus posibilidades. Llegados a ese punto el capitalismo sugiere que no deberíamos pagarle a alguien todavía más dinero porque no vamos a obtener nada a cambio. A los CEO de hoy ya se les está pagando la tasa del mercado por su labor. Su remuneración se calcula según una fórmula fijada cuando se los contrató y, mientras esa fórmula represente el salario aceptado, eso es lo que deberían recibir. La fórmula es establecida por un grupo especial de directores de la compañía llamado «comisión de remuneración»…