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Un largo y gradual camino hacia una nueva normalidad económica

Minimizar al máximo el número de víctimas de la pandemia o intentar proteger la economía y con ello el sustento de millones de ciudadanos. Ese es el dramático dilema en el que se debaten los gobiernos de todo el mundo ante los devastadores efectos, tanto en la salud como en la actividad productiva, del coronavirus Covid-19. El confinamiento y las medidas de distanciamiento social han sido, en mayor o menor grado, la respuesta generalizada ante el rápido contagio de la enfermedad, con la consiguiente parálisis de la economía. Nunca antes el mundo se había detenido tan en seco pero, después de semanas de parón, cobra fuerza el debate sobre si es ya momento de ir abriendo la mano y facilitar el regreso paulatino a la actividad o si es necesario prolongar un poco más el confinamiento, con tal de evitar un rebrote del virus de consecuencias aún más demoledoras.

La evolución del número de fallecidos y de contagios es la que marca el calendario para el final del confinamiento, pero también crece en paralelo la presión por ir favoreciendo una vuelta a la normalidad que no agrande aún más el agujero en el crecimiento económico. En BBVA Research calculan que la prolongación del confinamiento en la economía española durante una semana más equivale a un deterioro en el PIB de entre medio punto y un punto. Es decir, de un derrumbe del 8% este año si el confinamiento se levanta a mediados de mayo a pasar al 10% de caída si se extiende en el tiempo. El Banco de España ya ha avanzado que la economía española podría retroceder hasta el 13,6% si el confinamiento que impone el estado de alarma se alargara hasta mediados de junio.

El Gobierno español obtuvo esta semana el respaldo del Parlamento para extender el estado de alarma hasta el 9 de mayo y ya ha accedido a medidas de cierta flexibilidad como permitir la salida a la calle de los niños a partir de este domingo. Italia, otro de los países del mundo más azotados por la pandemia, prevé comenzar la reapertura de la actividad el 4 de mayo y en Alemania ya han empezado a rebajar las restricciones con la reapertura de los comercios pequeños y medianos.

“La perspectiva de salir de los confinamientos se está materializando en Europa, con más países desvelando los calendarios de relajación de las medidas de contención. En este sentido, es necesario que se cumplan algunas condiciones, particularmente una mayor capacidad para hacer test, pero deberíamos ver una normalización gradual por el lado de la oferta en las economías europeas a mediados de mayo”, augura Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM.

La realización masiva de test a los trabajadores es clave para una reapertura segura

La referencia de mediados de mayo sigue aproximadamente la secuencia de lo sucedido en China, el país en el que estalló el coronavirus y que lleva la delantera sobre el resto de economías mundiales en el regreso a la normalidad. Una normalidad en cualquier caso incompleta y que se prevé plagada de limitaciones por un largo tiempo, aún muy incierto. Así, finalizado el confinamiento, permanecerán las restricciones en la movilidad, en el uso del transporte público, en un nuevo escenario en el que el uso de mascarillas y guantes pasará a ser habitual y en el que queda por delante la titánica tarea de poner en marcha la economía.

“En China se están manejando relativamente bien en términos de recuperación de la producción aunque están claramente por debajo de los niveles de finales de 2019. Sin embargo, ¿a dónde van a enviar sus productos si el resto del mundo permanece cerrado? Se necesita que todo el mundo vuelva a la actividad. Y en este sentido hay que asumir que la reapertura en Europa va a estar muy condicionada a que no desemboque en una nueva catástrofe sanitaria. Por lo tanto, tenemos que ser pacientes. No va a volver a la actividad el 100% de la población, va a ser muy gradual”, explica Esty Dwek, estratega de macroeconomía de Natixis IM.

Evitar el rebrote

Después del esfuerzo de semanas de confinamiento y de parálisis económica, el objetivo es que no haya un rebrote de la pandemia. Y en esa misión colectiva, la composición del tejido productivo de cada país va a ser determinante para su marcha económica. “El mayor peso en la economía española de la restauración y el turismo hará que la recuperación en el tercer y cuarto trimestre sea más lenta en nuestro país que en el norte de Europa y en Estados Unidos”, advierte Roberto Ruiz Scholtes, director de estrategia de UBS Banca Privada en España. No en vano, los sectores más directamente afectados por el confinamiento y las medidas de distanciamiento social –como el hotelero, la restauración, el comercio minorista y las actividades culturales y deportivas– tienen un peso cercano al 15% del PIB español, recuerdan desde Funcas, donde prevén que la hostelería sufra este año el mayor descalabro, una caída en su PIB del 20%.

La abundancia de pymes y la alta temporalidad acentúan la caída del PIB en España

Además del peso del turismo y la hostelería, que a duras penas habrán recobrado cierta actividad hacia finales de año, otros dos grandes factores juegan en contra de España en el regreso a la actividad. “El predominio de las pymes y el excesivo empleo temporal crean en el caso de España un círculo vicioso que otras economías no tienen”, advierte Miguel Cardoso, Economista Jefe para España en BBVA Research. Así, las grandes empresas tienen un mayor músculo financiero y mejor acceso al crédito que una pyme, condición de más del 90% de las compañías españolas.

“Es muy difícil poner en marcha una empresa paralizada. Y tras seis semanas de estado de alarma, hay mucha presión para ir abriendo la mano. El problema es que vamos a salir con riesgo, hay un enorme retraso con los test y es necesaria una visión global del total de personas contagiadas”, defiende Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas.

Mientras no haya vacuna o un tratamiento realmente exitoso frente al coronavirus, el regreso a la actividad tendrá que ser necesariamente gradual. Y sin triunfalismos. Desde Goldman Sachs apuntan que los países que están saliendo del túnel del confinamiento dejan varias lecciones: el calendario inicial de reapertura es a menudo demasiado optimista; incluso los países más azotados por la pandemia terminan por adoptar planes de reapertura graduales y conservadores, y la recuperación es más fácil y rápida en el sector de las manufacturas y la construcción que en los servicios.

Según recuerdan en AXA IM, en la semana entre el 10 y el 17 de abril, el número de casos subió en promedio un 8,1% en Japón, provocando una extensión del estado de emergencia en Tokio y otras prefecturas urbanas. Incluso en Singapur, el país visto como el más exitoso en términos de lidiar con el Covid-19, los casos crecieron un 12,8%. La propia China ha ampliado restricciones ante nuevos brotes.

Pasado el primer embate de la pandemia, la prudencia con que cada país gestione el regreso a la actividad y las características de su tejido productivo prometen ser por tanto determinantes para la recuperación de su economía. China lleva por el momento la delantera frente a Estados Unidos, según auguran desde Goldman Sachs. Pese a haberse resistido a la parálisis total de su economía, EE UU está menos enfocado al sector manufacturero que el gigante asiático, el virus será controlado probablemente de forma menos exhaustiva y la toma de decisiones en el proceso de reapertura estará menos centralizado que en Pekín. La carrera por volver a una pretendida normalidad no ha hecho más que empezar.



  • Ver original en Cinco Dias
  • Publicado el domingo abril 26, 2020


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