No es utopía, llegan las sociedades sin dinero efectivo: los casos de Escandinavia – deGerencia.com
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No es utopía, llegan las sociedades sin dinero efectivo: los casos de Escandinavia

Desde el nacimiento de las monedas de libre circulación, no han sido pocos los cambios que hemos visto en nuestros sistemas económicos. Una nueva ola de cambio ya está rompiendo aguas en el Mar Báltico, es mucho más disruptora que las anteriores, viene de la mano de la tecnología, y, a juzgar por la fuerza de la corriente, se dispone a barrer Europa de Norte a Sur.

La ola de la que les vamos a hablar hoy es ni más ni menos que la de la sociedad sin efectivo, donde el «cash» pierde su nombre literal, y pasa a transformarse en un mero apunte en los registros contables de una entidad financiera. Ya no habrá más papeles con numeritos típicos del dinero fiduciario, ahora ya pasamos a tener tan sólo los numeritos en soporte digital. No les estamos hablando de un futurible, como podrán leer en las próximas líneas, ya hay países que han apostado decididamente por ello, ondeando importantes beneficios como son el poner cerco a la economía sumergida, dificultar la evasión de impuestos y capitales, así como acotar el margen de actuación de corruptos, mafias, y traficantes.

Una breve introducción histórica a las monedas de curso legal

No vamos a abordar aquí las bondades que trajo el Maravedí hace un milenio, no se preocupen. Simplemente vamos a hacer un repaso a grandes rasgos de la evolución que las monedas de curso legal han experimentado desde que se empezaron a acuñar. Tan sólo lo hacemos con la intención de ponerles en contexto, y que así puedan valorar por sí mismos, y con plena consciencia, el grado de avance que supone el siguiente paso fiduciario que estamos dando.

Hace ya miles de años, y por pura necesidad, las primitivas economías estaban basadas en el mero trueque de bienes y productos. Posteriormente el trueque dio paso a la valoración en cuentas, piedras, huesos… que se convirtieron en las primeras formas de dinero conocidas en la Historia de la Humanidad. En el siglo VII antes de Cristo, fueron los griegos los que fueron un paso más allá y empezaron a utilizar monedas como tales, cuyo valor facial venía caracterizado por el valor intrínseco del metal con el que estaba acuñada la moneda en cuestión. Unos cuantos siglos más tarde, se iría reduciendo el valor intrínseco de las monedas, pasando a utilizar aleaciones y metales más baratos para producir las monedas de libre circulación, cuyo valor facial era muy superior a dicho valor inrínseco.

No fue hasta bastantes siglos después cuando se dió el siguiente paso disruptor: el dinero fiduciario. Éste se abrió camino con los primeros billetes impresos en Suecia allá por el siglo XVII. La confianza en el sistema que ya se inauguró con valores faciales por encima del valor intrínseco, abría ahora una nueva era en la que el valor intrínseco era prácticamente cero, puesto que el dinero pasaba a ser literalmente papeles de colores. Pero la confianza obviamente es algo que no se crea de la noche a la mañana, y, como todos ustedes saben, el dinero es cobarde, sea en billetes o en monedas de oro. Es para dar confianza a los agentes económicos por lo que inicialmente los sistemas fiduciarios respaldaban la moneda emitida con reservas de oro en las cámaras acorazadas de sus bancos centrales, permitiendo además en cualquier momento la conversión del papel moneda en metal precioso a petición de los portadores de los billetes: era ni más ni menos el famoso patrón oro.

Progresivamente a lo largo del primer cuarto del siglo XX y un poco más allá, el famoso patrón oro fue siendo sustituído por un sistema 100% fiduciario, en el que la única moneda de cambio de los billetes emitidos era la confianza en el sistema, o más bien, en el banco central de cada país en cuestión. Hacia mediados del siglo XX, llegó el dinero de plástico, que, con el respaldo de unos haberes en la cuenta bancaria o de la capacidad crediticia del titular, permitía gastar alegremente al afortunado consumidor sin necesidad de llevar encima el dinero en si mismo. La idea primigenia fue alumbrada por el Chase Manhattan Bank de Estados Unidos en los años 40, y posteriormente se difundiría desde mitad de siglo por todo el mundo, y las entidades emisoras de tarjetas empezaron a abrir sucursales a lo largo y ancho del planeta.

La banca electrónica conjuntamente con el dinero de plástico hacen que veamos nuestro dinero tan sólo como números en una pantalla

Con el advenimiento de internet y la ola tecnológica que ha transformado nuestras economías para siempre, llegó la banca electrónica, y con ella el dinero electrónico dió un nuevo paso. Ahora los ciudadanos pasan a ver su dinero refejado tan sólo como simples números en su cuenta de banca online, que pueden gastar con ayuda del dinero de plástico, o como alternativa generalizada pueden transformar también en billetes en la ventanilla de la sucursal o en el cajero automático. Si bien hemos de decir que el mantenimiento de esta covertibilidad a papel moneda posiblemente sea transitoria y debida a la necesidad de inclucar confianza en el nuevo sistema, puesto que recuerda demasiado al ya extinto patrón oro, que, como les hemos relatado antes, fue la solución para insuflar confianza en los billetes de papel en los albores del dinero 100% fiduciario…



  • Ver original en El Blog Salmon
  • Publicado el miércoles febrero 1, 2017


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