Los emprendedores que dinamizan la economía cubana
Vendedores informales, pequeñas empresas de servicios, restaurantes y taxistas le cambian la cara a La Habana desde el inicio del gobierno de Raúl Castro Desde hace unos meses La Habana vive un respiro económico que es patente en las calles de la ciudad. Abundan pequeños negocios, restaurantes y empresas de servicios así como el tráfico de autos y transporte público evidencia un abastecimiento regular de combustible.
Los «cuentapropistas», término gubernamental que define a los emprendedores, campean por las avenidas del centro y norte de la ciudad.
Ya son más de 400.000 los trabajadores privados según los medios estatales cubanos: «La cifra de trabajadores estatales incorporados al sector privado representa un porcentaje aún menor comparada con la meta del gobierno de aligerar las nóminas del Estado en al menos 500.000 empleos en la primera etapa de la llamada «actualización» del modelo económico, y hasta 1.800.000 en total», reseña el portal martinoticias.com.
El gobierno de Raúl Castro acelera los cambios en la isla por lo que para choferes independientes como René Pardo la cooperación venezolana es fundamental. Al volante de un Lada desvencijado, corre por el Malecón inundado y comenta: «Antes era agrónomo y tenía 4 viveros a mi cargo en la provincia. Apenas Raúl dijo que podíamos trabajar independiente dejé todo eso y me puse de taxi con mi carro ¿Por qué? Porque aunque pague impuestos y tenga a los inspectores encima no tengo que cumplir horario, ni ir a marchas, ni a reuniones políticas. Soy mi propio jefe y eso lo vale todo».
Como muchos, Pardo tiene una estampa de Fidel y otra de Chávez en el tablero de su carro. «Mi hermano nosotros no vamos a dejar que ese comandante se muera. En el Cimeq hacen milagros. Si Chávez se muere volvemos al período especial, volvemos a los noventa donde no había comida, agua, ni luz. Ese hombre no se puede morir».
Luis Alfonso Domínguez es otro de los cuentapropistas que apuesta su futuro en esta isla caribeña. Tiene 64 años de edad, es veterano de la guerra de Angola y se retiró del ejército cubano hace un tiempo. Con sus manos gruesas corta mariscos en el pequeño local que acondicionó en el garaje de una casa en Miramar.
«Yo estoy contento con Raúl. A mí me va bien gracias a las nuevas medidas económicas. Mira todo esto ââ¬âseñala las mesas y su cocina- antes no tenía la oportunidad y él me la dio. Aquí hubo tiempos difíciles, es verdad. Pero nosotros somos sobrevivientes, hermano. A los cubanos no nos va a parar nadie».
Empieza a menear el caldo espeso de una cazuela. La fragancia potente y especiada inunda el aire abriendo los apetitos. En su rostro, tallado por el tiempo, se ve al combatiente que fue mientras reflexiona sobre la geopolítica de la región: «La gente no entiende nada. No ve que Chávez es un aliado estratégico de Cuba, un hermano que viene a curarse aquí. Un hombre con un proyecto para los pobres del mundo y aquí nos gusta esa gente. Por eso yo lo apoyo y espero que se recupere».
Buhoneros, dueños de quincallas, bazares, paladares (pequeños restaurantes) y taxistas suelen entrar en esta nueva categoría que desde hace unos días paga impuestos por primera vez en 54 años de Revolución. César Torres regenta una pequeña pizzería cerca del cine Yara. A sus 45 años, vio la oportunidad de iniciar el negocio que siempre soñó: «Acá la pizza es algo muy popular desde siempre. Y a mi me encanta, cuando supe que se podía abrir un localito me vine para acá. Ahora me dedico a hacer pizzas margarita, de jamón y a veces con tocino. Me siento feliz».
Torres tiene el rostro blanco y amasa con facilidad la harina para preparar. Con gracia arma cada pizza como si fuese un rompecabezas grande que luego corta ágilmente al salir crujiente del horno: «A veces hay problemas para conseguir los ingredientes y están los inspectores que siempre todo lo vigilan. Los tienes encima las 24 horas, pero vale la pena».
Luis Valladares es un exmilitar que maneja un antiguo Lada desvencijado. Corre por las avenidas habaneras casi sin mirar, gira por instinto y traza la geopolítica binacional en cada semáforo. Corre por El Vedado y Miramar, zonas con bellas joyas arquitectónicas donde están situadas la mayoría de las sedes diplomáticas. La cuidada simetría de sus jardines y calles contrasta con el caos de los barrios atestados del interior de la ciudad: «Desde que se anunciaron las medidas decidí dejar el retiro y ponerme a rodar. Ser taxista no es mal negocio acá. Y puede ser que ahora paguemos impuestos pero por lo menos estamos activos y algo se gana. Además servimos al turismo que es nuestra principal fuente de ingresos».
Sólo hasta agosto del año pasado la Oficina Nacional de Estadística e Información reveló que Cuba había alcanzado la cifra de 2.021.649 turistas. «Solo en agosto de este año vinieron 179.409 viajeros a pasar sus vacaciones para un incremento del 2,8% frente al mismo lapso del año pasado. El alza fue de 3,8% en comparación con 2010 y de 9,5% frente a 2009», explica un reporte que proyecta en 2.900.000 visitantes la meta de 2012.
Valladares es otro de los emprendedores que dinamizan la incipiente microeconomía de la isla. Con los mismos gruesos brazos que cortaba lianas en el Congo y Angola durante la guerra, ahora corta las curvas de Marianao a velocidades insólitas mientras habla de lo que todos comentan en la isla: «Podemos decir que Chávez le debe la vida a Cuba y se va a recuperar porque una de las cosas que hace que el paciente, te lo digo como militar porque he recibido soldados y oficiales heridos, se recupere es la voluntad. No es lo mismo la gente cobarde. Vi a Chávez cuando dijo que venía y vi el valor que tiene. En esta isla nosotros curamos presidentes, como pasó con Saddam (Hussein) y su columna. Acá lo vamos a salvar».