Los banqueros centrales y el poder de la palabra
Están en una habitación Mario Draghi (BCE), Janet Yellen (Fed), Haruhiko Kuroda (Banco de Japón) y Mark Carney (Banco de Inglaterra). Uno pregunta: ¿cuál es el factor clave del futuro de la supervisión bancaria y de la política monetaria?. Y el resto contesta a coro: la comunicación. Aunque responda al formato de un chiste, no lo es. Los grandes banqueros centrales del mundo coincidieron ayer durante un encuentro en Frankfurt
En que el mayor desafío que se enfrentan es llevar a cabo el «forward guidance» en un mundo en el que «hay más perfiles de Facebook que suscripciones a Financial Times», en palabras del británico Mark Carney. La estrella de las reflexiones y pionero en la materia, era sin embargo Mario Draghi, el prestidigitador que con la expresión «whatever it takes» sometió en el verano de 2012 a los mercados globales al poder de la palabra, abriendo una nueva era en la que los bancos centrales, además de políticas monetarias más o menos previsibles, han ensanchado sus competencias a la «modelación de las expectativas».
En el panel estrella de la jornada, que se titulaba «Communication challenges for policy effectiveness, accountability and reputation», Draghi destacó la importancia que juega el papel del ‘forward guidance’, la guía de la política monetaria que realiza el BCE desde 2013 y que sirve para elevar la transparencia sobre las proyecciones de sus miembros, así como para la construcción de expectativas por parte de los agentes económicos. «El forward guidance fue inicialmente protector, no proactivo, y funcionó», se felicitaba. De hecho, a su juicio «es especialmente importante en un contexto con tipos inferiores a 0». De esa guía depende, no solamente el éxito monetario de los bancos centrales, según Draghi, sino la arquitectura financiera europea en su conjunto, puesto que «si la política monetaria tiene éxito, habrá efectos positivos para la estabilidad financiera».
Draghi ha desarrollado en la dirección del BCE una nueva capacidad para influir sobre los mercados, que reconocen sus homólogos en el mundo como arma que «sirve para estabilizar los comportamientos en el mercado en tiempos especialmente críticos». Todo esto, añade el italiano, «debe ir acompañado de suficiente transparencia», elementos que «juntos, juegan a favor de la transmisión de la política monetaria a la economía real».
Nadie en la sala estaba en desacuerdo con Draghi. Haruhijo Kuroda, gobernador del Banco de Japón (BoJ), recordó incluso que la autoridad monetaria nipona situó en negativo los tipos en 2015 y que aquel movimiento «no fue entendido por todo el mundo, lo que demuestra que es importante la labor de comunicación». Los tipos continúan allí ahora en el -0,1%, y Kuroda asegura que tienen previsiones más altas sobre el desempeño futuro de la inflación en un país que ha sufrido deflación crónica, pero en su estrategia, reconoce, se concede ahora más importancia al «cómo comunicar las decisiones haciéndolas previsibles», con lo que admite que es posible «preservar la harmonía en los mercados».
Yellen, por su parte, insistía también en esta idea. «Los participantes del mercado están buscando una mayor certeza» sobre la política monetaria, argumentaba la presidenta de la Reserva Federal, de forma que ahora centra sus esfuerzos en que los diferentes agentes económicos «entiendan que las subidas de tipos son una posibilidad» ante el desempeño de la economía. En la Fed hay 19 miembros del Comité y todas sus voces son muy escuchadas, sin embargo, esto tiene como consecuencia que «a veces puedan confundir al mercado», dijo, una apreciación con la que Draghi se solidarizó de inmediato. El presidente del BCE considera que en el Consejo de Gobierno del banco de los europeos no hay tanto disenso como a menudo parece desde fuera, debido a que «los periódicos utilizan lenguajes nacionales en lugar del inglés monetario y el mensaje parece diferente».
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, no le echó la culpa de nada a los periodistas, sino que le limitó a reconocer, en un tono más distendido, haber «aprendido» de sus compañeros de panel e insistió en la importancia de mejorar la comunicación. Destacó también la importancia de la investigación académica que publican los bancos centrales, aunque «no es la forma de llegar al público en general» y habló incluso de la necesidad de mejorar la comunicación entre las propias autoridades monetarias, que deben para ello «aprovechar las nuevas tecnologías».
¿Habría fracasado el Brexit si las autoridades británicas tuviesen un chat de whatsapp con el resto de las europeas?. Es posible, podría concluirse escuchando al gobernador del BoE, que reconoció la importancia de la comunicación desde las instituciones sobre los beneficios y perjuicios del Brexit para Reino Unido, y especialmente en la actualidad sobre las expectativas que tienen para el impacto en la economía.
Y lo mismo puede decirse de la nueva tarea de supervisión bancaria, donde el dominio de la comunicación de las medidas se revela decisivo en la aceptación de éstas por parte de los bancos e incluso de los ciudadanos. Será clave el relato de las «vulnerabilidades del sector bancario», se oyó decir en la sala, en una frase que recordaba bastante a la intervención del Banco Popular.