“Europa debe evitar que Google haga al transporte lo que Amazon al comercio electrónico”
A sus 59 años, Martin Varsavsky sigue hablando con el mismo entusiasmo sobre emprender empresas como cuando creó Jazztel, Ya.com, Fon, Viatel o Eolia. Y es que este reconocido emprendedor e inversor argentino, que vive a caballo entre EE UU y España, sigue en la cresta de la ola con tres proyectos: Prelude, que tras tres años funcionando se ha convertido en la mayor red de centros de fertilidad de EE UU; Overture, la startup que ha montado en Madrid para crear embriones con robots, y Goggo Networks, con la que quiere plantar cara a Google y ser un operador europeo de flota de coches autónomos. “Quiero ayudar a Europa a crear empresas que puedan competir con los gigantes de Silicon Valley, y eso es lo que hago con Goggo”, dice.
La semana pasada su startup de conducción autónoma Goggo captó 44 millones de euros, y eso que apenas es hoy poco más que un Excel, y cinco meses antes logró 20 millones de dólares para Overture, su startup para crear embriones con robots. ¿Cómo lo logra? Usted es un genio captando dinero.
Levantar dinero se basa en la confianza que uno inspira a los inversores y cuanto mejor te va en la vida, más confianzas inspiras. Eso no quiere decir que no puedas cometer errores, pero si tienes un track record con más éxitos que errores, tiendes a poder captar dinero con más facilidad. Cuando yo voy a levantar fondos, la gente piensa en mi carrera y ve que a lo largo de 25 años he creado empresas, donde una salió mal pero seis bien, y eso hace que algunos inversores crean. En mi caso, especialmente los de Silicon Valley, porque rara vez levanto dinero en España; generalmente consigo dinero en EE UU para hacer proyectos en España, aunque este año ha sido la primera vez que he levantado dinero en España: 156 millones en el fondo MVB.
En el entorno emprendedor dicen que sus puntos fuertes son su gran olfato para ver las oportunidades de mercado y esa capacidad para captar fondos, pero apuntan que su debilidad es su capacidad gestora. ¿Está de acuerdo?
Respecto al olfato en las nuevas tecnologías, sí, totalmente de acuerdo. La única empresa que realmente me fue mal fue EinsteiNet, en la que perdí 50 millones de euros míos. Pero en ese caso yo no diría que fue un fallo de gestión sino de timing. Fue la primera empresa europea de cloud computing y, al final, el cloud se ha hecho enorme, pero sin nosotros. Fui demasiado pionero. En EE UU hay una frase que dice que “los pioneros son los que terminan con las flechas en la espalda” y, a veces, he tenido flechas en mi espalda por haber empezado proyectos muy temprano. Respecto a la capacidad gestora, efectivamente yo necesito apoyarme en personas que saben ejecutar mis ideas, porque yo no soy la persona de la gestión del día a día. Aunque, últimamente, la empresa más grande que he hecho, Prelude, la dirigí yo el primer año. Pero sí, cuando uno hace empresas tiene que saber qué hace bien y qué hace mal, y asociarse con la gente que haga bien esa parte. Así que estoy de acuerdo con la crítica, por eso me rodeo de gestores muy buenos, pero ello no quiere decir que uno no pueda llevar los proyectos adelante. Ahora soy presidente de Prelude y el consejero delegado es TJ Farnsworth, con el hablo frecuentemente. Yo de la estrategia y el de la gestión. En el caso de Goggo está Yasmine Fage, que trabajó en McKinsey, y en el de Overture, que es la empresa que hace la máquina para hacer embriones, hay tres ejecutivos clave: Santiago Munne, que es cofundador y es el español que construyó en EE UU la empresa más grande de testeo de embriones, Ana García Poyo y Lionel Matthys.
¿Cómo detecta las oportunidades? ¿Cómo elige en qué sectores invierte, porque da la impresión de que siempre va un paso por delante?
Sí, ese es mi fuerte. Creer en tecnologías que están empezando y que, en general, están rodeadas de escépticos, como ocurrió en su momento con la energía solar. Todos decían que jamás iba a funcionar, que las placas fotovoltaicas eran carísimas, que todo era ridículo. En cambio, yo pensé que iba a haber como una especie de Ley de Moore de las placas fotovoltaicas, que efectivamente hubo y, ahora, las placas valen un 95% menos que cuando empezamos en 2005. Creo que todo eso se lo debo mucho a mi padre, que era un astrofísico y me pasé mi infancia escuchando cosas diferentes a la de todos los niños. Desde muy pequeño fui expuesto a la tecnología y las ciencias, también porque somos judíos asquenazis…