El sistema de reputación que podría convertir a China en el primer Estado totalitario digital del mundo
A principios de este año la policía de China comenzó a usar lentes con reconocimiento facial para identificar a delincuentes a través de la red de cámaras de vigilancia más grande del mundo. El país asiático ha instalado más de 170 millones de cámaras de videovigilancia en su territorio, y se estima que la cifra se triplicará hasta 626 millones para 2020. El sistema, que es particularmente útil para analizar multitudes en poco tiempo, ha sido utilizado para tomar fotografías de una persona sospechosa y luego compararla con imágenes almacenadas en una base de datos interna del gobierno. Ahora, las autoridades chinas prevén usar esas cámaras, entre otras cosas, para desarrollar un sistema de reputación social nacional.
En los próximos dos años, el Partido Comunista actualizará constantemente una puntuación de cada persona en el país basada en su comportamiento ante las cámaras. Por ejemplo, si un peatón cruza la calle por fuera de la senda peatonal, su acto se verá reflejado con una reducción en su puntuación. El sistema está diseñado para otorgar al Estado la capacidad de administrar castigos y repartir recompensas a sus súbditos.
Por supuesto que el uso de tal sistema no se limitaría a controlar delitos menores como cruzar la calle imprudentemente. Las autoridades chinas impidieron en abril que Liu Hu, un periodista, tomara un vuelo debido a su puntaje bajo. A finales de ese mes, el gobierno había prohibido el acceso de ciertos individuos a 11,4 millones de vuelos y 4,25 millones de viajes en tren, según el periódico estatal Global Times.
«No puedo comprar propiedades. Mi hijo no puede ir a una escuela privada», protestó Liu. «Sientes que estás siendo controlado por el sistema todo el tiempo».
El gobierno chino parece estar decidido en crear lo que la revista The Economist llamó «el primer estado totalitario digital del mundo». De hecho, los agentes detrás del proyecto dijeron que el propósito de la iniciativa es diseñar, para 2020, un sistema que «permitirá a los dignos de confianza andar por todos los lugares bajo el cielo, mientras que dificultará que los desacreditados den un solo paso»…