El Reinicio del Mundo
Nadie hubiera pensado al inicio de la pandemia de COVID-19 en los grandes cambios que esta traería, de tal forma que, más bien, parecería que estamos frente a un cambio de época. En efecto, estamos hablando de una gran transición cultural que sucedió en pocas semanas.
En esta crisis sanitaria, se nos ha obligado, entre muchos aspectos, a revisar modelos de producción, trabajo y gestión empresarial; reconstruir sistemas de innovación y conocimiento; revaluar mecanismos de colaboración y cooperación a gran escala; repensar estilos de vida y hábitos de consumo; redimensionar las expectativas sociales (menor desigualdad e inclusión social y equidad de género); así como priorizar el desarrollo sustentable.
La pandemia no solo puso en jaque nuestra salud física y mental, este gran choque de oferta y demanda puso en vilo nuestra estabilidad patrimonial ante la pérdida de empleo y la creciente inseguridad.
Desde el inicio del confinamiento, de acuerdo con iLab,: prestar y compartir; brindar servicios remotos como consultas médicas y educación a distancia; reparar y conectar; recalificarse y reconformar comunidades y alentar el altruismo, entre otras.
El “home office”, provocó que la línea divisoria entre hogar y trabajo se hiciera borrosa y nos orilló a conectarnos a través de plataformas digitales. Las videoconferencias se volvieron la norma y en muchos casos, “vinieron para quedarse”, ya que muchos trabajadores no retornarán a sus oficinas y esto derivará en un nuevo acuerdo laboral con el empleador que tiene muchas aristas, como: flexibilidad, equipo y seguridad en el trabajo.
A su vez, el trabajo en casa incidió en la movilidad en las grandes ciudades, buscando modos más independientes y ecológicos de transporte y ayudó a paliar “las horas pico” y su efecto contaminante; así como provocó una preferencia en las propiedades en ciudades de las cercanías y la demanda de mayores servicios de urbanización e infraestructura en estas, se elevó.
Las cadenas de suministro se convirtieron más cortas, resistentes y más locales y los organismos multilaterales fueron confrontados a mejorar su rendimiento o desaparecer.
El consumidor en la pandemia, se hizo más selectivo y buscó más la relación de calidad/precio y las características saludables y sostenibles del producto. Se transformó en un consumidor más digitalizado e informado a la hora de su elección, valorando más la seguridad, la higiene y lo nacional.
El confinamiento nos confrontó con la necesidad de mayor investigación e inversión en las áreas de la salud, principalmente para una población que envejece y cuya fragilidad se vio expuesta, pero también nos hizo conscientes del valor del aire limpio y, en general, de un mundo más verde.
El ajuste a la propuesta de valor a la “nueva normalidad” nos condujo a innovar en el modelo de negocio, en la producción, comercialización, distribución y en la adopción y adaptación de las tecnologías de la cuarta revolución industrial, a la nueva realidad.
La crisis de la pandemia nos cambió la vida, vendrán años de reconstrucción en lo económico y reparación del tejido social; asimismo, se gestará un verdadero replanteamiento en lo político.
Como se ha expresado desde el World Economic Forum, “…representa una oportunidad para reflexionar, repensar, redescubrir; en una palabra “resetear” el mundo hacia uno más saludable, incluyente y próspero”.