El capital riesgo cuenta con 4.000 millones para invertir en España
El capital riesgo tiene la escopeta cargada. Y en la diana ha puesto a una pléyade de empresas, grandes y pequeñas, que la pandemia del Covid-19 ha dejado a precio de saldo. En España, los fondos de private equity cuenta con 3.901 millones dispuestos para invertir en cualquier momento, según las cifras publicadas por la patronal del sector, Ascri.
Esto es lo que se conoce en el sector como drypowder. Es decir, el capital que ya han captado este tipo de fondos de sus inversores, pero que aún no han dedicado a ninguna inversión concreta y está disponible para invertir. Aunque abultada, esta cifra se encuentra aún lejos de los máximos en liquidez del sector, que se situaron por encima de los 6.000 millones. Se registró en 2008, justo antes de la explosión de la Gran Recesión.
El importe de drypowder descendió un 12,5% en 2019. La patronal del sector lo justifica en la intensa campaña de inversión que llevaron a cabo el año pasado las gestoras privadas nacionales. No obstante, esta cifra supone no solo una potente arma de la que dispone el sector para aprovechar las oportunidades que deriven de esta nueva crisis, sino también un buen escudo para que sus participadas pasen con mayor tranquilidad una recesión sin precedentes. Los fondos podrán así realizar inyecciones de capital adicionales a esas empresas en su portfolio con problemas.
Esta alta liquidez del sector viene favorecida por las políticas ultraexpansivas del Banco Central Europeo. La larga era de los tipos cero y los programas de compras de bonos corporativos y soberanos han hundido la rentabilidad de la renta fija, así como la inestabilidad de la Bolsa ha reducido el atractivo de la renta variable. Así, el capital riesgo se ha revelado casi como la única opción que ofrece atractivo para que los inversores puedan arañar algo de rentabilidad. El dinero que antes se invertía en la Bolsa o los bonos pasa a fondos de energía e infraestructuras y de ahí a los siguientes escalones en riesgo: primero el capital riesgo propiamente dicho y después el venture capital (invierte empresas tecnológicas de pequeño tamaño).
Por ello, la captación de fondos del private equity español en 2019 fue de 1.122 millones, ligeramente por debajo de los 1.995 millones que recabó en 2018. El venture capital, por su parte, captó su máximo histórico, 797 millones, frente a los 182 millones de un año antes. El llamado fundrising, que avanzaba viento en popa y a toda vela durante los últimos años, se ha cortado en seco en 2020 con la expansión del coronavirus. La inestabilidad económica y las dificultades por visitar potenciales inversores (que en su mayoría tienen su sede en Londres o Nueva York) han complicado esta empresa.
No ha sido así en todos los casos. Los fondos orientados a situaciones especiales, dedicados precisamente a intervenir en empresas con problemas, han podido llamar a las puertas de los inversores con mejores expectativas. Y también las grandes gestoras internacionales.
Brookfield, el mayor gestor de fondos de infraestructuras del mundo, ha exhibido fortaleza en el primer semestre captando capital por 23.000 millones. Esta gestora cuenta ya con 77.000 millones en drypowder, según informó el propio fondo canadiense en sus cuentas semestrales.
Sin embargo, el gigante con más liquidez a nivel internacional es Blackstone, con 155.900 millones. Muy por detrás se quedan Apollo, con 47.000 millones, y Carlyle, que atesora 73.000 millones y ha captado 4.800 millones en el último semestre. El capital recabado por KKR entre enero y junio superó los 16.000 millones. En Europa, EQT cuenta con un nuevo fondo de 14.500 millones con el que se acaba de hacerse con Idealista.
Así las cosas, Ascri calcula que los grandes fondos internacionales disponen de 1,4 billones para invertir en el momento que quieran. Solo tienen que fijar en su visor una empresa y disparar.