El cambio de hora nos puede hacer más productivos
Como cada último domingo de octubre, los ciudadanos españoles hemos pasado, en línea con los de la UE (obligatorio por directiva comunitaria desde 1981), al horario de invierno (como sucede en más de 70 países). España se reencuentra con su huso horario natural, el GMT (según el Meridiano de Greenwich), ya que, a lo estipulado por normativa europea en 2001, se añade la hora extra añadida por el gobierno franquista en 1942 (dejó de aplicarse en 1951 y retornó por la crisis energética del 73).
Por lo tanto, y desde hoy, este cambio supone un marco, en principio, más favorable para nuestro reloj biológico y, por lo tanto, susceptible de mejorar tanto la productividad en el trabajo, como el ahorro de energía (aunque, en el caso de España, el cambio de hora de primavera, con días más largos, con más sol, tienen muchos defensores). Este mecanismo de adaptación, según coinciden los especialistas, tarda unos días, en la mayoría de casos, en ajustarse.
Según estimaciones del IDAE, Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), entidad adscrita al Ministerio de Industria, Energía y Turismo, el ahorro en iluminación por el cambio de hora podría alcanzar «un 5% del consumo eléctrico, equivalente a unos 300 millones de euros (90 en hogares)». Pero el principal valor de este cambio de horario reside en las propias personas. Como reconoce José Luis Casero (presidente de ARHOE-Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles):
«Encontrarnos en nuestro huso horario favorece nuestro ritmo circadiano, nuestro reloj biológico, por lo que favorece nuestra productividad». Mientras en España el sol se pone, como mucho, con una hora de diferencia según la ubicación, en EE.UU. tienen hasta cinco husos horarios. Y a nivel mundial existen sustanciales diferencias, desde las propias de los países nórdicos a las de los países ecuatoriales.
Las variaciones en este ritmo circadiano (la conexión entre la rotación del planeta y nuestro reloj interno) puede afectar en factores relacionados con el rendimiento en el trabajo, como insomnio, ansiedad, trastornos del sueño y la alimentación, falta de concentración… aspectos lo suficientemente contrastados en la comunidad científica y reconocidos, como se demostró con el reciente Nobel de Medicina a Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young por sus trabajos sobre nuestro reloj interno.
Aprovechar la luz solar
Casero, como empresario y con experiencia en liderazgo de organizaciones empresariales y en puestos de responsabilidad en la administración pública, no duda en que lo idóneo pasa por mantener el horario que acaba de empezar: «Frente a quien dice que lo que se gana por un lado se pierde por otro, hay que subrayar que muchos estudios destacan cómo la falta de luz por la mañana afecta a la productividad. En el caso de España, tenemos unas condiciones de sol (y por lo tanto luz) muy buenas, y tenemos que acostumbrarnos a aprovechar esas horas de luz por la mañana».
Según José Díaz Canseco, CEO de la consultora The Human Touch y profesor asociado de EAE Business School, «este horario mejora la productividad, una mejor actividad, favorecidas por la salida del sol. Creo que no solo la sociedad, sino la Administración Pública, están cada vez más concienciados sobre la importancia de unos horarios correctos». En todo caso, y como apuntan las fuentes consultadas, el telón de fondo lo constituye la racionalización de los horarios, para los que el huso GMT (sin añadidos) es el más adecuado. «En España ââ¬âseñala Díazââ¬â, y según informes de instituciones como el FMI y la OCDE, el 85% de trabajadores trabaja más horas de las que les corresponden».
El actual huso horario favorece a nuestro reloj biológico
En este entorno, en España la jornada laboral suele empezar (salvo casos especiales, como los comerciales, turnos especiales, etc.), como media, una hora más tarde que en los países europeos, con un horario de comida más largo y que, también, empieza más tarde. Todo un desafío no solo para la conciliación sino, como reconoce Díaz, «un inconveniente para la productividad, ya que, por ejemplo, en el caso de los trabajos que requieren capacidad de concentración, la mente baja en picado a partir de las seis horas de comenzar la jornada laboral». Como señalan desde la Cámara de Comercio de España, la relación entre horarios adecuados y eficiencia es muy directa: «La racionalización horaria contribuiría a mejorar la productividad, además de los indudables efectos positivos en conciliación, absentismo y bienestar, que retroalimentarían a su vez las ganancias de eficiencia logradas. No obstante, se trata de una cuestión que no solo descansa en la empresa, sino que también se debe vincular a cambios en el ámbito social, educativo, cultural, de la comunicación o del sector público, entre otros».
Muchas compañías españolas ya han adaptado (circunstancias especiales aparte) sus pautas a la racionalización horaria, con cierres antes de las seis de la tarde, turnos de comida a la una del mediodía, etc. Según Arhoe, estas prácticas, acompañadas por una eficiente gestión empresarial, pueden conducir a «un incremento productivo de un 19% y un descenso del 30% en absentismo».