Drones, sensores, software… los vinos españoles brindan por la innovación
Hasta en un negocio con tanta tradición y solera como el sector vitivinícola, las bodegas y viñedos se reinventan, tecnifican y digitalizan. Nuevas generaciones de jóvenes entusiastas están modernizando e innovando en un sector milenario en nuestro país. Ya se utiliza software y sensores para medir la humedad y el estrés hídrico de cada cepa; drones para hacer, por ejemplo, un seguimiento del riesgo de enfermedades en los viñedos; sistemas que en dos minutos analizan el grado, potasio y ph de la uva; bodegas que utilizan la energía geotérmica reduciendo las emisiones de CO2 y aplican procesos de criomaceración en las uvas; suelos que se analizan por conductividad y de los que se toman muestras a diario; viñedos en los que se instalan estaciones meteorológicas… «Gracias a los avances técnicos y tecnológicos la calidad media de los vinos españoles ha mejorado extraordinariamente», afirma Rafael del Rey, director general del Observatorio del Vino. Una modernización que permitirá a este sector vitícola enfrentarse a nuevos retos.
España es el mayor viñedo del mundo con 954.650 hectáreas, el 59,9% de ellas son Denominación de Origen (DO). Y uno de los tres principales productores mundiales (por detrás de Francia e Italia): en 2015 generamos 43,3 millones de hectolitros. Tenemos casi 7.000 bodegas. «Las hay de tres personas: de una pareja más alguien que les echa una mano, que exportan, se mueven en redes sociales… Viñedos con tradición de varias generaciones y otros de jóvenes que han heredado las viñas del abuelo y han decidido cuidarlas y hacer un vino diferente. Es un sector extraordinariamente innovador. Existe un vino para cada tipo de consumidor y para cada momento de consumo. Y mucha energía y tecnología detrás», asegura Del Rey.
Además, podemos presumir de habernos convertido en líder mundial en la exportación de vino en volumen, que no en precio: 2016 cerró con 2.226 millones de litros (un 7% menos que en 2015) que llegaron a otros países por valor de 2.635,3 millones de euros (un 0,2% menos). Esta vez las ventas al exterior registraron una ligera caída debido a que se vendió menos vino a granel. Sin embargo, los vinos con denominación de origen crecieron el 1,6%. Francia, además de nuestro principal competidor junto con Italia, es el país que más vino español compra, seguido de Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y China. «Donde está más puesta la vista al futuro es en Asia y Norteamérica. Canadá está subiendo mucho y en México somos el primer vendedor del mundo», dice Del Rey.
Somos los que más cantidad de caldo vendemos, pero más barato que los franceses o italianos, nuestros rivales. Y eso que el año pasado el precio ascendió hasta los 1,18 euros por litro (un 7,3% más). Esto no ocurre porque nuestros vinos resulten de peor calidad sino porque los españoles «no sabemos vender nuestros productos. Francia e Italia nos duplican el valor del vino con denominación de origen. Tenemos los mejores vinos de la historia en todos los rincones del país pero hay que saber comunicarlo mejor y saber llegar a la gente», explica David Palacios, presidente de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV).
Ese es uno de los desafíos. Además de cuidar el mercado exterior y a consumidores de otras culturas, el sector vitícola dirige sus fuerzas al consumo interno, en caída desde hace quince años. Si se tiene en cuenta que se produce entre 40 y 42 millones de hectolitros de caldo por campaña, los españoles consumieron solo 9,8 millones en la de 2014-15. «A pesar de ser el mayor viñedo del mundo, nuestras cifras de consumo interno son ridículas, nos triplican países como Francia, Italia, Portugal y los del norte de Europa», asegura Palacios.
De ahí que los «millennials» se hayan convertido en un objetivo para estos negocios. «Para los más jóvenes el vino no resulta atractivo», afirma Palacios. El reto es dar la vuelta a esa tendencia. «Ellos demandan vinos con más aguja, menos graduaciones… Hay que transmitirles a través de sus herramientas, internet y las redes sociales, que el vino forma parte de su ocio, de compartir una tarde con los amigos, de un concierto o de una exposición», cuenta Palacios.
Por eso, la CECRV ha puesto en marcha el Movimiento Vino D.O., donde se han reunido 52 de las 69 denominaciones de origen para lanzar una campaña a través de las redes sociales con el fin hacer ver a los jóvenes que el vino forma parte de su cultura y de su ocio.
Viñedos mecanizados, bodegas automatizadas, las TIC… están ayudando mucho a conquistar nuevos públicos. La innovación está llegando en forma de vinos sin alcohol, muy complejos de elaborar; o de baja graduación; o más afrutados; o más espumosos, las preferencias de los «millennials»… Siempre conservando al consumidor tradicional. Y pensando en nuevas apuestas como el enoturismo, la vinoterapia, o el fenómenos de las «chardonnay girl» de Reino Unido y EE.UU. «Mujeres que al salir del trabajo quedan para charlar alrededor de una botella de vino», cuenta del Rey. Y eso también puede pasar en España. Con innovadoras ideas, no sería extraño que el sector vitícola perdurara otros mil años.