¿Cómo despertará la empresa española del coma inducido?
La economía española está en coma inducido. Fábricas paradas, centros comerciales vacíos, obras desiertas… El país trata de combatir la expansión del coronavirus Covid-19 reduciendo su actividad a la mínima expresión. Y no estamos solos. Más de un tercio de la población global tiene algún tipo de restricción de movimiento por los confinamientos decretados. El mundo hiberna, pero ¿cómo será el despertar?
Los osos y otros mamíferos están casi todo el invierno en un estado semivegetativo. Se preparan los meses previos comiendo en abundancia para acumular grasas, luego se refugian en sus cuevas y pasan meses con la actividad fisiológica aletargada y bombeando sangre a menos de 40 pulsaciones por minuto.
En el caso de la economía española, las dudas sobre cómo será el despertar primaveral de la hibernación son enormes y las perspectivas, menos halagüeñas que las de los osos. Primero, porque nunca jamás se ha vivido algo así y nadie sabe cómo aguantará el tejido empresarial. Segundo, porque no ha habido una preparación previa. Bien al contrario, el país aún estaba lamiéndose las heridas de la dura recesión de 2012. Y, en tercer lugar, porque esta distopía económica no nos atañe solo a nosotros. Nuestros socios comerciales están atravesando situaciones similares, y sus propias hibernaciones afectarán a cómo será nuestro despertar.
Respecto al primer aspecto, la configuración del sector empresarial español puede jugar en contra. “En España hay tres millones de microempresas, con tres empleados de media cada una. Son empresas que muchas veces disponen de un mes de tesorería, y calculamos que dos terceras partes operan en sectores cíclicos. Por lo tanto, muchas afrontarán enormes problemas para salir adelante”, explica Ignacio de la Torre, economista jefe de la firma de inversión Arcano.
Todos los bares del país cerrados. Las tiendas de ropa. Las librerías. Los talleres. Miles de fontaneros, mano sobre mano. Y de pintores. Y electricistas. Este ejército de autónomos y pequeños empresarios va a sufrir especialmente los efectos del coma inducido. Tienen poco margen para ajustar sus costes y pocas reservas para afrontar varios meses de inactividad…