Y usted, ¿qué opina del e-learning?
Adolfo Díaz es un aprendedor permanente que se declara autodidacto y usuario de las TIC, en mayor medida desde mediados los años 90. Por entonces, cuando todavía no funcionaba satisfactoriamente Internet, él se hallaba conectado, vía módem, a un servicio de información de Reuters y accedía a gran cantidad de artículos e informes sobre temas de su trabajo. Conoció la Enseñanza Asistida por Ordenador (en floppies) en los años 80, como también los sistemas de vídeo interactivo en discos de 30 cm., y calcula en más de 5.000 sus horas de aprendizaje electrónico (sobre todo on line) desde entonces.
P.: Debes saber mucho, Adolfo, después de tantas horas de vuelo. ¿Qué nos puedes decir, para empezar, de esta experiencia?
R.: Bueno, hay dos formas básicas de aprender on line: de modo formalmente orquestado en plataforma, y de manera libre, informal, abierta. En este último caso, que ha sido el mío en casi toda mi experiencia de aprendizaje, hay que hablar de exploración, de búsqueda, e incluso de descubrimientos serendipitosos en Internet. Uno aprendería más rápido si accediera a buenos productos empaquetados de e-learning, platafórmicos o extraplatafórmicos, pero el hecho es que, por los conocimientos que preciso, prefiero buscar sin límite de fuentes. Esto acaba produciendo aprendizaje sólido, aunque lleva en verdad su tiempo; pero yo me siento satisfecho, sí, de la denominada Sociedad de la Información.
P.: ¿Realmente uno acaba encontrando lo que busca en Internet?
R.: Lo que busca y lo que no busca, pero yo te hablo de mi caso, que puede ser distinto de otros. Hay gran cantidad de información, y muy interesante para mi trabajo de consultor de formación, pero uno tiene que contrastarla, que analizarla, que sintetizarla… No se puede dar por bueno lo que uno lee, pero eso también pasa con los libros impresos. Por ejemplo, estoy leyendo uno sobre el management del siglo XXI y, al margen de que los autores digan cosas que deben ser tomadas con cierta perspectiva, la traducción es deficiente y eso genera incomodidad e inseguridad. No suele ocurrir, pero éste está mal traducido.
P.: Sigamos en Internet: ¿qué opinión te merece la información que encuentras?, ¿resulta interesante e inteligible?
R.: Mira, cuando uno abre una página web, enseguida descubre, por las formas y los fondos, si esa información es para él o no. Si lo es, añades la página a tu archivo y la estudias. Normalmente puedes extraer 4 ó 5 mensajes valiosos, pero has de contrastarlos con otras informaciones, antes de incorporar nada a tu acervo de conocimientos. Si algo es muy interesante y muy extenso, entonces lo imprimo para estudiarlo con detenimiento, y me siendo en deuda con el autor.
P.: ¿Con qué temas estás ahora?
R.: Ando con temas de innovación, porque 2009 es el Año Europeo de la Creatividad y la Innovación, y estoy estos días volviendo sobre un personaje que ya me interesó mucho hace unos 8 años, cuando di con él: Genrich Altshuller. Entonces no supe apreciar su trascendencia, o quizá no encontré suficiente información en Internet, pero ahora hay bastante más, y esta figura me atrae mucho por su extraordinario despliegue de pensamiento analítico, sintético, conectivo y abstractivo; por la ejemplar gestión que hizo del riquísimo conocimiento a que pudo acceder: un registro de patentes. Te hablo de los años 40, cuando no sonaba el buzzword del knowledge management. Me pasaría todo el rato hablando de este ingenioso ingeniero, pero hablemos del e-learning.
P.: ¿Qué opinas de los cursos de e-learning, los que aparecen en las plataformas de las empresas?
R.: A mí, no me satisface lo visto, y ni siquiera los cursos que yo mismo diseñé en los años 2001 y 2002; pero esto que te digo se refiere a cursos transversales, generales, dirigidos a colectivos amplios…, además no he visto tanto como para sacar conclusiones consistentes de mi opinión. Probablemente haya cursos técnicos relacionados con la actividad de cada empresa, que sí generen aprendizajes significativos… En los cursos generales que se ofrecen, hay cosas bien pensadas e interesantes, pero también, en sensible medida, cosas bastante superficiales con las que se puede perder tiempo. Yo no sé si, en los diseños, se confunde a veces la efectividad con el efectismo, pero uno puede estar haciendo varias veces clic y esperando, para finalmente encontrarse con una obviedad, e incluso con algo contrario al sentido común. Para un buen mensaje, yo no necesito efectos especiales, y para un mal mensaje, tampoco.
P.: Ya me habían advertido que eres algo crítico…
R.: Bueno, me tengo por pensador reflexivo y crítico, lo que es distinto de la criticidad…; pero tengo que decirte que si un aprendedor no fuera un pensador crítico, entonces se podría tragar todo lo que le contaran, y eso no se lo aconsejo a nadie. Ni hablando de libros, ni de Internet, ni de e-learning platafórmico, ni de periódicos, ni de televisión… Hemos de contrastar cualquier información antes de incorporarla a nuestro acervo de conocimientos, y desde luego antes de tomar decisiones trascendentes.
P.: Es verdad que organismos como la propia Fundación Tripartita han denunciado ya alguna vez que el sector del e-learning no estaba generando, con sus productos y servicios, aprendizajes significativos en trabajadores y directivos, pero, ¿qué está pasando? ¿Por qué es así? Te lo pregunto porque además de aprendedor eres consultor.
R.: Temo que la enseñanza por ordenador, casi desde el principio, no esté siendo en suficiente medida una actividad de docentes, sino, en no pocas ocasiones, de técnicos informáticos, y quizá de diseñadores gráficos. Yo soy en efecto consultor de formación pero, sobre todo como e-learner, pienso que quizá se ha adulterado la Didáctica en su versión electrónica. Lo que a mí me enseña uno de esos cursos ofrecidos, lo puedo aprender en mucho menos tiempo en papel. Quizá esto no se debería decir así, pero las cosas no mejorarían si todos nos diéramos a la litote.
P.: ¿Qué quieres decir exactamente al hablar de adulteración de la Didáctica?
Yo digo que uno obtiene el conocimiento a partir de la información, y no de los efectos especiales ni del lucimiento de la tecnología; pero sólo te digo mi opinión, y cuento con que cada e-learner tendrá la suya, igualmente legítima. Yo te aconsejaría que preguntaras a muchos e-learners; no a los proveedores de e-learning, no a los departamentos de formación, no a los consultores nacionales e internacionales, sino a los e-learners que puedan expresarse con libertad: ¿Ha encontrado usted ―habría que preguntar― en los cursos de e-learning información realmente valiosa, concisa e inteligible, sencilla de traducir a conocimiento aplicable?
P.: Bueno, me lo has dejado a huevo, Adolfo, ¿qué es, para ti, un e-learner?
R.: Buena pregunta, porque lo que yo tengo en la cabeza es el aprendedor permanente profesional, por decirlo así; aquel que sabe que su trabajo perdería valor si no aprendiera continuamente, y no sólo conocimientos. Yo pienso en el profesional que no tiene ser de poder, sino afán de saber e innovar. No sé si tú querías entrevistar a este e-learner o a otro…; yo me refiero al individuo que sabe lo que quiere aprender, y está dispuesto a aprenderlo de un modo u otro.
P.: Sí, sí, para esta emergente economía del saber y el innovar, apuesto por el aprendedor permanente que tú dibujas, y creo que me voy aproximando yo mismo al perfil y que tengo bastante de autodidacto…; pero también debe haber usuarios de e-learning que se limiten a seguir los cursos on line a que les convoque, para sumar así cursos en su expediente…
R.: Claro, Pepe. Y también hay trabajadores que siguen instrucciones concretas de sus jefes, y se limitan (ponlo entre comillas) a las instrucciones recibidas, como hay a la vez trabajadores que, en empresas que catalizan esta relación, convienen metas y medios, y se desenvuelven con sensible autonomía. Hay de casi todo, y hay, desde luego, organizaciones inteligentes e innovadoras, y organizaciones casi como las que nos dibujaba Scott Adams. Por aquí abriríamos una gran digresión… Pregunta, pregunta.
P.: Sí, tengo más temas que comentar. ¿Qué opinas de las plataformas corporativas de e-learning?
R.: A mi modo de ver, habría que dar un salto cuántico en lo de las plataformas, como en otros aspectos del e-learning; pero quizá haya intereses que lo dificulten. Yo creo que las plataformas se quedan pequeñas para quienes desean aprender y compartir conocimientos con otros, y creo también que a nadie le gusta que lo vigilen mientras está aprendiendo (o trabajando). Básicamente, apuesto por el empowerment del aprendedor, si no te parece muy revolucionario para la entrevista. ¿Dónde saldrá?
P.: Bueno, pensaba enviarla a algunos portales de Internet con los que colaboro… En principio, ninguno me revisa lo que escribo cuando publico artículos… y entiendo que tú puedes decir lo que pienses, sin ofender a nadie…
R.: Pues yo apuesto por mayor protagonismo de los aprendedores en la formación continua, porque uno sólo aprende lo que quiere aprender, y sólo aplica lo que quiere aplicar, aunque puede hacer muchos cursos si le obligan, y coleccionar los correspondientes certificados. Por otra parte, tú puedes hacer muchos cursos de ventas porque tu jefe dice que no vendes, pero luego el problema puede estar en la relación calidad-precio de los productos, etc. O, si eres directivo, puedes hacer muchos cursos de liderazgo, y coronarte con nimbos de líder, y que tus subordinados te sigan viendo como un gestor, incluso como un mal gestor.
P.: Vale, vale, Adolfo… Volvamos al e-learning: ¿tú crees que se trata de una modalidad en claro crecimiento, como dicen los agentes del sector?
R.: Vamos a ver, el e-learning es tan incuestionable como las TIC; los que pueden resultar cuestionables son buena parte de los cursos platafórmicos que se ofrecen. Yo creo que el uso de Internet para aprender está creciendo, pero que el seguimiento de cursos empaquetados está relativamente estancado, y que el crecimiento de que se habla se podría deber a la oferta de cursos on line subvencionados. Temo que la única forma de hablar de crecimiento sensible sea mezclar el e-learning con el blended learning, o sea, desvirtuar la realidad; pero puedo estar equivocado. Como aprendedor, yo sólo prefiero el e-learning platafórmico que se nos ofrece, si me genera un aprendizaje más rápido, más efectivo y más grato; si no, no. Imagino que los proveedores se habrán puesto ya como tarea el hacer precisamente productos que generen este aprendizaje más rápido, efectivo y cómodo.
P.: Vayamos a los contenidos ofrecidos, pero sin hablar todavía de la calidad ni del efectismo a que te referías. ¿Qué te parece la oferta, en cuanto a títulos y contenidos, dentro de la formación on line? ¿Está alineada la oferta de títulos, con la demanda de formación para el siglo XXI?
R.: En efecto, lo importante es el qué aprender y no tanto el cómo. Al respecto, y hablando de cursos de amplio espectro, se siguen ofreciendo, por ejemplo, cursos de reuniones que no han contribuido gran cosa a la efectividad de las mismas: no me consta que por fin se aborden las competencias conversacionales, sino sólo cosas como la agenda, la convocatoria, la participación, las conclusiones, las decisiones, el plan de acción… Se siguen ofreciendo cursos de gestión del tiempo, cuando quizá lo que haya que gestionar mejor sea la atención, o el tiempo te lo gestione tu jefe. Hay que renovar la oferta, sin duda, pero aprovechar a la vez para hacer las cosas mejor en cuanto a efectividad de los cursos, en sintonía con las necesidades reales.
P.: Entonces, ¿hay que rediseñar los cursos?
R.: Yo creo que hay que revisar los perfiles de jefes y subordinados, sin dejarse influir por los modelos de liderazgo y seguidismo que se predican, y que hay que disponer formación efectiva para el cultivo de esos perfiles. Pero, sobre todo, atender a los conocimientos técnicos que todos precisamos renovar casi cada día, especialmente si hemos de tomar decisiones en la empresa.
P.: Hablemos ahora de calidad. ¿Qué opinas de las certificaciones de calidad del e-learning, de los sellos de calidad?
R.: Córcholis Pepe, esa parece una pregunta capciosa. Yo no presto gran atención a certificados y certificaciones de calidad. El último horno que compramos en casa venía con un sello de calidad, pero traía un remache roto y el técnico que lo iba a instalar me dijo que podía poner un tornillo, pero que la norma se lo prohibía: tuvimos que esperar a que trajeran otro horno. En cuanto al e-learning, como e-learner prefiero ser yo mismo quien sancione la calidad de los productos de que soy usuario, y consideraría una impostura que me dijeran que un curso es bueno, si no genera los aprendizajes prometidos Me recuerda cuando nos quejábamos de frío en una planta de una gran empresa, y entonces venían cinco o seis señores de mantenimiento con sofisticados aparatos de medida y nos decían que todo estaba bien.
P.: ¿Crees que los usuarios del e-learning están insatisfechos?
R.: Depende de a qué te refieras con lo de e-learning, pero yo lo que diría es que se hagan encuestas sobre usuarios y no sobre directores de formación. Como seguramente conoces, Íñigo Babot relata el caso de 10.000 usuarios insatisfechos con un curso de e-learning en una gran empresa: al parecer, se contrató a un grupo de consultores internacionales para averiguar qué estaba pasando, y los consultores internacionales, después de su análisis (plataforma, tutores, contenidos…), dijeron que todo estaba bien… Observa: 10.000 usuarios tan insatisfechos como para que la empresa contrate un grupo de consultores internacionales para averiguar por qué, y éstos diciendo que todo estaba bien y sintiéndose perdidos.
P.: Ahora estoy yo algo perdido: ¿de qué más podemos hablar?
R.: Sí, yo lo veo como una conversación, más que como una entrevista. Déjame que te pregunte yo a ti. Tú eres un e-teacher, hay más de un millón de palabras tuyas en Internet…, y aun hay cursos de redacción que usan tus textos en sus prácticas…
Pepe: Bueno, hay muchas palabras mías en digital y en papel, pero bastantes son repetidas…, y algunas cambiadas. Sí, escribo bastante porque me gusta, y me pasa a veces que, buscando información, doy con textos míos, pero lo importante es la opinión de los lectores, de los e-learners, de quienes quieren aprender.
Adolfo: Pues yo creo que los cursos platafórmicos son una parte modesta del e-learning total, y que el e-learning es sólo una parte del lifelong learning. El resto es formación en sala, on the job, etc., sin olvidar el aprendizaje informal de creciente peso, ni olvidar que todos somos un poco autodidactos también. Pero creo, sobre todo, que deberíamos hablar más del qué aprender y menos del cómo hacerlo. Así, en síntesis.
Pepe.: Bien, tengo que darte ya las gracias, aunque se pueda hablar mucho más de todo esto. Quizá en otro momento podamos hablar del uso que en las empresas se hace del conocimiento de los trabajadores y de su creatividad, pero por hoy puede valer… ¿Tú quieres añadir algo?
Adolfo: Pues solamente que yo, en realidad, soy un álter ego tuyo, y que te agradezco la oportunidad de manifestarme, estés o no de acuerdo con mi espontaneidad y franqueza. Puedo estar equivocado, pero me gusta decir lo que pienso, y me gustaría que los e-learners se manifestaran más; que fuéramos más, y más ruidosos, especialmente como usuarios de cursos platafórmicos. Pero ya te decía que lo importante es el aprendizaje permanente, sea cual fuere el método seguido, y en sintonía con los puestos de trabajo y con el desarrollo profesional.