Talento: Atracción mutua entre sujetos talentosos y organizaciones de prestigio – deGerencia.com

Talento: Atracción mutua entre sujetos talentosos y organizaciones de prestigio

La sociedad del conocimiento demanda del talento de las personas. Por tal motivo, se produce mucha bibliografía acerca de la “guerra por el talento”, sobre la selección y la retención de talentos. En este sentido, es importante conocer acerca de los factores organizacionales que ayudan a mantener el personal clave entro de la organización. Por ello, las investigaciones acerca de la mutua atracción que se produce entre personas talentosas y organizaciones de prestigio son de interés.

En nuestros trabajos anteriores, se ha hecho referencia a la influencia de los factores sociales en el desarrollo de los sujetos talentosos. Con respecto a la ciencia, en específico, existen una serie de cuestiones que han sido acuñadas por R. Merton, desde 1968, como el Efecto de Mateo en la ciencia (Merton, 1968 y 1988). Este término se utiliza para englobar las ventajas tempranas acumuladas que confieren ganancias futuras a los jóvenes científicos.

La denominación fue tomada de un pasaje bíblico que dice: \»a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más, pero al que no tiene, aún lo poco que tiene le será quitado\» (San Mateo, Capitulo 13, versículo 12), lo cual significa que el rico obtiene riquezas y el pobre obtiene pobrezas en todos los sentidos (Sternberg, 1988).

Según H. Walberg (1988), el aprendizaje actual y las conductas tienen una fuerte determinación en el pasado y, por otra parte, el bienestar amplía las oportunidades y los ambientes posteriores. Por ello, en ciencia, las ventajas iniciales que puede acumular un joven y que forman parte del denominado Efecto de Mateo son, por ejemplo, el hecho de iniciarse en la vida laboral en centros prestigiosos donde se pueda trabajar con científicos eminentes (recuérdese que los Premios Nóbel han sido colaboradores de otros Premios Nóbel) y donde tengan la posibilidad de publicar desde los inicios de su carrera científica.

Estos elementos se combinan de múltiples formas y, con el paso del tiempo, les confieren a los noveles, por una parte, métodos y habilidades de trabajo y, por otra, premios y amplias oportunidades de tener altos niveles de productividad en el trabajo investigativo.

Existe una atracción mutua entre los jóvenes sobresalientes y las instituciones de prestigio. Los principiantes de talento desean trabajar en esos centros y estos, a su vez, tratan de captar ese tipo de neófitos. En esos lugares, se les facilitan contactos intelectuales y otras oportunidades que, con el tiempo, pueden llevarlos a distinguirse, si saben aprovechar lo que tienen a su alcance. El ambiente contribuye al crecimiento personal y éste, a su vez, tributa al mejoramiento del contexto (Walberg 1988, 1991, 1995).

Otra interpretación del Efecto de Mateo plantea que existe un conjunto de cuestiones que ayudan en una carrera y tienden a construirse por sí mismas, las cuales son: los títulos, la experiencia laboral, la formación técnica, los contactos profesionales, el apoyo financiero y la celebridad (Sternberg, 1988 y 1997)

El propio Merton (1968 y 1988) señala que desde su primera referencia a este hecho, en 1968, se han hecho muchas investigaciones que corroboran sus afirmaciones. Él indica que es necesario atender la forma mediante la cual las ventajas comparativas iniciales de capacidad entrenada, de posición y de recursos disponibles producen un incremento sucesivo de las ventajas y de las distancias entre “los que tienen y los que no tienen” en la ciencia, del mismo modo que ocurre en otros dominios de la vida, lo cual provoca una estratificación social dentro de la ciencia (Merton, 1988).

El reconocimiento del trabajo por parte de la comunidad científica está a favor del investigador establecido. El más conocido obtiene más crédito. Este hecho fue corroborado en los trabajos empíricos de H. Zuckerman y de Warren O. Hagston (citados por Merton, 1988).

Entre ellos, se destaca un ejemplo de un experimento que corrobora esto, donde dos científicos del área de la biología hicieron un trabajo juntos, desde la concepción, la ejecución hasta la redacción. Lo publicaron en dos artículos de la misma revista. El primer artículo describía el método y el segundo daba los detalles de la aplicación del método. Se alteró el orden de los autores. El científico menos conocido aparecía como primer autor del primer artículo y el científico más conocido apareció como primer autor del segundo artículo. Después, se hizo un estudio de las veces que aparecían citados los artículos en la bibliografía. El segundo artículo -firmado por el más conocido en primer lugar- se citó un 50% más de veces que el primero. Además, cuando se citaba el primer artículo siempre se citaba el segundo también; o sea que se citaba el segundo artículo sólo o los dos, nunca el primero nada más (Merton, 1988).

Ello demuestra que el autor más conocido en un área obtiene el crédito de los trabajos conjuntos, independientemente del orden de los autores. El más conocido se considera superior en el equipo de trabajo porque el menos conocido se “supone” que sea incapaz de hacer ese trabajo solo. Lo mismo sucede, en esta mala colocación de los créditos, cuando el artículo publicado muestra solamente el nombre de un científico desconocido hasta ese momento (Merton, 1988).

Los patrones incorrectos de colocación del crédito forman parte también de lo que Merton denomina como Efecto de Mateo. Este término ha sido extendido a diferentes áreas tales como la educación, la administración y la gerencia académica (Merton, 1988).

Otra cuestión que aprecia el autor a que estamos haciendo referencia es que en la mayoría de las disciplinas sólo el 5% de los científicos son los que producen más de la mitad de todos los artículos que se publican en ese dominio. También el número de artículos publicados difiere enormemente de la proporción de Ph D. Hay quienes publican sólo un artículo en toda su vida o ninguno, mientras que otros tienen 600 o más, y sacan un artículo cada varias semanas a lo largo de su vida laboral, para completar más de un millar al final de su producción (Merton, 1988).

El autor señala que si las distribuciones comentadas son inadecuadas, más aún lo es el uso del trabajo de los científicos por parte de sus contemporáneos. Esta utilización es crudamente más incorrecta según lo indica el número de veces que se citan los trabajos. Sobre ello, se han hecho varias investigaciones bajo su dirección, donde se han recopilado datos que permiten hacer estas afirmaciones (Merton, 1988).

Otra hipótesis sustentada por Zuckerman (1977) y por Merton (1988) está relacionada con el decrecimiento de la productividad en la investigación en la misma medida en que se incrementa la edad. Ellos plantean que los científicos productivos (reconocidos como tales por el sistema de premios en la ciencia) tienden a permanecer en su papel de investigadores, mientras que aquellos con declinación en la productividad científica tienden a cambiar hacia otros roles indispensables en la ciencia, sin excluir la administración o la gerencia de la ciencia (Merton, 1988). A esto también hace referencia Sternberg y será comentado más adelante.

El otro elemento de este efecto, y al cual se hace más referencia en la literatura, es la acumulación de ventajas entre los jóvenes. En opinión de Merton (1968 y 1988), ellas se derivan de una predisposición institucionalizada en favor de la precocidad. Las ventajas que acompañan al éxito temprano se toman como elementos que corroboran el Efecto de Mateo en contraste con la situación de los científicos jóvenes cuyo trabajo se juzga como ordinario (Merton, 1968 y 1988).

Los juicios de pronóstico temprano conducen a la frustración del talento en un segmento de los jóvenes mediante un proceso de autocumplimiento de la profecía. En las sociedades elitistas, sobre todo, los sujetos tienden a adquirir sucesivamente amplias oportunidades para el avance de su trabajo y los premios que van aparejado a ello. Las instituciones selectas tienen más recursos para el desarrollo de las investigaciones. El talentoso que encuentra su camino temprano dentro de esas instituciones tiende a aplicar su potencial para la adquisición de ventajas acumulativas. El sistema de premios, la colocación de los recursos y otros elementos de la selección social operan para crear y mantener una estructura de clase en la ciencia y una distribución estratificada de las oportunidades para el trabajo científico significativo entre los investigadores (Merton, 1988).

También existen ventajas que provienen del hogar y del tipo de escuela donde se estudió, entre otras, a las cuales se le agregan las señaladas. En los centros de excelencia mencionados, los jóvenes cuentan con el equipamiento necesario, con la asesoría capacitada, con asistentes capaces, con tiempo institucional para investigar, y sobre todo con un microambiente cognitivo formado por colegas que investigan en primera línea y encarnan la excelencia. Pueden acceder a los puntos estratégicos de comunicación en la red científica que da acceso rápido a la información actualizada (Merton, 1988).

Por lo general, existe otro grupo de jóvenes que no han exhibido el primer logro y se desvían, o son enviados, hacia medios menos estimulantes para el trabajo científico, donde los recursos son limitados. Esta fracción de trabajadores de la ciencia no precoces es atrapada por los procesos acumulativos de desventajas que los aleja del sistema de trabajo científico de alto rendimiento (Merton, 1988).

Esta es una vía de pérdida de talentos, según nuestro criterio. Por ello, es vital llevar a cabo un proceso de detección y desarrollo de talentos especialmente concebido para los centros de menos recursos.

Merton plantea que el origen de clase puede ser uno de los factores que afecte el florecimiento temprano o tardío del talento. Para designar a estos últimos, se utiliza el término “late-bloomer” aunque esto también depende de la disciplina o del dominio, para hablar con las palabras de Csikszentmihalyi. Las humanidades, por ejemplo, le dan más oportunidades a los “late-bloomer” que otras áreas como la Biología, la Matemática, la Física o las Ciencias Naturales en general, donde la maduración temprana es más común.

De esta manera, Merton (1988) concluye que las diferencias contextuales como el origen de clase y el área de la actividad intelectual en la cual el sujeto se desempeña, así como las diferencias individuales en el modelo de desempeño intelectual influyen en la posibilidad de éxito y de fracaso. Dicho con otras palabras, las diferencias individuales unidas al proceso de acumulación de ventajas y desventajas acentúan algunas desigualdades en el reconocimiento de los contemporáneos, las desigualdades en el acceso a los recursos y las desigualdades en la productividad científica.

La autoselección individual y la selección social e institucional interactúan y afectan las posibilidades sucesivas de ubicación en la estructura de oportunidades en la ciencia.

Cuando el desempeño de un científico excede extraordinariamente del promedio, en una institución o en una disciplina, empieza un proceso acumulativo de ventajas, en el cual ese sujeto tiende a adquirir, de manera sucesiva, amplias oportunidades para avanzar en su trabajo y los premios que se derivan de ello (Merton, 1988).

Las instituciones élites tienen más recursos para el avance en la investigación en ciertos dominios. Los talentos que encuentran su camino temprano dentro de ellas tienen un potencial ampliado para la adquisición de ventajas acumulativas. El sistema de premios, la asignación de recursos y otros elementos de la selección social operan para crear y mantener una estructura de clase en la ciencia produciendo una distribución estratificada de las oportunidades para el trabajo significativo entre los científicos (Merton, 1988).

Por otra parte, Rowe, en sus investigaciones realizadas en 1973, reportó que los científicos de los departamentos de I+D necesitan la confluencia de siete aspectos para alcanzar el éxito tales como:

  • la autonomía para investigar,
  • las instalaciones adecuadas,
  • las oportunidades administrativas,
  • la recompensa económica,
  • la seguridad del trabajo,
  • el acceso a la universidad y
  • las ventajas de las comunidades residenciales en los que trabajan

Acerca de los trabajos anteriores de las autoras, donde se ha hizo referencia a la influencia de lo social en el desarrollo del talento, se analizó cómo hoy día predominan, en el ámbito del talento, posiciones interaccionistas donde se reconoce tanto de papel de las condiciones biológicas como de las sociales, con predominio de estas últimas (Lorenzo y Martínez 1995).

Se examinaron las investigaciones que muestran la influencia de la escuela y la familia en el desarrollo del talento de los niños y las implicaciones que tiene para ellos pertenecer a los diferentes grupos que conforma la estructura social de la sociedad -clases sociales, grupos generacionales, raciales, sexuales y territoriales los cuales fueron denominados, en esos trabajos, como grupos de riesgo.

La pertenencia a una clase social condiciona el nivel socioeconómico de la familia y, en muchos países, las posibilidades de acceso a instituciones educativas de calidad, entre otras cuestiones. Formar parte de un grupo generacional influye en las personas. La época forma rasgos generacionales, valores que influyen en la manera de ver el mundo en las diferentes generaciones. Pertenecer a un grupo racial influye en el desarrollo personal por los elementos sociales y culturales asociados al color de la piel. Además, existen razas que han sido marginadas y explotadas a lo largo de los siglos, lo cual implica la acumulación histórica de desventajas y desigualdades sociales.

Ocupar una posición no favorable en estos grupos, por diversas causas, coloca a los menores en condiciones de partida desventajosas para el desarrollo de su talento. Si se tienen en cuenta estos elementos, y se le agrega lo analizado acerca del Efecto de Mateo, se puede hacer una aproximación a la influencia determinante de los factores sociales.

Estos elementos conforman lo que Pyryt, Masharov y Feng (1993) denominan Psicología de la Ciencia. Esta área proporciona información sobre los factores socioculturales que influyen en el desarrollo de los futuros científicos y examina las demandas y expectativas que existen con relación a los científicos, así como la función de los procesos de comunicación en la ciencia.

En la comunicación científica, se aprecia que el vehículo principal que emplean los científicos para dar a conocer los descubrimientos es publicar los resultados en revistas prestigiosas – aunque con el desarrollo actual de la informática, este lugar está siendo ocupado por Internet.

En cada disciplina científica, existe una jerarquía del prestigio de las revistas. El reconocimiento científico se amplía por la publicación en revistas de alta consideración. El hecho de poder insertarse en las publicaciones de este tipo depende de la calidad del manuscrito, del índice de rechazo de la revista, de la metodología y de la competencia de las referencias.

Otra de las investigaciones más relevantes dentro del marco de la sociología de la ciencia, que citan los autores mencionados, es el estudio de los Premios Nobel realizado por H. Zuckerman (1977). Los mismos habían egresado de prestigiosas universidades (Harvard, Columbia, Johns Hopkins, University of California at Berkeley y Princeton). Como se dijo antes, otros premiados con este galardón fueron sus supervisores al iniciarse en la vida laboral. De ellos, aprendieron a resolver importantes problemas, a buscar soluciones elegantes, a sostener altos niveles de ejecución y a trabajar fuerte para mantener ese nivel. Este modelo de acción los llevó a realizar publicaciones tempranas de sus investigaciones significativas con resultados reconocidos entre sus contemporáneos y los condujo a promociones académicas. A su vez, los ayudó a aumentar su autoconfianza como científicos y aprendieron que podían competir con los mejores. Además, establecieron contactos intelectuales con una amplia gama de personalidades de su área.

En sus investigaciones, H. Zuckerman (1977) apreció que existen dos procesos selectivos, uno de autoselección y otro de reclutamiento selectivo por parte de las instituciones académicas. Los primeros tienden a buscar centros de gran reputación para los estudios universitarios y postgraduados.

El estudio de los Premios Nóbel reporta que los laureados entraron en la red científica en etapas tempranas de su carrera, buscaron la posibilidad de trabajar con el mejor de su área. Tuvieron acceso a los canales de comunicación sobre los avances de sus disciplinas. Siempre estaban muy actualizados, al conocer lo que se hacía, dónde se hacía y quién lo hacía en su especialidad.

La persistencia y la autoestima los ayudaron porque varios de ellos fueron rechazados, al inicio, en algunas instituciones o por parte de algunos mentores y no se amedrentaron por eso. Buscaron otros centros y otros asesores importantes.

Hay que destacar el papel de la suerte (o de la casualidad, como preferimos llamarle) para encontrar mentores y lugares de trabajo que congenien con el sujeto. Por lo general, los científicos excelentes tienden a converger en un pequeño número de lugares con otros científicos de puntería.

Estas son evidencias claras de lo que Merton denominó como Efecto de Mateo en la Ciencia, donde se muestran los beneficios acumulativos que dan una ventaja inicial y contribuyen a obtener distinción en el área científica.

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Raquel Lorenzo Garcia

Doctora en Ciencias Pedagógicas. Especialista en la temática del talento y la creatividad. Master en Psicopedagogía. Licenciada en Educación. Investigador auxiliar y profesor auxiliar. Se ha desempeñado como docente, investigadora, gerente de investigaciones y como consultora. Ha impartido 137 cursos de postgrado, talleres y otras modalidades de capacitación sobre los...

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