¿Ratería Digital?
Sorpréndase de cómo lo que quizá está haciendo usted ahora con este artículo, puede ser considerado un crimen en países como Japón.
El mundo está por comprender si los móviles con cámaras son amigos o enemigos. Estos teléfonos móviles que permiten tomar y enviar fotos digitales están siendo elogiados por miles de fanáticos enamorados de su novedad e inmediatez. Este año las ventas de este tipo de dispositivos han aumentado en un 65% y más de 42 millones de usuarios podremos fotografiar y hablar por el mismo aparato a finales de este año.
Cuando el futbolista, David Beckham arribó a Tokio hace unos meses, sus miles de fanáticos inmortalizaron ese momento con su teléfono móvil. Fue en ese fin de semana que anuncios en el periódico aconsejaban a los usuarios el no escribir mensajes con el móvil y caminar a la vez.
Pero estos innovadores dispositivos están siendo percibidos como una tecnología non grata en este país asiático, donde algunos compradores astutos no se piensan dos veces el tomar fotos de imágenes que aparecen en libros, revistas y otros materiales impresos, sin necesidad de comprarlos. La piratería de alta tecnología llega a los móviles y algunos se atreven a llamarla hurto de información o ratería digital.
En Japón, una librería normal y corriente, puede perder un aproximado de 23.000 al año en ventas, es por ello que la Asociación de Editores de Revistas de Japón (Japanese Magazine Publishers Association) lanzó una campaña nacional con más de 30.000 afiches de concientización destinados a los usuarios con este tipo de hábitos y poder disminuir así el hurto de información. Aunque mucho de estos compradores no se darán por aludidos o no verán estos afiches, otros quizá ni sabían que este comportamiento era parte de un delito. El reto queda en manos de los dependientes, los cuales deberán diferenciar a un ladrón digital o a un usuario que está escribiendo un mensaje a otra persona.
Este fenómeno pudiera compararse con la versión peatonal del Napster, digitalizando contenidos sin permiso ya que es la mejor manera de compartirla; pero ahora el uso de cámaras digitales en librerías es llamado ratería digital, una estocada maestra a nivel publicitario por parte de la Asociación de Editores de Revistas de Japón, relacionando este fenómeno y comparándolo con un delito.
¿Acaso es un delito?
Pudiéramos decir que el término utilizado para este fin está mal enfocado, ya que hurto de información sería: si el bien se hubiera consumido reduciendo a otro el poder consumirlo. Este no es el caso, ya que la revista permanecerá en el anaquel, pero parte de la misma fue copiada (generalmente en una calidad muchísimo más baja) sin crear en el bien original ningún decrimento. El ejemplo típico es el de la mujer que ve una foto de un corte de pelo en una revista y quiere compartirla con su pareja para recibir su aprobación a propósito de este cambio de look. Se la envía por móvil y espera la respuesta.
El que las capacidades de los móviles aumenten y permitan fotocopiar páginas completas de ediciones impresas, harán que el tema se agrave. La única forma de que los editores puedan combatir esta práctica es la de empacar sus revistas con plásticos; cosa que ya hacen algunas, pero no todas se pueden dar este lujo ya que aumentarían los costes, por ende los precios, y las ventas bajarían.
¡Estímulo de Ventas!
En vez de disminuir las ventas, esta práctica pudiera estimular la promoción de la publicación, ya que cuando alguien le envía una foto de la revista a otra persona, crea una motivación de compra de esta publicación que antes no existía.
La ratería digital es un tema que será de gran importancia en el futuro, pero no es tan grande aún como para que las compañías se preocupen de ello.
Muchas veces no nos damos cuenta del rápido crecimiento del fundamentalismo de los derechos de autor, los cuales a veces pisotean los derechos del consumidor. Sin embargo, todo lo que hay en el espacio público es susceptible a ser reproducido digitalmente, y si no que se proteja adecuadamente, ¡Sálvese quien pueda!.