Lombrices y babas de caracol
La historia que voy a contar es una de las que México, nuestro querido México y todos los países latinoamericanos pueden conseguir por cientos si no es que por miles. Lo único que se requiere para multiplicar estos casos de éxito es que los gobiernos de verdad se pongan las pilas para sacar del letargo a los sistemas educativos caducos y para que apoyen con todo su empeño a quienes tengan ideas creativas e innovadoras.
Estudió en la Escuela Superior de Ingeniería Química del Instituto Politécnico Nacional y con mucha pasión ha dedicado más de cinco años a desarrollar nuevos productos. Otros mexicanos, malos mexicanos por cierto, en su afán por seguir haciendo válida la anécdota de los cangrejos, le han robado una de sus brillantes ideas de manera burda, pero altamente lucrativa. A pesar de ello, Iliana Méndez Barajas, aunque con cautela y desconfianza, sigue en sus intentos por desarrollar nuevos productos.
Siempre ha sido sobresaliente como investigadora y siendo estudiante , fue la triunfadora de un concurso con el desarrollo de un producto altamente alimenticio extraído del procesamiento de lombrices de tierra. Al siguiente año, para repetir como ganadora del concurso, dedicó ardua labor a investigar otra especie: el caracol.
Iliana le buscó al caracol otras propiedades fuera de su utilización como manjar en las mesas de la alta cocina, logrando con ello otro desarrollo con potencial empresarial. Le dio al clavo y descubrió en sus investigaciones que la baba de cierta especie de caracol es altamente rica en ciertas vitaminas, contiene colágeno y tiene mucha alantoína y elastina y es también abundante en antibiótico, todos estos componentes que son útiles para la piel humana. Así empezó su vía crucis por mas de dos mil días de trabajo para concretar un producto que le hiciera bien a la piel. Iliana tuvo éxito de nuevo y sus familiares y amigos estudiantes que cumplían con ella su trabajo de servicio social, reportaron todos, mujeres y hombres de edad superior o inferior a los 40 años, mejoras sustanciales en la piel, disminución de estrías y disimulación de cicatrices que producían la clásica pregunta: ¿Qué te hiciste, que estas tan suavecita?. El producto también es efectivo como auxiliar en quemaduras y erradicación de la celulitis de manera impresionante, solo le faltaría, para ser milagrosa, que fuera capaz de devolver el amor perdido. Este producto de Iliana, usado de manera habitual, ofrece los primeros resultados en menos de un mes.
En el año 2004, ésta politécnica, decidió dar a conocer su producto a cierto medio de comunicación y sorpresivamente, en menos de dos meses, se dio cuenta de que en la televisión dirigida a Latinoamérica, aparecieron productos similares de manera sospechosa, con las mismas propiedades y para los mismos objetivos que el producto de ella, pero ofrecido en forma de gel. Inicialmente el producto se ofreció en crema, pero ello, dificulta el proceso de absorción en la piel, por ello el producto terminó siendo ofrecido en gel el cual tiene más efectividad en procesos de absorción.
El producto fue lanzado para exportación a 50 dólares el frasco y ha sido muy bien recibido por el mercado y mientras tanto, esta muchacha mexicana esta en busca de dinero para montar un laboratorio bien equipado en donde pueda multiplicar su producción casera. La patente de este producto la consiguió Iliana en el año 2005 a la sombra de su producto clonado de quienes le robaron el desarrollo.
Esta investigadora comprobó en dos ocasiones que su escritorio había sido violado y en esas dos ocasiones encontró sus papeles de estudio desordenados en el propio lugar en donde desarrolla sus productos. Ello la ha obligado a producir su gel en horarios muy irregulares que no se pueden predecir y no le permite absolutamente a nadie que le ayude en la producción, como dice el dicho mexicano adaptado a este caso: la investigadora no era arisca, así la hicieron los que la robaron.
Al principio producía dos kilogramos que ahora se convirtieron en 300 kilogramos al mes y espera montar una planta que le permita producir cien mil piezas mensuales. Actualmente necesita cuatro millones de pesos para multiplicar su producción por diez y después, quince millones de pesos para aumentar veinte veces más su capacidad productiva. Iliana todavía no decide si se va a dedicar a ser empresaria o a ser investigadora, esta ilusionada por llegar a ofrecer a todos los desnutridos de México, que no son pocos, otro producto derivado de la lombriz rico en proteínas y muy nutritivo.