La coherencia
Cuando se piensa en las cualidades de una o un líder, a menudo se recurre a su visión y la solidez de su carácter, esa habilidad innata que permite arrastrar a las personas por afinidad: la capacidad de organización. O mejor dicho, la competencia numérica que te lleva a conocer a las personas del equipo y contribuir a que cada una de ellas descubra su propio talento, y cómo no, la asunción de riesgos de forma que cada cual conozca perfectamente su objetivo.
Luego estarían las atribuciones que tienen que ver con la influencia sobre los demás, o mejor dicho, la capacidad relacional y la empatía a fin de que todos se sientan interpretados como profesionales pero también como personas.
A este modelo básico pueden añadirse todas las que quieran a gusto de los gurús de turno y los manuales de dirección (?), no me pregunten por su utilidad, pero pienso que no hay que quitar la esperanza de muchos jóvenes que creen que haciendo un MBA, algún caso práctico y poniéndose en la cadena de mando ya saben dirigir. Pero es lo que hay, y no soy nadie para decepcionarles, aunque me temo que habrá que aprender a gestionar los miedos, la soledad del directivo, el riesgo, a menudo la incomprensión que como los tornados igual viene de arriba que de abajo. En eso también el aprendizaje viene del hacerlo y normalmente equivocándose a menudo.
No obstante y con todo eso, pocos hablan de una cualidad personal clave, probablemente, porque abunda poco en estos tiempos, yo la denominaría la coherencia. Me la ha recordado de forma inevitable y muy triste, la pérdida de una mujer de gran peso, especialmente en la sociedad de mi tierra, me refiero a la que fuera presidenta de Renfe, Mercè Sala. La verdad es que aunque pertenezco como patrona a una Fundación que ella creó -la FMRH- relacionada con los recursos humanos, tuve pocas oportunidades de compartir tiempo e ideas con ella, pero siempre me pareció alguien eficiente en sus múltiples funciones políticas, empresariales o sociales y de una enorme coherencia. En su libro relacionado con el cuento de Hamelín, explicaba el compromiso del líder, que al final, es lo que traza los caminos que sigue su gente.
También en estos días y desde un ámbito radicalmente opuesto, mi limitada afición futbolística no me impide valorar el gesto del ya, ex -manager del Barça, el Sr. Rijkaard, eludiendo criticar a nadie y asumiendo toda la culpa sin un gramo de rencor, o con un control emocional encomiable, su frase ganes o pierdas, siempre debes estar con tus principios debería enmarcarse como ejemplo de coherencia entre nuestros jóvenes futuros directivos.
Muy puntual su artículo. Felicitaciones. Saludos desde Lima. Perú. http://www.dervyjimenez.com
Me pareció que ál artpiculo de La coherencia le falto profundizar, me pareció un simple comentario y no me dejo ningún parendizaje. Creo que valdría la pena tener un mejor nivel en este tipo de contenidos y calificar mejor la información que se no hace llegar. Gracias