Impacto de la realidad nacional en la cotidianidad de la organizacion
Los eventos y noticias que cada día nos llegan por los medios de comunicación en ocasiones amenazan con desbordarnos y nos llenan de pasiones y emociones. Sin embargo, las situaciones externas al entorno laboral no tienen necesariamente impacto en la cotidianidad empresarial.
Aparentemente, todos los hechos de la realidad nacional son ajenos al desarrollo de las tareas cotidianas en el ejercicio del desempeño laboral, sin embargo, es claro para todos que dependiendo de la manera como estos hechos, especialmente los que tienen que ver con las relaciones con otros países y los temas económicos y financieros de la nación, dependerán en gran medida la permanencia de nuestras empresas en el mercado.
Para muchos el contexto empresarial, como lo sugiere D. Ulrich, es fundamental para poner en situación lo que ocurre con otras empresas del sector, de las movidas económicas que puedan llegar a configurar una amenaza para la supervivencia y sostenibilidad de la empresa en la cual trabajamos.
Son principalmente los ejecutivos quienes se atreven a revisar los alrededores empresariales con el fin de advertir situaciones que puedan arriesgar la competitividad organizacional, sin embargo son pocas las ocasiones en que incluimos en el círculo de nuestras preocupaciones los eventos sociales que pueden llegar a impactar la cotidianidad laboral.
Los recientes hechos de turbulencia social en los países del medio oriente, las evidencias de maltrato y descuido en las condiciones laborales en los países donde la mano de obra es aprovechada pero no recompensada adecuadamente, los eventos naturales como tornados, tormentas, terremotos, las crisis políticas de los países latinoamericanos, los triunfos y derrotas de los equipos de fútbol que ganan nuestra pasión, etc.., pasan en muchas organizaciones como experiencias que a duras penas son dignas de comentar en los descansos o en los almuerzos donde la comida sobra y el tema falta.
La rutina laboral parece haber quedado reducida a sus espacios y tiempos, el desarrollo de las tareas, por ejecutivas que sean, no parecen verse involucradas en los procesos de la evolución social y su contacto se limita a la realización de productos para clientes que aceptan o se quejan de los mismos y al cumplimiento de la normatividad legal establecida por los entes de control laboral.
La realidad, por su parte, nos dice que vivimos en un mundo donde las fronteras han desaparecido y recorremos todos los días las autopistas virtuales que nos conectan con otras culturas, contamos con herramientas tecnológicas que nos permiten establecer vínculos sociales y transaccionales con clientes y proveedores que están en otras latitudes, el idioma parece no ser ya una barrera y los cambios ocurren a la velocidad de un click.
Sin embargo, por paradójico que parezca, para muchos jefes y aún gerentes de las empresas, las redes sociales y el acceso a internet sigue siendo un territorio vedado al cual solo tienen acceso algunos ejecutivos que por su función lo necesitan, los demás siguen en un ostracismo que acaba cuando termina la jornada laboral.
El cambio de siglo aún no ha llegado a muchas empresas que siguen las rutinas de gestión que nacieron con la fundación de la misma y en muchos casos se proclama con orgullo que la tradición aún no da paso a la innovación. Las jornadas laborales avanzan bajo el peso de tareas por cumplir y el desconocimiento de lo significan los acuerdos del TLC y su impacto para la organización.
Las juntas directivas pasan directamente al P&G y al balance sin dedicar mayor discusión a los hechos que pueden ser oportunidad o amenaza para la empresa. Los gerentes se reúnen para hablar de la producción y de la necesidad de incrementar las ventas sin considerar el significado de la competitividad. En las áreas de talento humano se preocupan por hacer los llamados de atención a quienes llegan tarde y por vigilar que cumplan con el manual de funciones, olvidando su responsabilidad de interpretar el desempeño como un momento del desarrollo humano y organizacional.
Los aspectos sociales y su impacto en la organización han quedado relegados, en muchos casos, a los sentimientos filantrópicos de los dueños o gerentes que siguen confundiendo la caridad con la responsabilidad social (no importa el monto del cheque), y hacen de la misericordia una oportunidad para ganar indulgencias y popularidad entre los beneficiarios. Aún más complejo resulta cuando los aportes, donaciones y beneficios son para comunidades (que lo necesitan) pero que no están en su core de negocio y se convierte en un motivo para que ese altruismo termine siendo luz para para la calle y oscuridad para la casa. Vale la pena invitar a los ejecutivos y gerentes a reflexionar sobre lo que significa la RSE y lo que la norma ISO 26000 propone a los empresarios y las empresas.
La realidad es compleja y todo lo dicho puede no ser necesariamente cierto y fácilmente debatible y refutable al evidenciar que se trata de espacios y dimensiones diferenciables, tal como el centenario debate entre universidad y empresa que aún sigue dando mucho de qué hablar, sin embargo creo que la cotidianidad social impacta de muchas maneras en la gestión empresarial en términos de ánimo, entusiasmo y motivación para la ejecución de las tareas.
Considero que la gerencia debe estar vigilante a los nuevos horizontes que trascienden las fronteras cercanas de la empresa y atreverse a reconocer e intuir las nuevas tendencias que ya están presentes y que nos hemos negado a incorporarlas como ventaja competitiva, no se trata de anticipar lo que viene sino de aprovechar lo que ya llegó y amenaza con dejarnos rezagados en la orilla de la historia organizacional, tal como lo advierte Tom Peters en Re-imagina.
Espero que estas breves consideraciones motiven la discusión requerida sobre el tema con el fin de incentivar una reflexión que nos lleve a preguntarnos si realmente la cotidianidad empresarial es impactada por los cambios sociales o se trata de aspectos en donde no necesariamente se da la relación causa efecto.