Está por verse
La queja común de los ejecutivos es la misma de siempre: Ya no aguanto más, siempre estoy cansado. Cuando la situación es verdaderamente insoportable, según la Escuela de Negocios Wharton, cada vez más ejecutivos se replantean sus prioridades bajo un nuevo concepto: \»No quiero más ascensos, prefiero mantener mi puesto actual y dedicar más tiempo a mi familia\».
Y cuando todavía les quedan ganas de aceptar mas responsabilidades, les quita el sueño ofrecer una imagen cansada. Ya las arrugas pasaron a un segundo término, de acuerdo con varios cirujanos de estética, lo que hoy desean ejecutivos y empresarios es mostrar un aspecto fresco y dinámico. Saben que clientes, proveedores, accionistas y superiores lo valoran. A medida que aumentan las responsabilidades se incrementa este tipo de preocupación. Ángel Juárez, jefe del servicio de cirugía plástica y estética del Hospital Sanitas La Zarzuela de Madrid dice que Los hombres de negocios no quieren parecer fatigados, agotados, quieren que se les vea despiertos, una de las intervenciones más demandadas es la blefaroplastia, o cirugía que rejuvenece el rostro.
La blefaroplastia es una operación que suele realizarse con láser. Se trata de una técnica mínimamente invasiva que no deja cicatrices, ofrece un resultado natural, tiene un periodo de recuperación de cuatro días como máximo y corrige al ciento por ciento el problema de las bolsas oculares de los párpados superiores o inferiores o ambos, así como el excedente de piel palpebral que pudiera existir\».
Volviendo al tema de los que ya no quieren queso, sino salir de la ratonera, las empresas conciben la vida de sus ejecutivos de forma muy peculiar, desde que se identifica a una persona con potencial para puestos ejecutivos, se le anima a esforzarse para adquirir cada día más responsabilidades para alcanzar algún día una gerencia y seguir ascendiendo hasta quizá convertirse en Director General con todos los honores e ingresos que ello implica.
Hace veinte años (según Families and Work Institute), el 68% de los ejecutivos tenían como primer objetivo en su mira seguir ascendiendo, este año que esta por terminar, el porcentaje cayó al 52%; el 34% de las mujeres y el 21% de los hombres afirmaron haber reducido sus expectativas de carrera. Muchos ejecutivos ya no están dispuestos a trabajar 80 horas por semana para seguir subiendo en la escalera corporativa.
Para las empresas, esta tendencia no es fácil de absorber. Las estructuras organizacionales se diseñan suponiendo que los trabajadores aceptarán de manera sistemática todos los ascensos, hasta hoy nadie imaginaba que ante la noticia de una promoción en puerta, el ejecutivo en cuestión contestara: no, gracias, solo déjenme donde estoy. En muchas empresas, una respuesta como la anterior es más que suficiente para que la persona tenga que abandonar la empresa por despido debido a la mentalidad corporativa de que si no asciende, que se vaya. Pero ya no es así de simple y lo será todavía menos en el futuro. Los nuevos factores del entorno fuerzan a las empresas a tolerar este tipo de actitudes, en la nueva economía del conocimiento, los empleados claves son cada vez más costosos de remplazar.
La Escuela de negocios Wharton también señala que, hace 15 años, el costo de remplazar a un empleado clave se calculaba en un 150% de su sueldo, hoy ya rebasa el 200% y en las empresas intensivas en conocimiento, el costo de remplazo puede llegar al 500% además del hecho de que encontrar al sustituto adecuado puede tomar mucho tiempo. Por lo tanto, las empresas se han vuelto más flexibles en sus planes de desarrollo y además se están replanteando sus estrategias de incentivos y ya que la motivación tradicional de más responsabilidad=más salario no funciona como atractivo en todos los casos, se buscan formas alternativas de motivación como horarios flexibles o vacaciones extendidas.
El trabajo de los ejecutivos debe ser sustentable, las demandas del trabajo no deben llevarlo, ni a él ni a sus subordinados de manera permanente a la fatiga y al agotamiento. La sustentabilidad en el trabajo significa traer suficiente combustible en el tanque para aplicar mejor las habilidades y el talento. Ni el más talentoso, habilidoso y altamente motivado de los ejecutivos puede funcionar bien con el tanque de combustible vacío. En una encuesta reciente, el 80% de los ejecutivos encuestados reportaron experimentar emociones negativas debido a estar abrumados y sobrecargados de trabajo y por ello se vuelven impacientes, frustrados, enojados, ansiosos y actúan a la defensiva.
Por el contrario, cuando un ejecutivo se siente muy bien, en su mejor momento, se siente feliz, optimista, con mucha de energía, confiado, lleno de vida y conectado con el entorno. Estas emociones no solamente nos hacen sentir bien sino que, por ende, nos desempeñamos mejor. Entonces, ¿Porqué empeñarnos en ir en la dirección contraria?
El valor de las cosas que creamos no depende directamente del número de horas que les dedicamos, sino de la calidad de la energía que le ponemos a las horas dedicadas. Cuando la energía se renueva por el descanso y el esparcimiento, somos capaces de hacer más, en menos tiempo y con mucho más calidad, de manera sustentable.
En empresas norteamericanas, un trabajador talentoso le puede decir a su jefe Quiero tomarme tres meses de vacaciones para recorrer el mundo, si el empleado realmente tiene buen potencial, el pedido suele ser aceptado. Pero claro, esto es válido para el contexto norteamericano caracterizado por la \»guerra por el talento\». En los países latinos todavía no se observa esta tendencia con la misma fuerza, pero la realidad es la misma: los ejecutivos están empezando a optar por más tiempo libre en lugar de más ingreso y responsabilidades? ¿Cómo responderán las empresas latinoamericanas ante este nuevo escenario? Todavía esta por verse.