Empaquétate, etiquétate y véndete . . .
Cuando estudiamos, aprendemos a ser profesionales y en general nos hacemos propietarios del área del conocimiento que nos acredita como tales. Posteriormente, ya sea que trabajemos para alguna organización o que nos desarrollemos en el profesionalismo independiente, comenzamos a alternar, con otros profesionales y organizaciones que compiten con los mismos objetivos, por nuestras mismas metas (y clientes). A veces superándonos en antigüedad, conocimiento del medio o sencillamente sagacidad natural para tomar ventajas de oportunidades de negocios. Y es que tenemos que aprender a vendernos con eficacia. Tanto con nuestros colaboradores como con nuestros prospectos de negocios, hacia atrás y hacia adelante en nuestra propia cadena de valor. No podemos saltarnos técnicas básicas que nos permitan ser percibidos conforme un diseño que nosotros mismos elaboremos y por supuesto promovamos. Personal o virtualmente. Si profesionalmente nos preparamos para ofertar para para otros, bien deberemos aprender a hacerlo con nosotros mismos.
Para nuestro empaquetado, no es tan importante nuestra opinión sobre cómo nos vestimos, presentemos o nos comuniquemos como la de aquellas personas que queremos que compren nuestros productos o servicios o especialmente a nosotros mismos. La puntualidad y calidad de nuestro trabajo, la confiabilidad de nuestros criterios, la seriedad de nuestros compromisos constituirán la base de nuestro propio etiquetado y aunque es mucho lo que podamos seguir elaborando al respecto es fundamental entender que si no lo hacemos, organizada e inteligentemente, otros lo harán por nosotros y es casi seguro que no nos gustará la etiqueta que otro nos coloque.