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El proceso de cambio de paradigmas

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Analicemos un poco en profundidad el proceso de cambio de paradigmas.

El filósofo de las ciencias Thomas Kuhn dijo que los nuevos paradigmas son aceptados despacio si no sobre los cuerpos muertos, de quienes crecieron con los viejos.

Kuhn citó a muchos grandes científicos, desde Copérnico hasta Darwin y Maxwell, que tuvieron que luchar sin medida contra la resistencia de las mentes mediocres y fueron reconocidos recién mas tarde.

Max Plank lo expresó con las palabras más conocidas sobre el tema: \»Una nueva verdad científica no triunfa por convencimiento de sus oponentes, haciéndoles ver la luz, sino mas bien porque sus oponentes eventualmente mueren y una nueva generación crece con la familiaridad de ella.\»

Pero ¿por qué existen los oponentes en primer lugar?

Kuhn lo explica de manera sorprendentemente simple: Un nuevo paradigma o nueva visión tiene oponentes primordialmente porque los datos que la soportan no son persuasivos.

Einstein, por ejemplo, pudo haber rechazado la idea de que Dios juega dados con el universo [la mecánica quántica dice que el universo es esencialmente un lugar probabilístico e incierto] simplemente porque los datos que afirmaban el supuesto hábito apostador de Dios eran en aquel entonces ambiguos.

Después de suficientes hipótesis y pruebas, los datos confirmando la evolución de la mecánica quántica fueron innegables y hasta Einstein se convenció (aunque tal vez no estuvo muy feliz por ello).

Y ese es el punto: mientras los científicos y tecnócratas exhibirán su parte de pequeñez inercial, el rechazo de un potencial nuevo paradigma por parte de los expertos relevantes es inevitable debido al escepticismo institucionalizado, sin el cual la ciencia no lograría funcionar como medio para hallar conocimiento confiable.

Después de todo, hay innumerables descubrimientos espectaculares pero erróneos, por cada uno que soporta la prueba del tiempo. Con todas esas probabilidades en contra, el escepticismo es como un sistema inmunológico del conocimiento científico, que protege al cuerpo del conocimiento confiable que ha soportado el paso del tiempo, de las infecciones crónicas y fenómenos patológicos que pueden verse bien en los medios de comunicación, pero no pueden ser reproducidos en el
laboratorio.

El escepticismo es aun mucho mas importante al confrontar lo último en supuesta magia tecnológica, porque a menudo son vidas las que están en juego, no solamente inversiones.

Como dijera el Físico Richard Feynman, refiriéndose al desastre del trasbordador Challenger: \»la realidad debe preceder a las relaciones públicas, porque la naturaleza no puede ser engañada\». Sin embargo ese no es el caso en la mayoría de la humanidad, científica o no.

Los buenos científicos son entrenados para ser escépticos y no ser engañados o,mas particularmente, para no engañarse a sí mismos. De hecho, en ciencia y tecnología no es vergonzante ser escéptico sobre nuevos paradigmas brillantes o descubrimientos notables, que demuestran años mas tarde ser verdaderos. Se lo considera simplemente parte del trabajo.

Eso nos lleva de vuelta a Kuhn, porque virtualmente cada descubrimiento paradigmático, sea científico o tecnológico, es lanzado desde una posición de evidente debilidad. Las mentes brillantes, los progenitores de nuevos paradigmas tecnológicos o científicos, son aquellos que pueden extraer la verdad cuando aun está hundida en el pantano de los datos conflictivos.

Por lo tanto, un nuevo paradigma es muy probable que atraiga oponentes: es propuesto cuando la evidencia que lo soporta es aun ambigua.

Muchos expertos se opondrán entonces por la razón correcta (la evidencia no es convincente), antes que por la errónea (la mente aferrada a los antiguos puntos de vista), a pesar de lo que Khun, la prensa, los acosados científicos o inventores puedan decir en contrario.

La historia de la ciencia y la tecnología es escasa en ejemplos de nuevos paradigmas que fueron tan pesados que se aceptaron prácticamente sin oposición. La emergencia de la Biología Molecular es uno de ellos, como notara el biólogo Lewis Wolpert \»La evidencia de la estructura del DNA y otros descubrimientos fueron tan persuasivos que prácticamente todo el mundo -ciertamente los jóvenes- fueron atrapados por la excitación de lo que es claramente una nueva era para la biología.\»

O tomemos la Teoría de la Información, de Claude Shannon. Columna vertebral de la revolución digital actual. Cuando Shannon publicó su teoría en 1948, fue tan aplastante, recuerda el autor Mithcell Waldrop, que \’explotó con la fuerza de una bomba\’.

En el MIT la reacción fue: ¡Brillante! ¿Cómo no se me ocurrió antes?

Dicho de manera simple: la excitación de un nuevo descubrimiento legítimo supera en fuerza motivacional en ciencia, a los pequeños intereses personales.

En esta época, donde un potencial nuevo paradigma puede tener el valor de la riqueza de la OPEC, cuando un campo completo de la ciencia o tecnología puede emerger virtualmente de la noche a la mañana sobre la base de una sola publicación científica, el desafío consiste en diferenciar las auténticas renovaciones paradigmáticas de las fantasías glamorosas.

Ambas, en todo caso, ganarán apoyo y prensa copiosa, porque ambas prometen cosas grandiosas. La prensa, sin embargo, carecerá de valor para obtener opiniones sobrias; los reporteros apoyarán la visión de nuevo paradigma, porque es una historia mejor, aludirán a la gran cantidad de creyentes como prueba de que el nuevo paradigma es correcto.

En caso que los escépticos sean abundantes, los reporteros dirán que Kuhn estaba en lo cierto y que los expertos son envidiosos y de poca visión, antes que aceptar que la evidencia merece escepticismo.

La realidad es que un escepticismo vigoroso apuntado a un nuevo paradigma potencial, suele significar una de dos cosas y usualmente ambas: primero, que una espectacular revolución o un nuevo paradigma maravilloso es en verdad demasiado bueno para ser cierto y segundo, que
las razones para ser escéptico son realmente muy buenas.

Si la evidencia que soporta el nuevo paradigma alcanza un peso suficiente, entonces el escepticismo se diluirá. (Aunque, como sugiere la nueva economía, si esto sucede, deberíamos salvar nuestras cabezas).

Cuanto más permanece el escepticismo más probable es que el nuevo paradigma sea una ilusión y eventualmente se evapore en la dura luz de la realidad. Si usted apostó a su favor a pesar del escepticismo, entonces tendrá que asumir las pérdidas.

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