El Ciclo de la Acción Humana
La acción humana como consecuencia del acto de pensar hacer conectado con el acto de querer hacer, se desarrolla de acuerdo con ciclos. Esta concepción se sustenta en que el ser humano siempre actúa repitiendo lo que le causa placer y desechando lo que le causa dolor y/ o sufrimiento. Se podría afirmar que desde el comienzo de los tiempos, el ser humano ha tenido la tendencia de vivir en función de sus propias satisfacciones.
Desde ese criterio de la realidad humana, los ciclos de la acción personal tienen relación directa con los resultados obtenidos. Se tiende a repetir los resultados esperados por ser satisfactorios, y a eludir los resultados inesperados o a penas logrados, quizá por aquello del temor a lo incierto…
De acuerdo con el resultado que se genere, el ciclo de la acción humana posee tres estados: La acción terminada de acuerdo con lo esperado, la acción terminada a medias y la acción que quedó latente porque nunca se inició.
Acorde con dichos estados, se determinan las pautas de valoración de la acción realizada. De esa manera, la acción terminada de acuerdo con lo esperado es susceptible de ser repetida con mínimas correcciones. En general, es lo que se busca desde la formulación del plan inicial.
La acción terminada a medias, es susceptible de correcciones y este acto implica básicamente la consideración de tres factores: Las condiciones de origen. El método aplicado durante la realización y los factores internos y externos que la afectaron.
Las condiciones de origen tienen que ver con los motivos que dieron inicio a la acción propuesta: las procedencias, los modelos, las causas…, El método aplicado se relaciona con la forma como se orientó y desarrolló la acción desde el comienzo hasta el final y los factores internos y externos que influyeron las circunstancias que rodearon el normal quehacer de la acción.
A su vez, la acción latente o no iniciada, se denomina inacción y su valoración es nula.
De esa manera, el primer paso para realizar la valoración del ciclo de acción, consiste en darse cuenta que las causas de las limitaciones y las contradicciones no son genéticas, sino adquiridas. Que se puede cambiar la programación de los esquemas mentales, si se posee la disposición y los métodos para hacerlo.
De esa manera, se comienza con la planeación de las ideas sobre el futuro, y de ahí se genera la confianza para realizarlas, ya que para alcanzar sus sueños, la persona necesita prever y organizar los recursos que requieren sus proyectos.
Ese estado de fe en sí mismo que genera la confianza en lograr la acción personal esperada, proviene de la coherencia funcional de la persona, a través de la cual cada quien puede orientar sus acciones hacia las metas deseadas, de manera constructiva y eficaz hasta realizar sus propias ideas.
El ciclo de acción se da por una ley de causa efecto concepto. Esto significa que nuestras acciones son la causa de los efectos que logramos y a su vez, los efectos son la base de los conceptos que nos formamos. Desde este punto de vista, el sentido o sin sentido de los actos que realizamos y de las decisiones que tomamos, está determinado por la capacidad que tengamos para valorar los efectos de la propia acción sobre los objetivos y metas, con el fin de desarrollar nuevas estrategias de acción si es necesario.
Esta sencilla exposición de un tema tan complejo como son los efectos de la acción que realizan las personas durante el desarrollo de su quehacer personal, familiar o laboral, tiene especial importancia cuando se quiere comprender las causas que producen o que modifican la eficiencia en el desempeño del quehacer cotidiano.