Emprendimientos populares de Ecuador se reinventan y buscan aliados para subsistir
El 46,5 % del total de la Tasa de Actividad Emprendedora Temprana (TEA) en el país estuvo compuesto por mujeres en el 2019, uno de los principales indicadores del reporte de Global Entrepreneurship Monitor Ecuador 2019-2020 (también llamado GEM).
Un porcentaje que se ha visto afectado por la pandemia del COVID-19, pero que en varios sectores populares no ha desanimado a las mujeres que siguen capacitándose o buscan alternativas para mantener esta actividad.
Jenny Sánchez, presidenta de la fundación Nausan del sector Monte Sinaí, con personería jurídica desde hace dos años, dice que antes de la pandemia un grupo de mujeres se dedicaba a la elaboración y venta de tortas en la calle y además ofrecían servicios de bufete.
Pero ahora, agrega, decidieron cambiar sus productos y unas 40 mujeres de varios sectores, como Monte Sinaí, Bastión Popular, Sergio Toral, se dedican a preparar y vender empanadas, tortillas, bolones, entre otros.
Según Sánchez, tratan de buscar aliados estratégicos con empresas privadas para capacitarse y proveerse de productos, por lo que otro grupo de madres de familia se dedica a la venta de productos lácteos como leche, queso, yogur.
Karina Bricio, presidenta de la Asociación Madres Solteras en Acción, señala que cuentan con 45 madres emprendedoras del suburbio, Prosperina, Guasmo, Voluntad de Dios, entre otras, a las que se les da una capacitación progresiva para que tengan herramientas que puedan emprender.
Elaboración de sandalias, decoración para fiestas o eventos sociales, así como capacitación financiera son parte de los talleres que se paralizaron por la pandemia.
El próximo domingo retomarán la capacitación, pero reconoce que las familias de estos sectores se han visto afectadas porque no cuentan con recursos para poder emprender, por lo que insiste en que es necesario la ayuda gubernamental en el tema de emprendimiento en sectores vulnerables.
«No hay reactivación de emprendimiento (…) de 30 (mujeres) que se hayan reactivado con su producto unas cinco no más (se mantienen), porque no hay liquidez», menciona.
Añade que sobreviven porque , por ejemplo, una de ellas que elaboraba ropa a raíz de la pandemia se dedicó a hacer mascarillas. «Comenzó a vender una, dos, tres y ahora está vendiendo 20, 30, 50, 60 mascarillas».
Lissette Arellano, cofundadora de CoMadres Coworking, señala que uno de los pilares fundamentales de su plataforma es la tienda CoMarket, que es una vitrina donde se exhiben los productos de cada una de las expendedoras que no tienen el presupuesto para instalar un local comercial.
«Esta es una manera de apoyo, tener una disposición de percha económica que puedan exponer sus productos, atraer a clientes y crear presencia de marcas», señala.
Expresa que como parte de sus actividades el año pasado establecieron una alianza con Plan Internacional y dos mujeres lideresas tuvieron capacitación y recibieron clases de costura, actividad que se vio interrumpida por la pandemia, pero agrega de esta formación que una de ellas del sector de Nueva Prosperina ya tiene su máquina de coser, da clases y cuenta con otros negocios.
Añade que organizaciones privadas y del Estado deberían acercarse a las comunidades de sectores vulnerables porque de esta manera no representaría costos para aquellas mujeres y se les facilitaría el acceso a la capacitación e información para iniciar un emprendimiento.