Lo que haces importa para tu felicidad
El tema de la felicidad es complejo, empezando porque no hay una definición única de qué es la felicidad ni de qué es ser feliz.
Sea lo que sea, parece obvio que la felicidad tiene una serie de rasgos que sí son ciertos y sobre los que no cabe discusión.
Por una parte, la felicidad es dinámica. Hasta donde yo sé, nadie es exactamente igual de feliz —o de infeliz— durante todos y cada uno de los momentos de su vida.
Por otra parte, la felicidad depende tanto de factores internos como externos. En otras palabras, la felicidad depende tanto de lo que realmente sucede como de la forma en que se interpreta, se siente y se reacciona ante lo que sucede.
De todo eso que sucede, una parte ocurre de forma autónoma e independiente, sin que podamos hacer nada para provocarlo, evitarlo o cambiarlo.
Pero otra buena parte es consecuencia —directa o indirecta— de nuestras acciones, que a su vez son consecuencia de nuestras decisiones.
De todo lo anterior —desde el punto de vista de la efectividad— solo nos interesa lo que «cae» dentro de nuestro círculo de influencia, es decir, aquello sobre lo que podemos actuar.
Esto significa que nos vamos a centrar únicamente en aquello sobre lo que sí podemos hacer algo, es decir, en todo aquello que ocurre como resultado de lo que hacemos, y también en cómo interpretamos, sentimos y reaccionamos ante lo que ocurre.
Paul Dolan es para mí el referente actual en el campo de la felicidad. Discípulo de Kahneman, Dolan aborda el tema de la felicidad desde un enfoque totalmente alineado con la efectividad: céntrate en lo que puedes hacer.
La tesis central de Dolan es: «El modo en que nos sentimos está determinado, en gran medida, por lo que hacemos; lo que hacemos está en buena parte motivado por el previsible impacto en nuestra felicidad; y la felicidad es el feedback que recibimos en función del impacto de lo que hacemos»..