Las soft skills que debería tener el candidato ideal
La cuarta revolución industrial está propiciando que nuestra economía y la forma en que los seres humanos nos relacionamos esté cambiando a una velocidad nunca antes vista. Nos encontramos en la era de la digitalización, de la globalización, del big data y de la inteligencia artificial. Una época en la que a las empresas cada vez les resulta más difícil diferenciarse de las demás y es que en el momento en que un negocio tiene éxito o adquiere cierta relevancia en el mercado es rápidamente copiado y mejorado por la competencia.
La velocidad en la que un nuevo modelo de negocio o un nuevo producto se convierte en viejo es vertiginosa. Un ejemplo muy claro de todo de esto lo tenemos en el mercado los iphones. Si una marca deja de sacar nuevos modelos cada vez más sofisticados durante apenas un año, esta marca cae rápidamente en la irrelevancia. Resultará entonces intrascendente que el iphone que lanzó esa marca al mercado hace un par de años tuviera unas prestaciones fuera de serie. Sus competidores las habrán copiado y superado en un cortísimo espacio de tiempo. Por esta razón las empresas deben embarcarse, si quieren permanecer en el mercado, en un modelo de innovación continua y acelerada.
Para conseguir que una empresa se diferencie de la competencia y que su valor de marca sea notable, necesita captar y retener el mejor talento y sobre todo que ese talento combine la especialización de su función o hard skills con una serie de soft skills o habilidades blandas que hoy en día resultan imprescindibles para el éxito empresarial. Es preciso tener claro que en un escenario como el actual sólo aquellos negocios que cuenten con equipos excelentes conseguirán triunfar en un mercado cada vez más exigente, cambiante y competitivo.
Pero ¿Qué son exactamente las hard y las soft skills? Podríamos definir las hard skills como aquel conjunto de conocimientos y habilidades técnicas que son necesarias para que un trabajador se enfrente a una responsabilidad profesional. Estas competencias serían adquiridas en las escuelas, en la universidad o en los programas de formación promovidos por las empresas. Por el contrario, las soft skills son aquellas que tienen que ver con la inteligencia emocional y que son favorecedoras de las relaciones sociales. Entre estas podemos encontrar habilidades tales como la flexibilidad, la habilidad comunicativa, la capacidad de trabajar en equipo, la capacidad para autoorganizarse, etc. En definitiva, las habilidades blandas tienen que ver con la actitud de las personas mientras que las hard skills o habilidades duras serían aquellas que están relacionadas con las aptitudes necesarias para desarrollar una determinada profesión.
Normalmente se piensa que las habilidades que son realmente difíciles de conseguir son las hard skills, ya que suponen mucho tiempo y esfuerzo. Sin embargo, la realidad y la experiencia nos muestra que esto no suele ser así. Prueba de ello es que es habitual que con el tiempo nos vayamos dando cuenta de que muchos de nuestros compañeros de estudios que obtenían unas calificaciones extraordinarias cuando se incorporan a la vida profesional tienen un rendimiento y desempeño muy inferior al que auguraban esas magnificas calificaciones.
Por el contrario, los estudiantes que tenían capacidad de relacionarse con los demás, de tener carisma y de impulsar al grupo, aunque no hubieran obtenido unas calificaciones tan sobresalientes, han sido capaces, en muchos casos, de triunfar en sus carreras profesionales o en el desarrollo de negocios.
En el largo plazo son las soft skills las habilidades más importantes a tener en cuenta en el mundo laboral de hoy en día. Entre las más conocidas y buscadas podemos encontrar las del trabajo en equipo, la empatía, las habilidades comunicativas, la flexibilidad, el autoliderazgo, la capacidad de negociación o el pensamiento crítico. Junto a estas que son las más conocidas podemos añadir otras que son también muy importantes:
La capacidad de adaptación: En un entorno tan cambiante como el actual esta es una habilidad clave en cualquier organización.
Asertividad: Esta habilidad es esencial para que las relaciones en el trabajo sean saludables. Ser asertivo es decir lo que se siente o se piensa en el momento adecuado y con respeto, siendo muy consciente del impacto que va a tener lo que se dice. Ser asertivo es muy difícil porque ser asertivo no es decir lo primero que se le pasa a uno por la cabeza en cada momento. Eso es ser sincero y muchas veces la sinceridad si se emplea en momentos inadecuados se convierte en un “sincericidio” que resulta muy dañino en las organizaciones.
Curiosidad y capacidad de preguntar: Para adaptarnos a un entorno cambiante debemos tener una capacidad enorme por aprender nuevas habilidades y nuevos conceptos. Esto sólo será posible si somos personas curiosas y somos capaces de preguntar a los demás aquello que desconocemos.
En la mayoría de las ofertas de empleo se suelen describir únicamente cuales son las competencias técnicas que requiere un determinado puesto de trabajo obviándose las soft skills y esto es un error. En la entrevista de trabajo también se debería dar un mayor peso a contrastar estas habilidades blandas y por ello se debería dedicar un tercio de la misma a cotejar que el candidato cumple con las hard skills que requiere el puesto y los otros dos tercios restantes a comprobar que el candidato cuenta con las soft skills deseadas. Sólo de esta forma la plantilla de la empresa contará con el talento suficiente que le haga diferenciarse y liderar un mercado tan competitivo.