Xi Jinping promete reducir los aranceles al automóvil en plena guerra comercial con EE.UU.
En plena guerra comercial con Estados Unidos, el presidente de China, Xi Jinping, ha intentado calmar los ánimos este martes prometiendo una mayor apertura de su economía a la inversión extranjera. Aprovechando la inauguración del Foro Económico de Boao, que se celebra en la isla tropical de Hainan, Xi ha asegurado que este año se reducirán los aranceles en China, sobre todo los que gravan notablemente las importaciones de vehículos. Para las marcas de coches extranjeras, apuntó la posibilidad de que en el futuro puedan abrir sus propias fábricas sin necesidad de contar con un socio local, como ocurre hasta ahora.
Tras el fuego cruzado de aranceles en el que se han enzarzado Washington y Pekín, Xi Jinping ha usado este importante foro económico para lanzar su primer mensaje público desde que estallara el conflicto con Trump, quien se ha propuesto rebajar los 400.000 millones de dólares (324.000 millones de euros) que suma el déficit comercial estadounidense con China. En lugar de entrar al trapo para responder a sus acusaciones de «competencia desleal», el presidente chino ha prometido aumentar las importaciones para equilibrar la balanza comercial. «China no busca tener superávit. Tenemos un deseo sincero de aumentar las importaciones y conseguir un mayor equilibrio de los pagos internacionales», leyó en su discurso de apertura del Foro, según informa la agencia de noticias Xinhua.
Sin mencionar directamente a Trump, respondió a otra de sus acusaciones, la del robo de propiedad intelectual, prometiendo mayor protección legal para las marcas extranjeras que operan en China, que sufren con demasiada frecuencia las copias de sus competidores. «Una protección más fuerte de la propiedad intelectual es lo que piden las compañías extranjeras, e incluso más las chinas», reconoció Xi, quien ha puesto en marcha de nuevo el organismo encargado de este control. Con sus funciones reforzadas para perseguir y multar las falsificaciones, la Oficina Estatal de la Propiedad Intelectual persigue acabar con esta lacra tan extendida en la economía china.
«Animamos los intercambios normales de tecnología y la cooperación entre las empresas chinas y las extranjeras», señaló Xi Jinping para defenderse de otra de las quejas más frecuentes de las firmas foráneas. Con el cebo de tener acceso al mayor mercado del mundo, se trata de la transferencia de tecnología a los socios chinos que Pekín exige para trabajar en ciertos sectores.
Con estas medidas, el autoritario régimen de Pekín quiere crear un clima más favorable para la inversión extranjera tras años de críticas a su creciente control y a los compromisos incumplidos desde su ingreso en 2001 en la Organización Mundial del Comercio (OMC). «China dependió principalmente de proporcionar políticas favorables para los inversores extranjeros en el pasado, pero ahora tendremos que mejorar ese clima para la inversión», declaró el presidente Xi.
Para garantizar esas inversiones extranjeras, prometió «mejorar el alineamiento con la economía internacional y las normas del comercio, aumentar la transparencia, fortalecer la protección intelectual, mantener el imperio de la ley, mejorar la competencia y rechazar los monopolios». Un auténtico brindis al sol porque, a pesar de sus palabras, las empresas estatales controlan todavía numerosos sectores de la economía, como la energía, las telecomunicaciones y las infraestructuras, que permanecen cerrados a las firmas de otros países.
Dentro de las reformas prometidas por Xi Jinping para continuar con la apertura de China al capitalismo, de la que se cumplen 40 años, destaca la elaboración de una lista negativa para aclarar dónde pueden invertir y dónde no las empresas extranjeras. Alabando dicha «política de reforma y apertura», iniciada en 1978 por Deng Xiaoping, sucesor de Mao Zedong, el presidente chino se congratuló por los profundos cambios que ha vivido su país, que definió como «una segunda revolución» tras la que impuso el comunismo en 1949. Entre sus mayores logros, destacó un crecimiento medio anual del 9,5% en estas cuatro últimas décadas y un aumento del comercio exterior del 14,5% cada año, que ha sacado a más de 700 millones de chinos de la pobreza.
Erigiéndose en adalid del libre comercio frente al proteccionismo que enarbola Trump, Xi Jinping abogó por abandonar la «mentalidad de suma cero de la Guerra Fría» para seguir abriendo China al mundo.