Snapchat, el fantasma que ronda por Wall Street y acecha a Twitter
Pasemos a lo siguiente antes de entrar a considerar lo que nos ocupa. En un mundo con cierto déficit de atención y alergia a las explicaciones, Snapchat estaba condenada a convertirse en fenómeno. Creada en 2011, este híbrido de red social y servicio de mensajería que causa furor entre los más jóvenes tiene la particularidad de que sus imágenes y textos se «autodestruyen» al poco tiempo de ser visionados. La consolidación de lo efímero y el tributo definitivo de la «Generación Z» al superagente 86. Mil palabras nunca valieron menos. En un ecosistema muy dado a poner nuevos reyes sin atenerse a demasidos lutos, Snaptchap busca coronarse: a mediados de año, la aplicación fantasmal ya superaba los 150 millones de usuarios activos, un 70% más que en 2014.
Los paralelismos con Twitter son evidentes. Crecimiento rápido del número de usuarios, problemas para convertir el modelo en un negocio rentable… y el interés de la competencia. Si en 2008 la compañía del pajarito azul rechazaba una oferta de Facebook por 500 millones de dólares, hace un par de años, el fundador de Snapchat, Evan Spiegel, también daba calabazas a Zuckerberg a pesar de que ponía sobre la mesa 3.000 millones de dólares (2.000 millones más de lo que costó Instagram).
El siguiente paso natural parecía el salto a Bolsa. Y en ello está la aplicación espectral. Snap, su matriz, ya habría contratado los servicios de Morgan Stanley y Goldman Sachs para lanzarse al parqué. Según «The Wall Street Journal», la operación, que nunca se realizaría antes de marzo de 2017, pretendería captar unos 4.000 millones de dólares y podría valorar la firma en al menos 25.000 millones. Una cifra bastante superior a los 17.800 en los que fue valorada tras su última ronda de financiación. Solo el tiempo dirá si la euforia y las expectativas son excesivas. Snatchap solo ingresó 59 millones de dólares en 2015 (aunque espera alcanzar los 500 en 2017). Y no hay que olvidar que Twitter, con 18.000 millones de dólares, aún es la protagonista de la mayor salida a Bolsa de una firma tecnológica, pero sus títulos han perdido ya casi un 60% de su valor. La compañía de Jack Dorsey, que antes rechazaba novias, suspira ahora por una operación (se habló mucho del interés de Google y Salesforce) que revitalice su negocio. Mientras tanto, acaba de anunciar que sigue en pérdidas (98 millones en el tercer trimestre) y que despedirá al 9% de su plantilla en 2017.
Lecciones a recordar
¿Habrá aprendido Snatchap de la historia de ascensión y caída del pájaro? «El problema de estas aplicaciones es cómo monetizar su apuesta. Se centran en conseguir el mayor número de usuarios posible, pero luego hay que rentabilizarlos. A Snapchat aun le queda mucho por demostrar en este sentido», asegura Álvaro García Capelo, analista de XTB. Pero el fantasma comienza a materializarse. En primer lugar, ha sido ágil al incorporar plataformas a sus servicios, como las «historias» (narraciones de larga duración en vídeo) que finalmente acabó replicando Instagram sin rubor. El reciente lanzamiento de Lifestage, una red social apadrinada por Facebook y orientada a menores de 21 años, confirma que el modelo ha cuajado. «Cuando otras redes te copian, es buena señal. Es difícil evaluar cuál será su comportamiento si sale a Bolsa, pero es una compañía que despierta interés en el mercado», advierte García Capelo. Otra apuesta distintiva es Discover, un servicio de medios de comunicación asociados que utilizan como trampolín para sus contenidos.
La plataforma de Spiegel también tiene otra ventaja sobre Twitter: el corral está menos revuelto. «El problema de Twitter es que no ha sabido manejar el fenómeno de los «trolls» o «haters», gente que sin identificarse se dedica a criticar impunemente. En este sentido, Snapchat está más controlado», asegura Abel Monfort, profesor en Grado en Marketing de ESIC.
Pero la estrategia de Snapchat también ofrece dudas. «La usa una masa importante de adolescentes, pero la cuestión es si las grandes empresas van a poder crear en ella una estrategia publicitaria que pueda impactar en sus públicos. El «target» es demasiado joven. Y como he leído en algún artículo, da la sensación de que está específicamente diseñada para ser complicada de entender», asegura el profesor del ESIC.
Monfort cree que Snapchat sí está haciendo sus deberes en la gestión y venta de publicidad asociada, «pero se enfrenta al mismo problema que otras redes sociales: que las empresas opten por acercarse a esta red a través de «influencers», de cuentas privadas y personales, y no tanto a través de publicidad». El encaje de los anuncios dentro de los contenidos que difunden los medios de comunicación socios en Discover también parece complejo. «Y su tecnología hace especialmente sencillo evitar su visionado», recuerda. ââ¬Å
A pesar de que los efectos del fiasco de Google Glass aún son visibles, otra de las grandes apuestas de futuro de Snapchat es Spectacles, unas gafas de sol con dos cámaras incorporadas que permiten enviar vídeos directamente a las redes sociales. «Están intentando unir el mundo digital con el de la calle. Van dirigidas al público joven, quieren que sea un objeto cotidiano», asegura Álvaro García Capelo. «Es un paso clave hacia otra dimensión de negocio», añade. Abel Monfort coincide en que puede ser una vía importante para diversificar la actividad y apuntalar ingresos. «Va dirigido a su propio público, con un precio asumible (130 dólares) . El diseño parece atractivo y más divertido, puedes estar con ellas en la calle. Es una apuesta muy interesante», asegura el profesor de ESIC. Snatchap apunta al trono, pero aún tiene batallas pendientes para evitar que su reinado sea tan efímero como sus mensajes.