¿Trabajas mucho y ganas muy poco? Aprende cuánto vale tu tiempo
El inicio de la carrera de un empresario está lleno de retos, desde adquirir clientes, conseguir créditos con los proveedores o con algún banco, contratar gente, entrenarlos, darles seguimiento, ver clientes, hacer la contabilidad, hasta entregar pedidos, etcétera, etcétera.
Desde mi punto de vista, el reto más importante es precisamente lidiar con la capacidad limitada que tiene cualquier persona para atender diferentes frentes al mismo tiempo.
Es muy común encontrarse con emprendedores que tienen una lista de pendientes interminables, trabajan más de 12 horas diarias y que para cuando llega el viernes, sienten que trabajaron bastante, pero al voltear hacia atrás y revisar lo que hicieron se dan cuenta de que no hay avance en temas importantes o estratégicos.
En pocas palabras, los emprendedores se la pasan muy ocupados, pero no avanzan en lo realmente importante. Se vuelven reactivos y no proactivos.
Algo muy parecido le ocurría a Laura O. una gran fotógrafa de Monterrey, uno de mis primeros casos como asesor de Pymes. Laura se quejaba de que le iba bien pero que no generaba suficiente dinero; ella quería que le ayudara a conseguir más clientes.
Cuando empecé a trabajar con ella noté que todo el día andaba como loca, de un lado a otro llena de actividades, incluso trabajando sábados y domingos. Algo no cuadraba: si estás trabajando más de 70 horas a la semana ¿para qué quieres más clientes? “El problema no es cómo conseguir más clientes, el problema es que tú haces todo”, le decía.
Lo primero que se me vino a la mente fue: necesitas contratar más gente, con este apoyo podrás tener más tiempo para atender más clientes, bastante obvio (según yo). A lo que Laura me contestaba “OK, la contrato y ¿con qué le pago? ¿A qué horas la entreno? ¿Y qué pasa si se me va?” Argumentaba que, aunque entrenara un equipo, ella tenía que seguir tomando las
fotos, porque la gente iba por ella, y esperaba, que ella fuera la que hiciera el trabajo. Además, aseguraba que ella misma tenía que hacer los retoques en Photoshop “para que las fotos queden como ella quería”.
Como esa idea no iba a “funcionar” empezamos entonces a revisar el tipo de proyectos que hacía y cuanto cobraba por cada uno. Sospechaba que había algunos proyectos más rentables que otros.
Su negocio se dividía en tres principales tipos de servicios:
Eventos por un precio aproximado de 20,000 pesos
Sesiones fotográficas en su estudio por 2,500 pesos
Fotografía de producto (para catálogos o menús) por 15,000 pesos en promedio.
Ambos coincidimos en que el dinero estaba en los eventos, y que si nos enfocábamos en ellos, el negocio cambiaría totalmente.
Sin embargo, decidí escarbar un poco más a fondo y entender cómo realizaba el trabajo y le pedí que midiera el tiempo que le tomaba a ella realizar cada servicio. Esto fue lo que descubrimos:
Eventos: 26 horas promedio
Fotografía de estudio: Una hora y media
Fotografía de producto: Entre 8.5 horas
Con esta nueva información mi percepción acerca del negocio de Laura y de TODOS los negocios que atiendo desde entonces cambió para siempre. Cuando tomamos en cuenta la cantidad de tiempo que toma realizar los diferentes trabajos, obtuvimos como resultado que hacer eventos no era la mejor opción, ERA LA PEOR…