Todos mienten: lo que Internet y Big Data dicen de nosotros
Nos guste o no, los datos almacenados en la red juegan un papel cada vez más importante en nuestras vidas. Las empresas tienen equipos con la tarea exclusiva de analizarlos y los inversores apuestan cada vez más a las empresas que pueden almacenarlos. En las páginas que visitamos, en reuniones de negocios, en los pasillos de las oficinas o en la mesa del hogar, los datos a gran escala estás en todos lados.
Todos mentimos, al parecer, todo el tiempo: a nuestros amigos, familiares, conocidos, jefes, compañeros de trabajo; y hasta -y especialmente- a nosotros mismos. Hay una instancia, sin embargo, en la que somos más trasparentes, y decimos algo más parecido a la verdad, y es en línea con nuestro verdadero ser: cuando estamos a solas con una computadora o un celular. Analizar qué buscan las personas en Internet permite saber cuáles son sus preferencias y sus preocupaciones, con mayor fidelidad que los resultados que pueden aportar las encuestas.
Esta asombrosa cantidad de información, sin precedentes en la historia, puede decirnos mucho sobre quiénes somos: los temores, los deseos y los comportamientos que nos impulsan, y las decisiones conscientes e inconscientes que tomamos. De lo profundo a lo mundano, podemos obtener a partir de ella un asombroso conocimiento sobre la psique humana que hace menos de veinte años parecía insondable.
Con esta premisa, el economista, filósofo y científico de datos Seth Stephens Davidowitz publicó lo que muchos consideran el libro del año de no ficción: Todo el mundo miente. El ex científico de datos de Google con un doctorado en economía de Harvard asegura que los grandes datos están proporcionando una visión sin precedentes de la condición humana. Y respalda su argumento bombardeándonos con estudios de casos, extraídos en gran medida de la Santísima Trinidad de los datos de Internet: Google, Facebook y PornHub…