Las nucleares, clave en la transición energética
Se puede estar a favor o en contra de la energía nuclear, pero en España este debate está condicionado por importantes cuestiones económicas y tecnológicas, por lo que una propuesta o decisión de cierre anticipado y masivo del parque nuclear español ocasionaría, en primer lugar, un incremento de los precios de la electricidad de entre el 20 y el 35%, según estudios realizados por Deloitte y JP Capital Markets, «lo que perjudicaría la competitividad de las empresas y el presupuesto de los hogares», según afirmó esta semana en el Congreso de los Diputados el presidente del Foro de la Industria Nuclear Española, Antonio Cornadó.
La reciente decisión del CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) de permitir la ampliación en 10 años de la vida útil de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) si se acometen diversas inversiones ha vuelto a poner sobre la mesa en nuestro país el debate sobre esta energía. Incluso partidos de la oposición y organizaciones ecologistas quieren que el presumible cierre de esa planta sea el primer paso para la paralización definitiva de todo el parque nuclear español.
Sin embargo, el secretario de Estado de Energía, Daniel Navia, ya ha subrayado que el caso de Garoña «no es un precedente» para otras nucleares que están a punto de terminar su vida útil, porque «tiene sus propias particularidades y cada central es un caso distinto».
Hay que recordar que tras el informe del CSN, será el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital el que tenga que emitir su dictamen. Aunque este sea favorable a la reapertura de la planta, son sus propietarios (Endesa e Iberdrola al 50%) los que finalmente tendrán la última palabra.
Garoña, inviable
Cabe recordar que esta planta ââ¬âla más vieja y con menor potencia del parque españolââ¬â está parada desde 2014 porque los nuevos impuestos aprobados por el Gobierno de Rajoy la hizo económicamente inviable. Si además debe llevar a cabo nuevas inversiones (unos 150 millones de euros), es casi seguro que Garoña no volverá a conectarse al sistema eléctrico.
Podemos, PSOE y Ciudadanos coinciden en que las centrales nucleares deberían cerrar al cumplir los 40 años de vida últil. Esto supondría que Garoña ya no volvería a abrir y que el resto de los siete reactores que tenemos se apagarían entre los años 2023 y 2028.
Esta propuesta ha sido calificada como una «ocurrencia» por el director corporativo de Iberdrola, Fernando Bécker, y muy criticada por las compañías eléctricas y el Gobierno del PP.
Por su parte, el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, dijo la pasada semana que la política de la Comisión Europea acerca de la ampliación de la vida útil de las centrales nucleares pasa por dejar la decisión en manos de los estados, que deberán garantizar que se cumplen las condiciones de seguridad para la continuidad de la instalación.
En la Unión Europea hay 129 reactores nucleares en funcionamiento y cuatro en construcción. La mitad de sus 28 estados tienen plantas nucleares. Además, de las 449 centrales que existen en 31 países, 117 reactores ya han visto prorrogada su vida útil y 90 de ellos han superado los 40 años.
«Mix» energético
Hay que tener muy en cuenta que un año más fue la energía nuclear la que en 2016 generó más electricidad (22%), dada su producción durante las 24 horas del día. Algo que no hacen el resto de energías que forman el «mix» en España (hidráulica, carbón, gas y renovables). Y eso que las nucleares solo suponen el 7% del total de la potencia instalada (más de 105.000 MW). Esto se debe a que la electricidad que generan es de las más baratas, porque las plantas ya están amortizadas.
Los críticos dicen que no es tan barata porque habría que incluir los costes de los residuos nucleares. Sobre todo, mientras no tengamos un almacenamiento, porque España paga unos 60.000 euros diarios a Francia para que albergue todos nuestros residuos.
El presidente del Foro Nuclear afirma que «la continuidad de la operación del parque nuclear español, bajo la supervisión del CSN, es una estrategia energética adecuada y necesaria para nuestro país en el actual contexto de recuperación económica y en la transición hacia un modelo sostenible, no solo desde el punto de vista energético sino también económico y medioambiental».
Y subraya que la energía nuclear «es, y puede ser, un buen instrumento para la transición energética, complementando y ayudando al desarrollo y la implantación de las energías renovables, que son una realidad innegable e imparable».
Prolongar la vida útil
Desde la industria nuclear española explican que alargar la vida útil de las centrales de nuestro país durante 10 años más supondría producir una cantidad de electricidad equivalente a dos años y medio del consumo eléctrico nacional actual, evitar la emisión de más de 400 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, aportar 28.000 millones de euros al Producto Interior Bruto (PIB) y más de 11.000 millones de euros a las arcas de las distintas administraciones del Estado a través de impuestos, tasas y tributos y consolidar cerca de 28.000 puestos de trabajo estables y de alta cualificación.
Asimismo, destacan que la industria nuclear española está capacitada y posee una gran experiencia acumulada y un reconocido prestigio internacional, con presencia en más de 40 países desde hace más de 30 años.