¿La educación financiera debe ser obligatoria en las escuelas?
En México y en buena parte de Latinoamérica la educación financiera tiene grandes pendientes, para no decir que en los hechos ha fracasado ya que los niveles de cultura relacionada con las finanzas (del país, de las empresas, pero sobre todo personales), es muy baja y en algunos estratos de la población prácticamente inexistente.
Desde algunos años varios estudiosos han señalado que existe una clara relación entre el nivel de aprendizaje y la educación financiera, entre más estudios tenga una persona, más conocimientos y conciencia tiene sobre los fenómenos financieros que lo benefician o perjudican.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dedica un apartado muy interesante sobre el tema en su más reciente análisis titulado: La inclusión en tiempos de Covid-19; por su relevancia para un país como el nuestro en el que la educación financiera es un tema al que se le debe mucha atención por parte de todos, consignamos un resumen de los aspectos más importantes de este análisis del BID.
¿Sirve la educación financiera?, ¿ha fracasado?
En abono al debate que existe en nuestros días respecto a la relevancia de la educación financiera y si esta ha fracasado, el BID hace una breve observación y en cierta forma fija una postura al señalar que si bien análisis previos restaban importancia a los impactos de los programas de educación financiera, estudios más recientes con muestras más grandes y metodologías mejoradas han encontrado resultados positivos.
Para el BID, la educación financiera puede complementar las políticas de inclusión financiera cerrando la brecha entre consumidores e instituciones financieras. La evidencia reciente en zonas rurales de países como Perú, muestra que las lecciones impartidas por una institución financiera con fines lucrativos aumentaron la familiaridad y la confianza, particularmente con la institución en cuestión.
Es así como quizás la educación financiera pueda reivindicarse en los próximos años y los países, especialmente de Latinoamérica, apliquen políticas y estrategias en verdad enfocadas al abatimiento de este déficit entre su población, aunque para ello el BID hace algunas sugerencias.
La educación financiera es un derecho
El BID hace ver que la educación financiera es un derecho y una obligación de todos los habitantes de un país, pero existen sectores de la población a los que se les debe poner especial atención, aquí estos sectores y las causas:
Centrarse en los jóvenes puede proporcionar impactos aún mayores
En primer lugar, las personas más jóvenes tienden a ser más entusiastas para aprender nuevas habilidades con el fin de enfrentarse a entornos más complejos, y así ser más flexibles que los adultos.
Asistencia y participación
El trabajo con jóvenes en edad escolar reduce los problemas de la participación y la asistencia, que son problemas permanentes entre los adultos focalizados a través de programas voluntarios.
Menores costos
De acuerdo con el BID, las intervenciones en la escuela pueden proporcionar una participación excelente a bajo costo.
Obligatoriedad produce mejores resultados
Un dicho mexicano señala que “a fuerza, ni los zapatos entran”, pero en ocasiones es necesario hacer algo obligatorio para que produzca resultados.
Quizás llegó el momento en el que las autoridades mexicanas deben adoptar medidas de mayor coerción y, por lo tanto, más efectivas en materia de educación financiera. Un estudio reciente analiza la evidencia de los programas para jóvenes en todo el mundo y obtiene impactos grandes y robustos en las habilidades financieras en modelos que incorporan un requisito de cursos obligatorios. Para el BID, los programas extracurriculares tienen efectos pequeños.
Los estudios y/o análisis elaborados por el BID, en torno a la aplicación de estas estrategias para incrementar la educación financiera entre la población, son concluyentes.
El organismo señala: “Otro estudio, un experimento a gran escala en Perú, llega a la conclusión de que la educación financiera mejora los conocimientos financieros entre los alumnos de enseñanza secundaria con efectos duraderos en el comportamiento.
Tres años después de la intervención, los datos de la oficina de crédito señalaban que los alumnos que recibían lecciones de educación financiera mostraban un mejor desempeño en el pago de las facturas y los préstamos. El programa también tuvo efectos positivos en las habilidades y el comportamiento de los profesores y los padres.
Los profesores aumentaron el doble las mejoras de aprendizaje de los alumnos y aumentó la probabilidad de que ahorraran, particularmente a través de canales formales. Dos años después de la intervención, era más probable que los profesores pidieran prestado a los bancos, y redujeron sus tasas de morosidad”.
Quizás la educación financiera en México ha fracasado, porque no se han hecho las cosas como debieran. Ojalá las autoridades pertinentes puedan echarle un vistazo al análisis del BID ya que, si bien las medidas traen beneficios de largo plazo, entre más se tarden en concretarse más tiempo pierde nuestro país en un tema vital.