Emprender y crear: la nueva excitación de los ricos – deGerencia.com
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Emprender y crear: la nueva excitación de los ricos

¿Qué es un rico? Pues no es ningún extraterrestre, ni una mala persona, ni un explotador, ni un desalmado. Normalmente suelen ser personas que han tenido mucho éxito en sus negocios, aunque también los hay por herencia o por los juegos de azar.

En general han dado su vida, muchas veces incluso en detrimento de su propia vida familiar, para poder llevar a cabo su sueño, esa idea que se les ocurrió hace muchos años y que van plasmando en sus compañías poco a poco según van creciendo.

Corren malos tiempos y el empresario es visto en la sociedad como aquel explotador que lo único que quiere y en lo único que piensa es en su único beneficio. Esto es totalmente falso, lo único que buscan es ver crecer a sus hijos, tanto los de carne y hueso como a sus hijos/compañías y, por ende, dar trabajo, generar y distribuir riqueza por doquier y esto es así mal que le pese a mucha gente.

Pues una vez conseguido el éxito viene el dinero, y he aquí donde entramos los banqueros o asesores de estas familias.

Ante todo, hay que ganarse la confianza y eso no es fácil. Son gente muy mirada y recelosa. Además, hay que tratar de preservar el capital –tampoco es moco de pavo– pero, sobre todo, en mi opinión, lo más importante es conseguir ser un pseudo psicólogo de esas familias con las que trabajas. Hay que entender qué quieren, cómo y por qué.

Cuando llega tanto dinero junto, pueden aparecer comportamientos desestabilizantes en la familia. Es un tsunami que hace falta digerir y que puede acarrear a veces muchos problemas conductuales. Una nueva mujer, o un nuevo novio, nuevas casas, hijos ingobernables, etc…; hay que tratar de ayudar en estos ámbitos también, aunque la tarea es harto difícil.

En cada familia suele ocurrir algo diferente, pues todos somos diversos; hay gente que se transforma en el avaro de Molière, es decir, en el tío Gilito, y no para de contar y contar y se hace tacaño, y por el otro extremo está el desprendido que puede llegar a ser Mr. Derrochón, que gasta sin Tom ni son.

En cualquier caso es un trabajo maravilloso que te permite conocer a gente interesantísima que ha llevado a cabo proyectos increíbles que no sabes ni cómo los ha podido acometer, pues han tenido que pasar todo tipo de vicisitudes. En el 100% de los casos se han jugado su capital, su salud, casi su estabilidad familiar. Aprendes muchísimo y te das cuenta que ‘impossible is nothing’; les tumban y se vuelven a levantar, y su creatividad a la hora de resolver problemas es apabullante.

Una vez llegado el dinero y contenido el tsunami al final te das cuenta de que lo que realmente hace feliz a este tipo de personas es seguir emprendiendo y creando, y que el dinero es secundario.

Obviamente, en esta segunda etapa su aversión al riesgo cambia, debido sobre todo a su entorno familiar que actúa de freno. Pero se les hace muy complicado entender la vida sin el picante del riesgo y de las oportunidades que ellos ven donde el resto no.

Y ya viene la última etapa, la del legado. Es difícil de asumir pues en las familias hay de todo. El o la responsable, el díscolo, el ‘jeta’, el listo que se pasa de frenada, el que enfanga a la familia con los parientes políticos, el aprovechado, el que parecía que iba a ser un crack y es un bluf, el desentendido, el desagradecido con sus padres, etc…, y surge la cuestión de siempre: ¿y a quién de nuestros vástagos le dejamos los negocios para que siga dirigiéndolos adecuadamente sin levantar ampollas entre los demás hermanos?

¡Mamma mia!, qué dilema y qué problemón. A día de hoy nunca he visto que esta situación no haya generado tensiones, problemas, envidias, traiciones y miles de situaciones desagradables.

El dinero y el poder son muy atractivos y por mucho que el prócer diga o haya dejado instrucciones al respecto es muy difícil hacerlas seguir. Aquí podemos ayudar mucho, mucho, mucho. Si nos dejan, claro.



  • Ver original en Forbes España
  • Publicado el martes marzo 5, 2019


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