El precio del alquiler, presionado por los apartamentos turísticos
Si hay un fenómeno que ha irrumpido con fuerza en los últimos años en el mercado inmobiliario, poniendo patas arriba este sector, es la gran demanda existente de viviendas de alquiler, algo sin precedentes en España, dado que el uso y costumbre era adquirir la primera residencia en régimen de propiedad. Y las previsiones estiman que esta tendencia ha llegado para quedarse. El informe de Pisos.com pronostica que el mercado del alquiler seguirá en ascenso el próximo año con crecimientos porcentuales de hasta dos dígitos. Esto está provocando que los precios de los arrendamientos resulten escandalosos en algunas ciudades.
Varios factores han contribuido a esta situación. Por un lado, en un mercado donde tradicionalmente se adquiere la vivienda en propiedad, existe una escasa oferta de casas disponibles en régimen de alquiler. Por ejemplo, Madrid ya se ha convertido en la segunda capital con el alquiler más caro del país (1.420 euros/mes), únicamente por detrás de Barcelona (1.525 euros/mes), según pisos.com. Solo en el último año, los precios han subido una media de un 9,15% en la capital de España.
Del centro a la periferia
La media mensual en todo el país es un alquiler de 752 euros y se estima que llegue a los 800 euros en 2018. No en vano, los jóvenes menores de 35 años destinan un 65% a este concepto. Si sigue esta escalada de precios arrendar un inmueble en Madrid, Barcelona, San Sebastián, Bilbao, Palma de Mallorca y Sevilla resultará muy complicado, figura en el informe de pisos.com. «Incluso ââ¬âcontinúa el documentoââ¬â explusaría a muchos inquilinos del mercado dejándolos en una posición realmente vulnerable». De hecho, muchos ya están abandonando el centro de las ciudades y trasladándose a zonas más periféricas.
¿Y por qué ahora la población tiene más interés por alquilar una vivienda en lugar de comprarla, como se ha hecho hasta ahora? Los jóvenes sufren verdaderas dificultades a la hora de acceder a su primera residencia. No pueden comprar al no disponer del ahorro suficiente que exigen las entidades financieras, dado su bajo nivel de ingresos. Su única opción es alquilar. También hay un componente cultural (están convencidos de que es mejor usar las cosas que tenerlas en propiedad) y laboral (movilidad geográfica) que les hace inclinarse por el alquiler.
Existe otro fenómeno que nada que ver con el alquiler residencial, ni con los tradicionales alquileres de vacaciones, cuando se arrienda por los meses de verano la casa del abuelo del pueblo, por ejemplo. El alquiler de apartamentos turísticos por unos días de forma sostenida en el tiempo, en el centro de las cuidades más emblemáticas, está presionando los precios. Los turistas llegan en masa a Madrid, Barcelona… ejerciendo una presión sin precedentes. No hay que olvidar que en 2016 se batió un récord con la llegada de 75,3 millones de turistas a nuestros país y este 2017 se prevé superar la cifra.
Y muchos se han dado cuenta del negocio. «Comprar para invertir en una vivienda turística tiene unas rentabilidades muy altas, entre un 10 y 12%. Mucho más que un producto financiero o un alquiler tradicional que ronda el 4%. Se alquila por estancias muy cortas y tienen una gestión muy potenten para tener ocupaciones muy elevadas», explica Pedro Soria
, director comercial de Tinsa. El problema es que este fenómeno no sólo está presionando los precios de los alquileres sino que también puede trasladarse a los precios «de la venta de vivienda», asegura.
Los apartamentos turísticos «están pulsando al alza todos los precios de los alquileres, tanto en las grandes ciudades como en la costa. Aunque ahora está concentrado en determinadas zonas, si no se regulan estos alojamientos serán un problema a largo plazo», sentencia Fernando Rodríguez de Acuña, director general de la consultora Acuña & Asociados.
A falta de una regulación nacional (hay 17 leyes autonómicas que en menor o mayor medida se encargan de ello), este nuevo modelo de vivienda turística también ha llegado para quedarse, generando no poca incertidumbre y presión en el mercado.