Del líder accidental al imprescindible: los 5 tipos de liderazgo y cómo inciden en los empleados
En el nuevo mundo laboral, la conectividad general y el cuidado de las personas se imponen por encima de las actitudes egoístas, y el sentido le gana a los beneficios. El nombre del juego es “potencial humano”, la imparcialidad es su eje y las empresas que son más inclusivas, a mediano o largo plazo, son las que ganan.
Lograr estos lineamientos no depende del tamaño de las empresas sino de cómo se trata a las personas. Y, como se ha visto en diversos estudios, tiene sentido empresarial tratarlas bien. Cuando los líderes son más inclusivos, más inspiradores y se ocupan de gestionar a sus colaboradores, se genera un impacto directo en la fidelización del talento, la innovación y los resultados del negocio.
A pesar de ello, se ha demostrado que solo el 15% de los 1000 millones de empleados en relación de dependencia en el mundo se siente involucrado en su trabajo. Gran parte de esa carencia está relacionada con sus líderes. Para entender cómo los managers están liderando sus equipos, Great Place to Work realizó una investigación que incluyó una muestra de 75.000 empleados y más de 10.000 líderes de Estados Unidos en diversas industrias.
De acuerdo a eso, se han identificado cinco niveles de liderazgo diferenciados, con características propias y una fuerte incidencia en los colaboradores y los resultados de las empresas:
El Líder Accidental
Se trata de un líder que no parece ser consciente del impacto que tiene sobre los demás, cómo su comportamiento puede hacer daño tanto a las personas con las que trabajan como a la organización. Los empleados que deben informar a un Líder Accidental pueden sentirse como pasajeros de un colectivo cuyo conductor no tiene un destino en mente.
Nadie se plantea ser un Líder Accidental. Las personas terminan siéndolo por diversas razones, lo que incluye a aquellas que lo son de manera involuntaria. Quizás han sido muy buenas haciendo su trabajo, se les ascendió para supervisar a las personas que hacían el mismo tipo de trabajo, pero no se les dio la formación necesaria para liderar. Puede que tengan unas destrezas técnicas increíbles, pero les faltan las dotes sociales que un líder necesita para inspirar y motivar. Puede que estén pasando por algún problema de salud, una adicción, una crisis familiar u otro problema personal que limita su capacidad de contribuir a dar lo mejor de sí mismos en el trabajo.
Como es de esperar, los empleados encuentran que trabajar para un líder accidental es desmoralizante, una circunstancia que afecta a su productividad, trabajo en equipo y rotación. Según el estudio, cerca de tres cuartos (72%) de las personas que trabajan para un líder accidental no tienen una experiencia consistentemente positiva en el trabajo.
El Líder Impredecible
Este tipo de líderes se caracteriza por estar encendido o apagado, caliente o frío, un buen amigo o aliado para algunos, pero no para otros. A diferencia del líder accidental, no hacen daño a la organización activamente, pero tampoco apoya a su equipo.
Como a menudo tiene favoritismos, ya sean intencionales o no, el líder impredecible puede no hacer responsable a alguien del trabajo que debería estar haciendo, o hacerse valer ante las personas o equipos que dirigen. Igualmente, puede no trabajar bien con otros equipos, lo que puede llevar a problemas de comunicación.
Como resultado, el efecto de un líder así en el lugar de trabajo es, como dice su nombre, impredecible. Los empleados que trabajan para este tipo de líder suelen sentir ambivalencia o tener sentimientos negativos sobre su trabajo (53%), más que sentirse bien con lo que hacen (47%). Como este tipo de líder suele conectar con algunas personas más que con otras, crean un ambiente de incertidumbre en el que las personas no saben si pueden contar con sus compañeros.
El Líder Transaccional
Es el que valora más que nada tachar cosas de la lista, especialmente aquellas relacionadas con sus propios objetivos. Han superado algunos comportamientos negativos asociados con los líderes accidentales e Impredecibles, y son buenos en lo que hacen. Pero su mayor preocupación es tachar cosas y y por ello no son ni tan avanzados ni tan carismáticos como los líderes en niveles más altos.
Un líder transaccional puede ser una criatura de hábitos, aferrado a viejos patrones cultivados antes de los avances digitales y otras innovaciones que han cambiado la forma en la que se llevan a cabo las tareas y los requisitos del trabajo. A diferencia de las personas que trabajan para líderes accidentales o impredecibles, la mayoría de las personas (62%) cuyo jefe es un líder transaccional se sienten bien con su trabajo. Sin embargo, como estos gerentes no siempre apoyan las ideas que se salen de la norma, la probabilidad de que estos equipos sean innovadores es un 25% menor que aquellos bajo líderes del nivel superior.
El Buen Líder
A diferencia de los niveles inferiores, se trata de líderes consistentes, inclusivos y honestos. Comunican claramente lo que esperan de las personas, entienden que los errores ocurren y también que las personas tienen una vida fuera del trabajo.
A pesar de sus buenas cualidades, un buen líder puede que sienta que la responsabilidad de alcanzar los objetivos recae, en última instancia, en él y no en su equipo. Pensar así puede hacerle estar menos cómodo con ser abierto y vulnerable en relación con sus propios fracasos.
Sin embargo, en general, es bueno para la empresa. La probabilidad de que los empleados contribuyan más es del 28% mayor que para aquellos que trabajan para un Líder Transaccional. Los resultados de la empresa se benefician de estos líderes porque menos empleados quieren irse. De hecho, el 13% más de empleados afirman que preferirían quedarse más tiempo que aquellos que trabajan para uno del tipo transaccional.
El Líder Para Todos (For All)
Se logra este nivel cuando los empleados sienten que su jefe tiene en cuenta lo mejor para ellos. En lugar de mostrarse ellos como los protagonistas (cosa que podrían hacer), prefieren dejar que los protagonistas sean los demás. Además, son aquellos que prefieren liderar desde detrás, dejando que quienes trabajan para ellos hagan su mejor trabajo. Tratan a todas las personas con dignidad, sin importar su puesto.
En este grupo no controlan excesivamente. Les gusta tener a personas que trabajan de forma autónoma y están abiertos a las opiniones. Los Líderes For All son justos, aunque la imparcialidad en los salarios y otros asuntos no significan necesariamente tratar a todos por igual.
Los resultados que consiguen los Líderes For All, o más bien los resultados que consigue su gente, son notables. Sus equipos demuestran tener una productividad que es más de tres veces mayor que la de los líderes accidentales. Los empleados dirigidos por Líderes For All también son tres veces mejores en innovar y en trabajar a un ritmo ágil y rápido comparados con las personas que trabajan para líderes en el nivel más bajo.
En ese sentido veremos que, en un líder Accidental, la experiencia positiva de los empleado es del 28%, contra el 47 del Impredecible, el 62% del Transaccional, el 80 del Buen líder y el 93% del Líder For all. Si lo que medimos es, por el contrario, la experiencia negativa, la misma será de un 2% en el Líder for all, contra 7 en el Buen líder, 16 % en el Transaccional, 25 % en el Impredecible y alcanza el 42% en el Accidental…